La Voz de Galicia

Álvaro Santos ya sonríe en Lommel

Deportes

Pablo Carballo

El delantero marinense, que captó el City Group cuando era juvenil del Celta, despega en su segunda temporada en Bélgica tras una compleja adaptación

01 Dec 2024. Actualizado a las 13:27 h.

Lommel desembarcó en la vida deportiva de los gallegos hace más de una década, cuando la familia de Jorge Prado se trasladó para impulsar su carrera en el motocrós a esta localidad de algo más de 34.000 vecinos en la provincia de Limburgo, al norte de Bélgica y muy cerca de la frontera con Países Bajos. Jorge tenía once años. Allí se forjó el cuatro veces campeón del mundo y allí encontró su destino futbolístico el atacante Álvaro Santos Correa (Marín, 2005) cuando jugaba en el juvenil del Celta. El Lommel es uno de los trece clubes que integran el City Football Group, conglomerado diseñado en los cinco continentes, desde mayo del 2013, con el Mánchester City como cabeza de cartel.

«Mi padre me contó la propuesta que nos había llegado. Luego, nos sentamos con mi agente. Que el City Group estuviera detrás de ese interés era algo importante a valorar. No me pareció descabellado. Me lo planteé como un reto, como una manera de crecer, no solo en lo deportivo». Era julio del 2023. «El Celta también era otra cosa. Ha cambiado mucho en este tiempo. Los jóvenes ahora tienen oportunidades en el filial, eso antes no pasaba. Claudio Giráldez ha sido fundamental. Conoce a los canteranos y les ayuda mucho. La situación cuando me fui era distinta». Álvaro firmó un contrato de cinco temporadas, hasta el 2028. El City Group le encontró acomodo en el Lommel, club que trataba de ascender a la Jupiler Pro League, la primera belga.

El apoyo de Álex Granell

Los comienzos no fueron los soñados. Y Álvaro lo traza, en perspectiva, como parte del aprendizaje. «No tuve las oportunidades que esperaba tener. Sentía que me entrenaba bien, pero llegaba el fin de semana y no jugaba nunca. Igual no estaba preparado». Percibió pronto cuál era su debe. «Había sido un cambio muy grande. Venía de jugar en juveniles, que teníamos el balón el 80 % del partido y no estábamos acostumbrados a disputar tanto la posesión. En términos de calidad, esta no es una liga extraordinaria, pero físicamente es muy exigente. Los partidos tienen mucho ritmo, van al choque siempre. Pasé de verme superior a la media de mis rivales a sentir que era inferior».

El gallego encontró entonces en el vestuario un gran apoyo en Álex Granell, exjugador del Girona, que ahora compite para el Bolívar, otro club del City Group. «Fue una suerte para mí, nos hicimos muy amigos. Todas las mañanas íbamos juntos al gimnasio. Por las tardes, yo me apunté también para mejorar».

Álvaro Santos, a la derecha, con Álex Granell, durante un entrenamiento de la temporada pasadaA.S

Álvaro jugó 151 minutos en toda la liga. Participó en doce partidos. Un día estuvo en el campo una hora. De media, doce minutos. No anotó un solo gol. Una losa para alguien que se alimenta de ellos. «Era el más pequeño y me jodía bastante la situación». El equipo acabó cuarto en una competición en la que ascienden directamente los dos primeros y los cuatro siguientes juegan una doble eliminatoria. El ganador le disputa la otra plaza al equipo que promociona por el descenso desde la élite. El Lommel no alcanzó esa final.

El trabajo a la sombra de Álvaro empezó a ofrecer resultados esta pretemporada. «Me llegaron las oportunidades». Ha sido titular en todas las jornadas. En la tercera, en la visita al Seraing, se reencontró con el gol. Valió tres puntos. «Volví a marcar y me emocioné, ya no recordaba la última vez, había pasado más de una temporada, desde el Celta. Ahora llevo tres goles y espero que sigan llegando». A estas alturas, Álvaro suma ya más de mil minutos en el flanco izquierdo del ataque. El Lommel marcha quinto y tiene este mes enfrentamientos directos con dos de los rivales que le preceden. «Hay presión, sí. Aquí el ascenso es una prioridad y se nota». A Santos ya no le estorba la mochila. «Me quité un peso de encima». Y tiene claro el horizonte. «Ojalá pronto llegue a la élite, aquí o en otro país».

«A lo que no me acostumbro es a no ver a mis abuelos»

Álvaro Santos se dice adaptado tras un proceso convulso. «Fue un año complicado. Cuando llegué a Lommel, como era menor, me quedé a vivir con una familia de acogida que tenía dos niños pequeños. Me ayudaron a adaptarme. Aquí la mayoría del tiempo solo hablo inglés. Me costó un poco todo. El clima, el carácter de la gente, los horarios... Pensaba que iba a tener hambre siempre», se ríe. «Ahora que me he acostumbrado prefiero estas rutinas que las de España».

En verano, cumplidos los 18, Santos buscó otro hábitat. «Me independicé y ahora vivo con mi novia en un piso. Cuando convivía con la familia que me acogió, me hacían todo. La adaptación ahora es hacerme la comida, limpiar y todo lo que conlleva una casa».

En el tiempo que le deja el fútbol, Álvaro estudia ADE a distancia en la Universidad Isabel I. También ha madurado en la percepción del oficio. «Los goles para un delantero son importantes, pero aprendí a valorar otras cosas. Hay veces que no marcas y tienes que estar satisfecho con el partido que has hecho y otras en las que, aún haciendo gol, sabes que no has aportado mucho».

Cada cierto tiempo recibe la visita de sus padres y, cuando el calendario se lo permite, vuelve a Marín. «Cada parón, voy. He estado dos veces en los dos últimos meses. Me cuesta tener lejos a mi familia. A lo que no me acostumbro es a no ver a mis abuelos. He vivido siempre con ellos, ya son mayores, y estaba muy acostumbrado a tenerlos cerca todos los días. Eso es lo más complicado».


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