«Soy un magistrado, como casi todos, con ideas propias»
Deza
Entrevista | Luciano Varela Castro Rechaza la etiqueta de polémico y reconoce sentir «un poco de vértigo» ante la responsabilidad que asumirá ocupando una de las vacantes del Tribunal Supremo
03 Feb 2007. Actualizado a las 06:00 h.
Hace escasos días, el pleno del Consejo General del Poder Judicial designó al magistrado pontevedrés Luciano Varela para ocupar una de las vacantes de la sala de lo Penal del alto tribunal español. -Es el primer magistrado de la Audiencia de Pontevedra en ser nombrado para el Supremo, ¿produce vértigo? -Da un poco de vértigo, porque efectivamente es una responsabilidad que no puede dejar tranquilo a nadie. -¿Se ha reparado una injusticia? -No, que va, en absoluto. He visto que hay un poco ese mensaje. Creo que [la designación] llega en un momento profesional normal para este tipo de nombramientos. Quizás lo que ocurría es que antes era excesivamente prematuro. -¿Qué siente ante este nuevo reto? -Bueno. Pues el temor de lo que se viene encima como tarea; la alegría de que a uno le reconozcan con esa capacidad; y, en todo caso, el deseo de trabajar sin descanso. -¿Se considera un magistrado polémico? -No. Eso es lo mismo que lo de la opinión pública y la opinión publicada. A veces los medios de comunicación están obligados a un cierto reduccionismo simplificador para ofrecer perfiles esquemáticos y es francamente cómodo etiquetar de polémico. Yo creo que soy un magistrado, como casi todos, con ideas propias. -¿Cómo le gustaría que se recordara su paso por la Audiencia? -Desde luego menos como polémico de cualquier otra manera... Como persona que puso toda su buena voluntad en responder a las expectativas de justicia de quienes tenían derecho a ello. -Usted fue miembro fundador de Jueces para la Democracia, ¿cómo recuerda aquella etapa? -La etapa no ha terminado porque pienso seguir hasta el final y, afortunadamente en nuestra asociación, hasta después de jubilado. Jueces para la Democracia ha sido uno de los empeños que más tiempo, que más voluntad y que más satisfacciones me ha dado. Por tanto, esto no es ni un punto y seguido. Es una coma. -¿Y la Ley del Jurado de la que usted fue redactor del borrador con Juan Alberto Belloch en la cartera de Justicia? -Es otra de las cosas de las que más orgulloso estoy. Primero de que tuvieran confianza en mí para redactarlo y después de la respuesta de los ciudadanos. Estoy verdaderamente, no asombrado porque me lo esperaba, pero absolutamente orgulloso de pertenecer a un pueblo que la tienen asumida. -Sin embargo, casi desde que vio la luz hace ya casi doce años, hay voces que no dudan en criticarla sosteniendo la tesis de una supuesta falta de madurez de la sociedad española. -Las tachas de falta de madurez de los ciudadanos tienen casi siempre los mismos autores y su protagonismo se terminó en el año 75. -También hay una cierta polémica, de un tiempo a esta parte, por parte de algunos partidos políticos y medios de comunicación que no dudan en atacar duramente determinadas decisiones judiciales. ¿Cree que se está deslegitimando al poder judicial? -No. Creo que criticar las decisiones judiciales no es deslegitimarlas. Probablemente, cuando menos legítima fue la justicia fue cuando no se la podía criticar. Por lo tanto, no pienso que las críticas tengan nunca ese efecto deslegitimador. -Sin embargo, en su momento, dos vocales de la denominada minoría progresista del Consejo General del Poder Judicial llegaron a solicitar que el pleno amparase a un magistrado frente a determinadas informaciones de varios medios. De hecho, el juez afirmaba en su solicitud que estaba sufriendo «ataques sistemáticos e injustificados, atentatorios a la independencia del poder judicial». -Debo confesar que ese artículo de la ley orgánica que habla de que los jueces pidan amparo al Consejo, a mí mucho más que paz, lo que me produjo siempre fue perplejidad. Nunca entendí muy bien en qué consistía ese amparo. -En cualquier caso, ¿está salvaguardada la independencia de los jueces frente, por ejemplo, el poder político? -Hay algo que no debemos nunca olvidar y es que una cosa es el mundo del ser y otra el del deber ser. Entonces, deben ser independientes. -¿Y si tiene que resolver un recurso a una sentencia suya de la Audiencia ahora en el Supremo? -Es evidente que si ocurriera eso tendría que abstenerme, porque está previsto perfectamente en la ley.