La lluvia respetó la primera rapa
Deza

Los «aloitadores» cortaron ayer las crines a un centenar de bestas
08 Jul 2012. Actualizado a las 07:00 h.
La lluvia respetó la primera rapa en Sabucedo. Y eso que se puso pesada por la mañana, dificultando la bajada de las bestas. Con la mirada clavada en el cielo, durante más de dos horas se revivió la ancestral lucha entre hombre y caballo en el recién ampliado curro. Los 2.000 asientos del graderío resultaron insuficientes para acoger a los admiradores de una tradición que Sabucedo lidera sin el menor margen para la duda en Galicia. Si dentro no cabía un alfiler, los que se quedaron sin entradas abarrotaron también el exterior. Y hubo cierto rifirrafe con los fotógrafos, a los que se obligó a retirarse de la primera fila del graderío para no tapar la visión del público.
Al círculo de arena entraron en la tarde de ayer en torno a 230 bestas. Unas más nerviosas que otras, dispuestas a demostrar su bravío. Ojo avizor, los aloitadores fueron capturando una a una sus «víctimas» con las únicas armas de su fuerza y su destreza, mamada desde que nacen. 25 valientes dispuestos a medirse con las bestas para renovar una rito ancestral con las crines como tesoro.
Como en toda lucha siempre hay damnificados. Una dislocación en un codo fue la nota más destacada entre los 25 aloitadores que entraron en faena, entre ellos dos mujeres y algún que otro jovencito en su bautismo en el coso. Protección Civil atendió a una docena de personas, la mayoría de ellas aquejadas de diversas contusiones. Dos fueron atendidas por el equipo médico desplazado a Sabucedo y derivadas al hospital Clínico, a donde se acudieron por sus propios medios. Una sufría posible fractura de muñeca y otra posible fractura en un brazo. Fueron inmovilizadas y se dirigieron a Santiago para ser escayoladas.
«É un vicio do que sentirse orgulloso», sentenciaba aún cansado por el esfuerzo Rubén Díaz. Más que vicio, sentimiento que corre por las venas, orgullo de ser aloitador en Sabucedo.
Hoy volverán a demostrar esa química especial con las bestas, ese respeto del que mira de frente para cumplir una obligación convertida en espectáculo. Será a partir de las 12.00 horas. Y de nuevo tocará mirar al cielo antes de tomar la tijera.