La Voz de Galicia

Amelia y Gonzalo se fueron de boda en una calesa tirada por un poni

Deza

Rocío Ramos Lalín / la Voz

La pareja celebró en Barcia 50 años de casados apadrinados por sus nietos

16 Jul 2024. Actualizado a las 21:45 h.

Amelia Senra Iglesias y Gonzalo González Fernández celebraron el pasado sábado, rodeados de los suyos, medio siglo de matrimonio, 50 años de amor con una nueva boda a la que no le faltó detalle. Gonzalo es de Barcia y Amelia de Ramil, se conocieron en la zona y se casaron una vez que Gonzalo volvió del servicio militar. La vida les llevó, ya casados, con 24 y 22 años a Pamplona para trabajar, ella de costurera y el de albañil. Allí nacieron sus hijas, Ana María y Patricia y fueron haciendo su vida.

Cuentan ellas que ya viviendo allí sus padres empezaron a hacer una casa en Barcia con la intención de volver «pero entre que nosotras empezamos a crecer y los estudios, se quedaron en Pamplona». La vida fue pasando y, ahora, ya jubilados, cuenta su hija Patricia «viven a caballo entre Pamplona y Lalín». Y aunque residen gran parte del año en Barcia, se desplazan a menudo a ver a sus tres nietos, que cuentan sus madres «son totalmente pro abuelos, sobre todo los dos mayores, que allá donde van los abuelos, van ellos». Asier de 20 años, y Aitana, de 13, tuvieron el honor de ejercer de padrinos en la boda en la que sus abuelos renovaron sus votos. La pequeña, Ariadna, de 7, fue la encargada de portar los anillos.

La pareja cumplió las bodas de oro el pasado 27 de abril, pero la familia tuvo que esperar a las vacaciones y una mayor disponibilidad de todos para poder realizar la celebración en Barcia, porque aquí están sus raíces y su corazón. Aunque en la organización participaron de forma activa, a los novios les esperaban algunas sorpresas. Una de ellas fue la pequeña calesa tirada por un poni que los llevó a la iglesia. Detrás iban los padrinos. Y tampoco se esperaban la ristra de latas del coche como recién casados.

Patricia y Ana, estuvieron acompañadas de sus maridos, Iván López y Félix Lizarraga, junto con hermanos de los novios y otros familiares más allegados.

Una boda completa a la que no le faltó la tradicional tirada de arroz y un banquete y un baile en el Pazo de Bendoiro donde los novios cortaron la tarta y celebraron también el cumpleaños de su nieta mediana, Aitana, que estaba de aniversario ese día.

La novia recibió de regalo, comenta Patricia, «un ramo de novia eterno de rosas de las que no mueren nunca y que llevaba dos rosas grandes representando a sus hijas, dos medianas que son sus dos nietos mayores y una rosa chiquitica que es la pequeña». El novio y el padrino llevaron el prendido a juego. La familia estuvo decorando los coches por la mañana hablando de qué coche iban a llevar «para luego llevarlos en un carro porque no sabían que iban a ir, pensábamos que la abuela no se iba a montar y sí lo hizo, lo disfrutó y se divirtió mucho».

Una jornada muy feliz e inolvidable para toda la familia en la que «salió todo muy rodado y perfecto». En abril, explica, «le regalamos un pañuelico de San Fermín bordado con sus nombres, dos alianzas unidas y en uno estaba dibujado el San Fermín y en el otro un botafumeiro» con la fecha 27 de abril 1974-2024. Confiesan que «con este verano que tenemos estuvimos mirando al cielo todo el tiempo, pero no llovió y hasta hacía calor, así que fue todo muy bonito».


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