La panadería El Retiro cierra definitivamente sus hornos y sus tres despachos en A Estrada
A Estrada
El propietario, José Vilar Juanes, arrastra una mala racha económica y tras la muerte de su padre no ve otra salida mas que el concurso de acreedores
20 Mar 2022. Actualizado a las 14:47 h.
Las míticas chapatas de la Panadería El Retiro de A Estrada serán leyenda en cuestión de días. Un cartel colocado en el despacho situado en el número 34 de la Avenida de Vigo informaba este sábado a los clientes del cierre definitivo del local. Tanto en esta tienda como en la del número 92 de la Avenida de Santiago hoy domingo será el último día de actividad. Desde mañana lunes las dos estarán cerradas y ya solo se servirá el pan de la Panadería El Retiro en el despacho del número 17 de la calle Justo Martínez, que aguantará una semana más. No obstante, este local cerrará también sus puertas definitivamente el domingo 27, el mismo día en el que se apagarán los históricos hornos que la familia Vilar encendió en la Avenida de Vigo hace muchas décadas.
Según explica el propietario del negocio, José Vilar Juanes, el cierre de la panadería es una decisión meditada que ha tenido que tomar para evitar males mayores. José Vilar lleva unos catorce años trabajando en el negocio familiar. Primero lo hizo codo a codo con su padre, José Vilar García, pero cuando este falleció en diciembre del 2020 le tocó llevar las riendas a él solo. No era lo que quería, pero se sintió obligado.
Sin el alma del negocio
«Mi padre era el alma de todo esto», explica José. «Cuando él murió yo me tuve que hacer cargo de todo. Conocía bien el negocio porque ya llevaba aquí muchos años, pero no era lo que yo quería hacer. En realidad yo llevaba varios años queriéndome marchar, pero cuando él falleció me vi obligado a quedarme al frente. Mi padre era el que llevaba todo esto económicamente y yo de repente me encontré solo ante mil historias. Mi madre era mi socia pero nunca había trabajado aquí y se desentendió. Ella falleció el 26 de enero. Yo intenté buscar un proyecto de viabilidad para mantener el negocio, pero no hubo forma de sacarlo adelante y tuve que acabar iniciando los trámites para un concurso de acreedores», explica. «Me estoy endeudando y es mejor parar a tiempo. La situación está difícil, y más con unos préstamos que te hacen mella», dice.
«No entiendo los trabajos que te llevan la vida y las relaciones. No es mi idea de vida»
Para José Vilar Juanes, la decisión de cerrar definitivamente no ha sido fácil de tomar. «Me da mucha pena. Tengo ocho empleados. Hay alguna persona que lleva aquí muchos años y es casi como de familia, pero no veo otra solución», cuenta. El empresario tiene claro que no quiere continuar al frente de un negocio al que no le ve futuro y ha buscado entrar en un concurso de acreedores que está en trámites y que aún no es oficial, pero que considera la única «salida digna para todo el mundo». Antes de tomar esta decisión, José Vilar intentó otras estrategias que no salieron bien.
«En el escenario en el que estamos solo hay tres salidas. Una es seguir produciendo lo mismo y seguir endeudándote, con lo que al final llegarán las deudas con los obreros y las denuncias. Yo no quiero eso. Mi idea era buscar un proyecto de viabilidad apostando por las masas madre, trabajando con buenas harinas, con fermentaciones muy largas, con harinas autóctonas como la callobre... Crear sabor. Para mí ese es el futuro. No digo que aquí no se haga buen pan. El pan es pan, pero para mí lo que sería un buen pan sería todo más natural, con fermentaciones largas de 15, 18, 20 o 24 horas, con harinas de calidad, trigos autóctonos plantados aquí y elaboraciones propias con sabores propios, aromas propios y todo eso, que es la línea a seguir de las grandes panaderías de España, sobre todo en Galicia, que las hay muy buenas. Está Amaquia, está Amásame Bakery en Pontevedra,, está Pan da Moa en Santiago, está Juan Luis Estévez, el panadero del fin del mundo en Fisterra que es un pedazo panadero.... Ellos hacen elaboraciones artesanas como se hacían antes y hacen un pan natural y nutritivo. En definitiva, mucho mejor para la salud. No quiero menospreciar el trabajo que hay detrás de los panaderos, quiero aclarar eso. Hay mucho esfuerzo detrás de todas las panaderías de A Estrada. Pero yo quería seguir con mi panadería por esa otra línea. Eso significaba cambiar el modelo productivo. Yo quise hacerlo y pedí un préstamo ICO, pero como la empresa ya está mal no me lo dieron. Solo me quedó la opción del concurso de acreedores», explica.
Según aclara, el incremento de los costes en el sector no es la razón del cierre. «Es cierto que ha subido la harina, la luz, todo... Eso es algo más de que se suma, pero ya veníamos arrastrando una mala época», dice.
En el fondo de todo, subyace, además, una forma de entender la vida distinta a la de sus predecesores en la empresa. «Este es un mundo muy duro. Yo estuve seis meses sin librar ni los fines de semana. Cuando murió mi padre ya llevaba seis o siete años queriéndome marchar. Es un choque de dos mundos. Para mi padre la panadería era su vida. Yo empecé aquí con 26 años y tengo 39 y siento que llevo 14 años sin vivir. No entiendo los trabajos que te llevan la vida y las relaciones de pareja, las amistades... Mi concepto de vida no es ese. No tengo claro aún qué voy a hacer pero tengo claro que quiero salir de aquí y empezar a vivir», dice.