Un asunto incómodo, pero en el mejor momento
Economía
17 Apr 2015. Actualizado a las 19:27 h.
De los 14 miembros que conforman el Gobierno de España, solo 3 pueden presumir (sí, ese es el verbo) de no haber formado parte de ningún equipo en el que estuviera Rodrigo Rato, el poderosísimo vicepresidente económico de Aznar que le llegó a ver como sucesor. Por tanta vinculación, el roto es notable en para el partido del Gobierno. «Es muy duro para todos», admitió el portavoz del PP en el Congreso, que no es cualquiera. ¿Cómo coserlo?
Déjenlo caer, es sencillo. En los despachos de la calle Génova y del palacio de la Moncloa el discurso ante el precipicio está bien diseñado, en dos partes. Primero, admitir el dolor. Véanse los discursos de tres personas con ascendente en el PP: Villalobos, González Pons y Hernando. Segundo, señalar que, aunque lleve nuestra camiseta, aquí no se hacen distinciones. Veremos si la estrategia surte efecto en un partido enfangado por la corrupción. Dejar caer a Rato no se antojaba difícil: su reputación tras los escándalos de Bankia estaba ya por los suelos, está siendo investigado por varios asuntos en la Audiencia Nacional, cuestionado su legado económico... Una golosina a escasas semanas de las elecciones para devolver la imagen de limpieza. Aun a costa de uno de los nuestros.
Esas casualidades. Apenas unas horas antes de que Vigilancia Aduanera entrara con alboroto en el domicilio de Rodrigo Rato, la Agencia Tributaria desvelaba lo bien que marcha la campaña de la Renta. El caso Rato, vinculado al fraude fiscal, eclosiona en el momento álgido de Hacienda y de los contribuyentes para hacer cuentas con el fisco. Lección: cuadre bien sus cuentas, que le vigilamos. Por ello, a estas alturas, uno no cree en las casualidades.
El infalible ojo del FMI. Es una de las tres cabezas de la troika, órgano que dicta recortes, ajustes, y recetas cuestionables bajo criterios meramente economicistas de un hombre, un número. Pero el olfato de estos señores para sus cúpulas es tan efectivo como sus medidas. Sus tres últimos rectores han pasado por los juzgados. Rato está acusado de estafa, de alzamiento de bienes, de fraude... Dominique Strauss-Kahn, de intento de violación, de proxenetismo... Christine Lagarde (aún en su puesto), de negligencia por ayudas públicas. ¿Hay que seguir obedeciéndoles?