La Voz de Galicia

La red de Conde: paraísos, guardés y chófer

Economía

ana balseiro Madrid / La Voz

El exbanquero se valió de familia y allegados para hacer funcionar la trama con la que blanqueó el dinero de Banesto

15 Apr 2016. Actualizado a las 05:00 h.

Un mecanismo bien engrasado durante, al menos, 17 años. Así era la trama societaria que Mario Conde tejió, sirviéndose de sus dos hijos y de su mujer, amén de amigos y empleados varios. Lo detalla el juez Santiago Pedraz en el auto que envió a prisión al exbanquero y a su amigo y abogado Francisco Javier de la Vega, acusados, entre otros delitos, de blanquear el dinero que ocultó del saqueo de Banesto.

«La declaración no ha durado mucho. En torno a 15 o 20 minutos. Yo creía que iban a preguntar más». Así resumía el miércoles el letrado de Conde, Ignacio Peláez, el interrogatorio a su defendido. De la lectura del extenso y detallado auto de Pedraz puede deducirse que, probablemente, preguntar más era innecesario.

Los informes elaborados por la Brigada de Blanqueo de la UDEF y la UCO de la Guardia Civil no dejan cabos sueltos sobre cómo operaron «de forma continuada» -dice el juez- Conde y su entorno durante casi dos décadas.

Ocho empresas asentadas en una decena de países dispersos por el globo -desde Reino Unido a Emiratos Árabes, Luxemburgo, Curaçao o Suiza- le sirvieron a Conde para enviar, ya fuera en efectivo o vía transferencia, el dinero oculto a España. Aquí lo canalizaba «fundamentalmente» a través de tres sociedades: Barnacla S.A., Black Royal Oak S.L. y Oleificio Español S.A.

Al frente de las firmas, tanto de las nacionales como de las extranjeras, estaban sus hijos, yerno, allegados o empleados, que actuaban como testaferros en el proceso de blanqueo y ocultación -a la justicia y al fisco, al que debe casi diez millones de euros- del patrimonio real de Conde.

En el auto, el juez detalla, por ejemplo, que hasta su fallecimiento en el 2007, la mujer del exbanquero, Lourdes Arroyo, ingresaba en efectivo 18.000 euros trimestrales en concepto de alquiler de la finca mallorquina Can Poleta. Dicha propiedad perteneció «en su día a la familia Conde, pero con posterioridad se transfirieron a una sociedad luxemburguesa para evitar el embargo judicial». La sociedad era una instrumental del propio conde y en la cuenta corriente abierta a su nombre y donde se recibían los ingresos en efectivo de la esposa tenía como firma reconocida a Carlos Castaño, que era el guardés de la citada propiedad, es decir, empleado de Conde.

Pero el guardés no fue el único del que se sirvió, ya que en el auto también se hace referencia a Félix Leonardo Loza Ruiz, chófer del acusado, que además figura empadronado en el mismo domicilio madrileño de Conde -el número 63 de la calle Triana- y que, además de Carlos Castaño o Lourdes Arroyo, realizaba ingresos en una cuenta de la que era titular Alejandra Conde, la hija del exbanquero.

El listado de hombres de paja incluye también al profesor de esquí eslovaco Roland Stanek, también investigado en el caso -quedó en libertad provisional con medidas cautelares- o al ciudadano hindú Manav Kirschinchand Rupani, con quien el yerno de Conde, Fernando Guasch, trató de justificar un abultado ingreso de dinero, argumentando que correspondía a la venta de bienes de su suegro. La excusa no coló y saltaron las alarmas antiblanqueo. Guasch también quedó ayer en libertad con cautelares.


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