Canadá, mercado inexplorado para Galicia
Economía
La entrada en vigor del tratado de libre comercio de la UE con ese país abre grandes posibilidades para las empresas gallegas, que apenas venden allí, pero el acuerdo también tiene sombras
01 Oct 2017. Actualizado a las 05:00 h.
El 21 de septiembre entró en vigor de forma provisional el acuerdo de libre comercio entre la UE y Canadá (CETA) tras seis años de arduas negociaciones. Las bondades de las nuevas reglas de juego comerciales son entonadas por las autoridades europeas, pero son muchas las organizaciones civiles y partidos políticos que se han postulado en contra.
Ahora bien, ¿es el CETA una oportunidad de negocio para cualquier empresa? Las grandes compañías se beneficiarán del acceso ampliado (30 %) a las contrataciones y concursos a todos los niveles de la Administración a excepción de los servicios públicos, audiovisuales y de transporte. En el área de las infraestructuras se abre el horizonte para españolas como ACS, Cintra y Dragados. También será una oportunidad de oro para introducirse en el mercado ferroviario. Las farmacéuticas europeas se frotan las manos: no solo se les abre por completo el mercado canadiense, sino que se refuerza la protección a sus patentes fabricadas en suelo norteamericano.
Para las pequeñas y medianas empresas, responsables de dos tercios del total de las exportaciones españolas, las perspectivas son variables. Por un lado será mucho más fácil para ellas enviar sus productos al reducirse la carga administrativa y los costes jurídicos, pero los expertos apuntan que será difícil que sobrevivan en un entorno de ultracompetitividad sostenida en el tiempo. ¿Solución? Especialización en productos o servicios de alto valor añadido.
Es ahí, en las pymes, donde pueden entrar las firmas gallegas, que tienen Canadá como un mercado inexplorado. Apenas mueven 55 millones de euros en exportaciones al año, una cifra testimonial: solo el 0,5 % del total de las ventas al exterior de las empresas gallegas.
Un ahorro
El levantamiento del 98 % de las barreras comerciales permitirá ahorrar unos 590 millones de euros anuales, según Bruselas. Unas cifras que deberían traducirse en una bajada de los precios para los consumidores, pero todavía es muy temprano para constatar los efectos. Lo que denuncian organizaciones contrarias al CETA es que el ciudadano encontrará muchas dificultades para conocer si realmente los productos que está consumiendo se ajustan a los estándares europeos de seguridad y calidad. Un producto, por ejemplo, que contiene trazas transgénicas podría introducirse en la UE ante la insuficiencia de los controles de frontera. Lo mismo con la carne de vacuno tratado con antibióticos.
¿Será el sector agrícola y ganadero moneda de cambio? Para los productores de vino, lácteos y agricultores, el acuerdo ofrece grandes posibilidades con el reconocimiento de 143 indicaciones geográficas protegidas, 23 españolas. No así para el sector ganadero. Canadá es el campeón de los productos cárnicos de alto valor añadido. Las explotaciones europeas ven difícil competir al mismo nivel, a pesar de que se mantendrán restricciones en forma de contingente (60.000 toneladas de ternera frente a las 7.600 actuales y 75.000 toneladas de carne de cerdo frente a las 12.500 actuales). Ni la leche, ni las aves de corral, ni los huevos entran dentro del acuerdo.
Bruselas calcula que el CETA tiene potencial para crear una media de 168.000 nuevos puestos de trabajo. Pero algunos expertos, como Pierre Kholer y Servaas Storm, lo ponen en duda. En su detallado informe CETA Without Blinders revelan cómo la ultracompetitividad que generan este tipo de acuerdos puede derivar en la destrucción de 204.000 puestos de trabajo de aquí al 2023 en la UE, y ahondar en la tendencia bajista de los salarios.
Los cálculos de la Comisión Europea, en cambio, son optimistas. La UE espera aumentar en un 20 % el comercio con el socio norteamericano y añadir 12.000 millones de euros más de beneficios a sus cuentas anuales. Sin embargo, el economista Kholer señala que el impacto en el PIB europeo apenas se notará al cabo de una década (entre un 0,003 % y un 0,08 %). Tampoco beneficiará por igual al conjunto de la UE. Alemania se postula como la gran ganadora. La máquina exportadora germana es la principal suministradora europea de productos farmacéuticos y vehículos a Canadá.
¿Cómo le irá a España? Teniendo en cuenta que Canadá es su vigésimo socio comercial fuera de la UE, cualquier mejora será significativa. Aunque las exportaciones españolas (fundamentalmente fármacos, aceites, vehículos y barcos) subieron entre el 2015 y el 2016 un 8,5 %, las importaciones de minerales, aeronaves, químicos y aparatos mecánicos de Canadá están subiendo a un ritmo más rápido (32,4 %), poniendo en serios aprietos el frágil superávit comercial español, de 185 millones el pasado año.