La Voz de Galicia

Adiós carbón, bienvenidas renovables

Economía

f. fernández redacción / la voz

De las 14 centrales condenadas al cierre, cinco lo harán dentro de dos años; y otras tantas, Meirama entre ellas, están en el aire. En el 2045 pararán las últimas: As Pontes y Almería

18 Jun 2018. Actualizado a las 11:08 h.

Adiós carbón, hola renovables. Es lo que está deseando pronunciar la nueva ministra que asume las competencias de energía, Teresa Ribera. Su departamento lleva el más que significativo nombre de Transición Ecológica, aunque para gritar esa frase tendrá que esperar unos años. El cierre de las centrales más contaminantes se hará de forma paulatina porque así, de repente, el sistema eléctrico no podría prescindir de 10.000 megavatios de capacidad de generación (el 10 % del total) y 46.000 gigavatios hora de producción en el 2017 (el 18 %). En sus primeras declaraciones como ministra, Ribera establece el 2025, o sea, dentro de siete años, como fecha orientativa para el fin del carbón, aunque no hay una «decisión cerrada», declaró hace unos días en una entrevista radiofónica.

Ese horizonte temporal coincide con el marcado por algunas de las empresas que explotan las catorce centrales térmicas que producen energía quemando carbón (dos de ellas, en Galicia).

Pero no con todas. Así, Endesa pretende extender la vida útil de las plantas de As Pontes y de Litoral (Almería) hasta el 2045, que funcionan, por cierto, con carbón de importación; y EDP, mantener las suyas de Soto de Ribera y Aboño (en Asturias) hasta el 2030. Para ello, ambas compañías han tenido de rascarse el bolsillo de lo lindo para acometer una serie de reformas en las instalaciones a fin de reducir drásticamente las emisiones contaminantes a la atmósfera y poder mantener abiertas las plantas más allá del 2020. Es una imposición de la directiva europea de emisiones, cocinada en Bruselas, y que viene a decirles a las compañías con centrales de carbón que pueden seguir con ellas, pero recortando su contaminación. Endesa apostó por continuar produciendo en As Pontes y en Litoral, en las que está invirtiendo en torno a 400 millones de euros en reformas. Estas obras les darán 25 años más de vida a las plantas, o sea, hasta el 2045.  

Las de EDP, hasta el 2030

La lusa EDP ha hecho lo propio, tras gastar 100 millones en sus dos térmicas asturianas, pero el horizonte de Soto de Ribera y Aboño es el 2030, según confirmaron fuentes de la compañía lusa, propietaria de la española HC (Hidrocantábrico).

Las empresas no esperan que el Gobierno central tire por la borda tales inversiones y obligue a cerrar las térmicas antes de agotar la nueva vida útil.

En cambio, precisamente por no realizar esas obras para reducir emisiones a las que obliga la directiva europea, están condenadas al cierre a partir del 2020 -pueden seguir hasta el 2030, pero funcionando unas pocas horas al año- cinco centrales de carbón por exceso de contaminación. Son las de Lada (Asturias) y Velilla (Palencia), las dos de Iberdrola. Su presidente, Ignacio Sánchez Galán, hace unos meses, provocó un enfado de aúpa al anterior ministro de Energía, Álvaro Nadal, al anunciar que quería clausurar sus dos térmicas en el 2020. La solicitud de cierre está presentada.

También se apagarán dentro de dos años las de Endesa en Andorra (Teruel) y Compostilla (León); y la de Gas Natural Fenosa en Anllares (León).

Estas son las cinco centrales cuyo cierre a corto plazo está confirmado por las empresas. Pero hay otras cinco cuyo futuro pende de un hilo, pues sus propietarias no acaban de deshojar la margarita sobre si acometerán o no finalmente los trabajos de adaptación a la directiva de emisiones. Si los ejecutan, seguirán más allá del 2020; de lo contrario, se apagarán para siempre.

Entre esas cinco está la otra térmica gallega, la de Gas Natural Fenosa en Meirama (Cerceda). Sus 200 trabajadores (la mitad directos) viven con inquietud tal incertidumbre. Bautista Vega es el presidente del comité de empresa, quien explica que la compañía «non desbota facelas obras, tempo hai aínda para decidilo, pero non moito». Vega destacó que la central es rentable y competitiva, «sería unha mágoa para Galicia perder este enclave produtivo». Sin hablar de la repercusión que tendría para Cerceda quedarse sin ese complejo industrial, porque «os postos de traballo máis importantes están fóra da central». Se refiere a los negocios que viven de la actividad que se mueve en torno a Meirama: talleres, bares, restaurantes...

Gas Natural Fenosa celebrará junta de accionistas el miércoles 27. Al día siguiente, el presidente ejecutivo de la compañía, Francisco Reynés, presentará en Londres, para los inversores, el nuevo plan estratégico. En él se desvelará si la térmica gallega seguirá funcionando o no. Como ella, están en la picota las plantas de La Robla (León) y Narcea (Asturias), de la misma empresa.

Viesgo tampoco ha desvelado todavía el futuro de sus instalaciones de carbón de Los Barrios (Cádiz) y Puente Nuevo (Córdoba). «Ahora mismo están funcionando, no se ha decidido qué pasará», explicaron fuentes de la eléctrica con sede en Cantabria.  

Suplir el carbón y el uranio

Si todos los planes se cumplen, en el 2045 cerrarán pues las dos últimas centrales de carbón de España. Para entonces tampoco habrá ya nucleares, si Teresa Ribera mantiene su objetivo de que paren a lo largo de la próxima década. España se quedará con 17.000 megavatios instalados menos, que habrá que suplir con renovables. Aunque el problema de la eólica, en la actualidad, es que solo produce cuando hay recurso y el sistema no puede depender de ella. Precisa tecnologías de respaldo, papel que ahora ejercen los ciclos combinados de gas. Salvo que se avance en el almacenamiento de energía.

En este sentido, los proyectos de modernización que está llevando a cabo Endesa en sus centrales de As Pontes y Litoral incluyen la instalación de baterías de iones de litio para guardar una parte de la electricidad que generen los grupos térmicos. Estos actúan también como respaldo de las tecnologías renovables, de modo que la planta debe adaptar su ritmo de generación a la de los oscilantes parques eólicos.

La batería de iones de litio permitirá el almacenamiento de energía y, consecuentemente, evitará esas subidas, bajadas y hasta apagado de algún grupo generador de la térmica.

 


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