«En Europa lo podemos pasar mal si quiebra el sector del petróleo en EE. UU.»
Economía
El presidente de Petronor reclama la actuación de la UE para salvar la capacidad industrial del continente
26 Apr 2020. Actualizado a las 05:00 h.
Es de los que mira con las luces largas cuando analiza lo que sucede y tiende a ver más allá del corto plazo. A los problemas generales de la pandemia y el covid-19, se suman las turbulencias del sector del petróleo. En los últimos días, el crudo en EE. UU. ha llegado a tener valor negativo. Emiliano López Atxurra, presidente de Petronor, cree que hay muchos peligros detrás de esta crisis y que Europa tiene el reto de apostar por la tecnología y la industria para garantizar un futuro próspero.
-¿Había pensado alguna vez en una situación como la actual?
-Jamás lo hubiese imaginado. No me gustan las novelas de ciencia ficción ni las de miedo. Pero siempre me ha parecido que el ser humano es capaz de adaptarse a las circunstancias más insospechadas, por negativas que sean. España tiene una ciudadanía ejemplar y eso es un activo extraordinario.
-En el capítulo de urgencias, ¿cuál le parece la primera?
-Ayudar a la gente que lo está pasando peor, a los más vulnerables. Eso es lo urgente, el resto es importante.
-Y una situación en la que el petróleo llegase a tener un precio negativo, aunque fuese de forma puntual, ¿la había imaginado?
-Jamás, porque en un entorno de normalidad no se hubiese producido. Estamos ante una desestabilización global, la primera vez que la economía se para casi en seco en un 90 %. En el caso del petróleo lo que se ha producido es una situación combinada. Descenso brutal de la demanda y problemas para almacenar las entregas que vencían ahora.
-Hay analistas que apuntan a una auténtica debacle en EE. UU., debido al enorme endeudamiento que la banca norteamericana tiene en el sector del «fracking».
-Tengo un amigo que dice que yo me altero por cualquier cosa, pero debo reconocer que hace algunos días me asusté ante esa posibilidad. La industria del shale oil sobrevive con precios del petróleo entre 35 y 40 dólares el barril. Por debajo de ese precio es ruinoso, de ahí que las explotaciones estén paradas. Y sí, es verdad, el sistema financiero norteamericano puede resentirse por el abultado endeudamiento.
-¿Es el petróleo ahora la casa del año 2007? ¿Las «subprime» en formato petróleo?
-Si quiebra el sector del petróleo en EE. UU., en Europa podemos pasarlo muy mal. Uno de los problemas de Europa es que no somos capaces de que el euro sea una referencia mundial. En estos momentos no hay forma de comprar un barril de petróleo en euros, hay que hacerlo en dólares.
-El mundo se divide entre optimistas y optimistas. ¿Dónde se coloca?
-Saldremos, de esta saldremos. Quizá no a la velocidad que quisiéremos. La pandemia ha aflorado las debilidades estructurales que tenemos los europeos. Y también creo que en Europa o vamos todos juntos o vamos a estar mucho tiempo comiendo berzas.
-En un artículo se mostraba muy crítico con la posición de los países del norte de Europa que ponen problemas a la hora de aprobar los planes de ayuda.
-Sí. Tenemos la gran suerte de que Nadia Calviño dirija el equipo económico y que tenga a su lado como secretaria de Estado a Ana de la Cueva. Las dos conocen perfectamente los entresijos de la UE y cómo se trabaja entre bambalinas en Bruselas. Y respecto a la postura de algunos países, me cabe la duda de si pretenden aprovechar un momento de debilidad nuestro para sacar tajada.
-Antes de esta crisis, España pedía margen de déficit en Bruselas para endeudarse más.
-También tenemos que ser corresponsables en la gestión. Mire, hace cuarenta años viajábamos por ejemplo a Holanda y nos maravillaban sus trenes. Hoy, que tenemos más kilómetros de alta velocidad que nadie, volvemos a Holanda y nos parece que tienen unos trenes bastante viejos. E imagino que cuando ellos vienen a España piensan que vivimos en un mundo de lujo. Tenemos que demostrar que somos capaces de gastar los fondos que lleguen de la UE con un criterio lógico, reforzando la apuesta tecnológica. Pero con rigor, que hay quien piensa que invertir en I+D es construir un edificio de lujo y cuando van a montar el laboratorio ya no tienen dinero.
-¿Se impone recuperar la producción de algunas cosas?
-Hay que preguntarse cómo es posible que no seamos capaces de fabricar mascarillas o respiradores. ¿Qué hemos hecho? El juego de China no es el nuestro. Sus reglas no son las nuestras. Hay que establecer barreras para equilibrar algunas cosas.
-¿Aranceles, como promueve el presidente de Estados Unidos?
-No, hay otras fórmulas. Se pueden establecer barreras técnicas, de calidad, de homologación e incluso laborales y de emisiones.
-Desde algunos foros se habla de la posibilidad de que el capital público intervenga en las grandes empresas. La UE ya ha mostrado su disposición a rebajar la vigilancia sobre las ayudas de Estado, al menos de forma puntual.
-Una intervención del capital público que sea estratégica y temporal es defendible. Pero para salvar sectores o empresas que sean claves en el desarrollo industrial de un país. Lo hizo Obama con General Motors. Lo han hecho el Reino Unido y Alemania cuando lo han considerado necesario. Italia también. El Estado tiene que tener mecanismos para preservar la fortaleza industrial. Otra cosa es que haya algún aprendiz de brujo que quiera aprovechar que una situación de este tipo se convierta no en una iniciativa temporal sino en algo estructural. Y no hay cosa que me preocupe más que un aprendiz de brujo con el boletín oficial en las manos...
-¿Cuál es el daño estimado y sus derivadas en el petróleo?
-Es tal la volatilidad de todo, que nos resulta difícil establecer ahora previsiones creíbles.
-¿Congelarán las inversiones?
-Vamos a mantener todos los objetivos que nos habíamos fijado en nuestro plan estratégico. Otra cosa es que estemos obligados a afinar esas inversiones. Sin inversión eficiente no hay futuro.
-Las ayudas públicas se han dirigido a pymes y autónomos. ¿Cree que el Gobierno ha olvidado a las grandes empresas?
-No. Las grandes empresas tenemos que trabajar para consolidar nuestra posición. Las pymes y los autónomos son una prioridad estratégica porque son el eslabón débil y hay que protegerles.