El BCE alerta del riesgo de una nueva crisis de deuda
Economía
La pandemia ha aumentado la vulnerabilidad del sistema financiero que afronta pérdidas «significativas»
26 May 2020. Actualizado a las 18:28 h.
Empresas cerradas, desplomes bursátiles, desempleo masivo, caída libre de la demanda y derramas públicas multimillonarias. Es el escenario que ha dejado en Europa la pandemia del covid-19 en solo dos meses y medio. La devastación es de tal calibre que los gobiernos han tenido que aparcar sus reservas a endeudarse para inyectar líneas de crédito, garantías y subvenciones de emergencia, equivalentes al 20 % del PIB de la eurozona, y salvar así las economías en riesgo de colapso.
Ese despliegue inédito, solo comparable al de los tiempos de posguerra, disparará la deuda de la zona euro por encima del 100 %. España podría rozar casi el 120 %. Las necesidades de financiación de los países más golpeados por la crisis y el endurecimiento de las condiciones en los mercados podrían conducir al euro hacia una nueva crisis de deuda. Así lo atestigua el Banco Central Europeo (BCE) en el informe de estabilidad que hizo público esta tarde: «El incremento en el nivel de endeudamiento podría desencadenar la reevaluación del riesgo soberano y volver a presionar a (los bonos) más vulnerables», alerta el organismo, que pone de ejemplo del deterioro a bancos italianos, portugueses y españoles, que «están cerca del nivel de no inversión (bono basura)». A pesar de que su intervención con los programas de compra de bonos públicos y corporativos vinculados a la pandemia (PEPP) ha ayudado a mantener a raya los diferenciales, el BCE no descarta que las grandes asimetrías en las respuestas fiscales a la crisis conduzca a fragmentaciones en el sistema financiero. Países como España o Italia están en el punto de mira. Para apacigüar los ánimos, el vicepresidente de la institución, Luis de Guindos, insistió en que «eso no lo podemos aceptar». El español refrenda así la posición de su presidenta, Christine Lagarde, quien se mostró dispuesta a sacar la artillería que le queda en la recámara para evitar el resquebrajamiento del euro. Eso sí, el español apuntó con el dedo a las cancillerías más reacias a abrir la mano a los estímulos: «Si las medidas tomadas a nivel nacional o europeo se consideran insuficientes para preservar la sostenibilidad de la deuda, la evaluación por parte del mercado del riesgo de redenominación podría incrementarse».
El deterioro de la calificación crediticia de la deuda, tanto pública como corporativa, es motivo de preocupación en Fráncfort. Pero hay otros muchos que asoman en el horizonte y que tienen como protagonistas a los bancos.
Riesgos bancarios
El sistema financiero es más robusto hoy que hace una década, sin duda. Su capital de máxima calidad es del 15,5 % frente al 8,8 % con el que contaba en el estallido de la última crisis (2008). Pero arrastra problemas de costes y baja rentabilidad en un entorno de enorme volatilidad e incertidumbre. El BCE alerta a los bancos: «La pandemia ha amplificado las vulnerabilidades existentes. Es probable que afronten pérdidas significativas», admite la institución.
Esas pérdidas están vinculadas a la caída del precio de los activos, el deterioro de la deuda en sus balances y su exposición a créditos con una alta probabilidad de impago a causa de la cascada de quiebras que se podrían producir en los sectores más dañados por las restricciones. Unos impagos en los que podrían incurrir empresas (el 25 % de ellas aseguraron disponer de liquidez para solo dos meses), pero también familias. Aunque estas últimas mejoraron el nivel de ingresos y ahorro en los últimos años, los colchones podrían ser insuficientes para evitar caer en la morosidad. En este sentido, el BCE aplaude las moratorias y medidas encaminadas a complementar los ingresos que han concedido algunos gobiernos para reducir riesgos. No obstante, prefiere no pronunciarse sobre la necesidad de extender amplias redes de protección social ante una potencial sangría en el mercado laboral: «A pesar de los esquemas para mantener el empleo, existe el riesgo de que un número significativo de trabajadores pierdan sus empleos si las empresas finalmente tienen que adaptar sus negocios a la demanda», advierte.
Tampoco se libran los seguros y fondos de pensiones. Además de la huida de capital, se enfrentan a un deterioro por la pérdida de valor de los activos y a un entorno prolongado de bajos tipos de interés.
El escenario es de «estrés» al alza. El riesgo de quiebras ha alcanzado el pico registrado en el 2016, tras el referendo del brexit. Aunque la autoridad bancaria no lo ha podido cuantificar porque los tests de resistencia los ha aplazado al 2021, lo cierto es que el BCE aprecia una tensión que va in crescendo. Más si cabe en los países que, como España, todavía no han absorbido el shock de la anterior crisis. Sus bancos son los cuartos que menos capacidad de cobertura tienen para cubrir pérdidas potenciales en los sectores más sensibles como el turismo, la hostelería o el transporte. Por eso ha recomendado a sus cúpulas que, ante el tsunami que se avecina, congelen temporalmente el pago de dividendos. También alerta a gobiernos y grandes empresas: que nadie se relaje porque el riesgo a un «inicio en falso» de la actividad económica podría acarrear consecuencias peores.