Los productos energéticos en llamas: de la mayor depresión a una euforia desatada en pocos meses
Economía
El petróleo se ha revalorizado un 40 % desde enero; los carburantes, un 20 %, y la electricidad, un escalofriante 160 %
03 Oct 2021. Actualizado a las 07:59 h.
La mayor depresión de precios energéticos de la historia reciente -la vivida en el año 2020 a causa del coronavirus- se ha convertido casi en un abrir y cerrar de ojos en una euforia desatada, en una recuperación inédita de las cotizaciones de los principales productos a los que viven maniatados los consumidores. Sin necesidad de mirar muy atrás -cualquier comparación con el deprimido año 2020 arrojaría resultados espectaculares-, basta con repasar lo ocurrido entre enero y septiembre con la electricidad, el petróleo y los carburantes, un trío íntimamente relacionado entre sí. Descubrirán atónitos, si no lo han hecho ya, el bucle alcista en el que están inmersos y que no tiene visos de pararse.
El petróleo ha superado con creces aquellos meses del 2020 en que los productores tenían que comérselo con patatas. Nadie lo consumía y llegó a cotizar en negativo. En los primeros nueve meses de este también aciago 2021, el precio del barril de crudo Brent, el de referencia para Europa, se ha recuperado un 40,5 %, pues los 55,88 euros con los que arrancó el ejercicio se han convertido en 78,52. Y si el petróleo se dispara, lo hace todo lo demás, ya saben. Como los carburantes de automoción. En Galicia, la gasolina cuesta un 20 % más que a principios de año y el gasoil, un 14 % por encima, y cotizan a niveles de hace siete años.
Lo mejor, para el final: la electricidad. Mientras que tanto el crudo como los carburantes no están en máximos históricos, su compañera de fatigas energéticas sí lo está, al menos en España, donde la cotización del megavatio hora producido y comercializado al por mayor en el mercado diario se ha revalorizado un 160 % solo entre enero y septiembre: pasó de 60 a 156 euros. Detrás de esa locura se esconden otros dos productos, el gas natural y los derechos de emisión de dióxido de carbono, y también un modelo de fijación de precios finales que favorece a las tecnologías más caras: en este caso, los ciclos combinados, porque usan, precisamente, gas natural para funcionar y, además, tienen que comprar derechos de CO2. La materia prima -que España importa principalmente de Argelia- ha cuadriplicado su coste desde enero, al pasar de 20 euros el megavatio hora, a cerca de 90.
Pero el incremento del mercado mayorista de electricidad no sería tal drama como es si no fuera porque en España es determinante para fijar una parte de la factura de la luz de los consumidores.
La preocupación en el Ministerio para la Transición Ecológica es tal que, además de bajar impuestos y costes que se pagan en el recibo y que no son consumo eléctrico, la ministra Teresa Ribera se ha visto forzada a abrir un debate público para reformar el modo en que se fija el precio doméstico de la luz. La solución pasaría por eliminar el mercado mayorista como referencia y elegir otra más estable, aunque a costa de fuese más cara. De Guatemala a Guatepeor.
Materiales por las nubes y mayor demanda, dos amenazas para una nueva burbuja inmobiliaria
La inversión vuelve a refugiarse en el ladrillo. El mercado gallego de la vivienda está saliendo reforzado de la pandemia y buena muestra es que el número de hipotecas constituidas sobre viviendas subió un 77,5 % en julio respecto al mismo mes del 2020 en Galicia, hasta sumar 1.285, por valor de 146.854.000, según los datos difundidos esta semana por el INE. La comunidad gallega experimenta la segunda mayor tasa de incremento del número de préstamos para comprar viviendas, solo por detrás de Madrid (83,5 %).
Pero este incremento de la demanda conlleva un serio riesgo inflacionista. Porque mientras las compraventas de viviendas alcanzan niveles del año 2007 y los precios de las casas se recuperan con fuerza, las obras se ven tensionadas y encarecidas todavía más por una brutal escalada del precio de materias primas como el aluminio, que ha subido cerca de un 80 % en el último año.
Empresas de la construcción y compañías distribuidoras de materiales ya han dado la voz de alarma sobre lo que la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras (Seopan) considera una «subida de precios sin precedente en la mayoría de las materias primas básicas de construcción». Según la organización, la escalada de precios afecta al acero, los perfiles metálicos y el aluminio, pero también al cobre, la madera, las mezclas bituminosas o el petróleo, empleados tanto para la edificación como para la obra civil.
Así, según los datos de Seopan, en comparación con el precio más bajo del 2020, el pasado mes de junio el acero corrugado había aumentado de precio un 78 %, el cobre un 102 %, el aluminio un 56 %, el petróleo un 106 y las mezclas bituminosas un 85 %. ACR estima que la subida de los costes de construcción en edificación residencial ha sido de un 9,6 % en el primer semestre del año, y del 7,7 % desde junio del 2020. Según la constructora, este incremento de precios de materiales básicos como el aluminio, el acero, el cobre o la madera tiene su origen en la recuperación de la actividad económica, y se deja ver especialmente en el aumento de los costes de estructura de las nuevas obras (+17 % interanual) y cimentación (+13,4 % interanual).
El aumento en el precio de la vivienda, los retrasos en las obras de construcción y la inviabilidad económica de algunos proyectos son algunas de las amenazas con que se encuentra el sector. Pero el impacto no solo recae sobre la obra nueva, también sobre las reformas, un subsector que se está disparando.
Reformas también más caras
Hacer un lavado de cara a la propiedad es una tendencia al alza favorecida por la pandemia y el excedente de ahorro generado, así como por el encarecimiento y la escasez de obra nueva.
Una reforma íntegra no tiene el mismo coste según la región en la que se resida. Según los datos publicados por el portal especializado i, una reestructuración de un piso de 50 a 60 metros cuadrados suele tener un coste mínimo de 25.000 euros. En el caso de una vivienda de unos 70 a 80 metros cuadrados, puede reformarse desde 35.000 euros; mientras que un inmueble de 80 a 90 metros cuadrados puede costar sobre los 45.000 euros.
Pero de ahí en adelante los precios suben algo más. Para un piso de 100 a 120 metros cuadrados una reforma integral completa se puede hacer desde unos 55.000 euros. Por provincias, y para una superficie de 100 a 120 metros cuadrados, según este portal, el precio medio en A Coruña es de 26.159 euros; en Lugo, de 27.786 euros; en Ourense es de 30.964 euros y en Pontevedra, de 31.313 euros.