La inflación escala al 3,5 % por la gasolina y la luz y pone en duda el fin de las ayudas
Economía
La subyacente baja al 5,8 % y apunta a un moderación en los precios
29 Sep 2023. Actualizado a las 16:16 h.
La cuesta de septiembre de este año ha sido una de las más empinadas de los últimos años. Tras unas costosas vacaciones —en las que muchos optaron por tirar de créditos para no tener que renunciar al retiro estival— la vuelta a la rutina llegó acompañada de una factura energética especialmente costosa que ha dejado huella en la inflación. Según el dato avanzado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el IPC interanual (el que compara un mes con el mismo del año anterior) volvió a escalar en septiembre, para colocarse en el 3,5 %, nueve décimas por encima del registrado en agosto, cuando el coste de la vida subió un 2,6 % en términos interanuales.
A falta de conocer el detalle de cuánto han subido las diferentes partidas que conforman la cesta de la compra (un dato para el que habrá que esperar hasta mediados de mes), detrás de este nuevo susto para el bolsillo de las familias se encuentran principalmente dos culpables: la electricidad y los carburantes.
Los segundos no cejan en su escalada y suman ya doce semanas consecutivas de encarecimientos. Desde principios de verano, ni la gasolina ni el diésel han parado de subir de precio. Según los últimos datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea publicados ayer, el diésel se ha encarecido un 17,3 % con respecto a la primera semana de julio, mientras que la gasolina lo ha hecho un 10,6 %.
A día de hoy, el litro de este último carburante se comercializa a una media de 1,759 euros, lo que supone que para llenar un depósito de 50 litros es necesario invertir casi 88 euros. Tampoco alivia mucho el bolsillo conducir un coche propulsado por diésel, que ya se vende a 1,685 euros de media. Es decir, para pertrechar el tanque de uno de estos vehículo, hace falta desembolsar más de 84 euros.
El otro componente que afecta de forma determinante a la inflación de este mes es la electricidad. Y es que septiembre está a punto de cerrar con un coste medio de la luz en el mercado de generación que supera los 100 euros por megavatio hora.
Efecto base en contra
El conocido como efecto base, que hace algunos meses permitía rebajar bastante la cuenta y ofrecer datos que invitaban al optimismo, ahora actúa en sentido contrario. Hace justo un año, los precios comenzaban a contenerse tras las medidas incluidas en varios paquetes de ayudas públicas y, al hacer la comparación con el coste de la vida de hoy en día, el dato del IPC general escala de nuevo.
Si en otras ocasiones, el dato que venía acompañado de los peores presagios era la inflación subyacente, esta ahora es la que viene cargada de cierto optimismo. Este indicador, que no incluye ni los alimentos frescos ni los productos energéticos por ser los más volátiles, disminuyó tres décimas con respecto a la tasa que se registró en agosto. Así, en el noveno mes del año y comparado con el mismo período del 2022, la inflación subyacente se situó en el 5,8 %, lo que supone su tasa más baja desde junio del año pasado. Y esta cifra tiene su importancia. Porque viene a demostrar que los precios siguen avanzando por el camino de la moderación, abriendo así la puerta al regreso a tasas de inflación menos dañinas.
A pesar de que algunos de los datos no resultan muy halagüeños, el Ministerio de Asuntos Económicos quiso subrayar ayer que «España lleva más de un año entre los países con menor inflación y mayor crecimiento de la zona euro».
Aun así, al Gobierno se le complican un poco los planes. Porque, ante unos datos que siguen sin dar tregua, el Ejecutivo de Sánchez tendrá que decidir dentro de poco qué hacer con el plan anticrisis que puso en marcha hace unos meses que, entre otras, contiene medidas como la rebaja del IVA de los alimentos o la de los impuestos de la factura eléctrica.
Fin de año
Desde la Moncloa se trabajaba ya con la posibilidad de eliminar o modificar algunas ayudas que vencen e próximo 31 de diciembre, pero a la vista del encarecimiento que han experimentado de nuevo productos como la energía y con el pronóstico de que alimentos como el aceite de oliva sigan subiendo, va a resultar muy difícil justificar la retirada de las subvenciones.