La Voz de Galicia

Las familias reducen su dependencia del crédito fácil, pero tiran de cartera

Economía

clara alba madrid / colpisa

Hay 10.600 millones en tarjetas «revolving», un 11,6 % menos en seis meses

26 Aug 2024. Actualizado a las 05:00 h.

La moderación de la inflación y la resistencia del mercado laboral han contribuido a que las familias españolas limiten, aunque sea de forma moderada, la excesiva dependencia al crédito fácil que venían acumulando desde la pandemia. Es cierto que el endeudamiento sigue siendo la opción favorita para encarar las subidas de precios, sobre todo en verano, para financiar las vacaciones, e incluso la vuelta al cole. Sin embargo, el repunte que se está experimentando en el crédito al consumo en general no está teniendo su réplica en el mercado de las tarjetas revolving, que empiezan a mostrar signos de agotamiento tras años de elevada litigiosidad y menor presencia en el escaparate bancario.

Según los últimos datos del Banco de España, el saldo vivo de nuevas operaciones rondaba en junio los 10.600 millones de euros, un 11, % menos respecto a los 12.000 millones de cierre del 2023. El dato, de hecho, no ha superado en ningún mes del ejercicio los 11.000 millones que sí se rebasaron ya a mediados del 2022 por primera vez desde antes del estallido de la pandemia y de la sentencia clave del Tribunal Supremo que calificó de usura los tipos de interés de estas tarjetas que fuesen «notablemente superiores al interés normal del dinero». Esta evolución evidencia que los hogares están tirando de otro tipo de préstamos al consumo para hacer frente a sus gastos, dejando a un lado estas tarjetas que cuentan con ciertas particularidades. Entre ellas, que la deuda derivada se «renueva» mensualmente. Es decir, disminuye con los abonos que se hacen a través del pago de las cuotas, pero aumenta mediante el uso de la tarjeta (pagos, reintegros en cajero, etc.), así como con los intereses —son más elevados que los de otros créditos—, las comisiones y otros gastos que se financian conjuntamente.

Los problemas que han generado a muchos usuarios ha llevado a los bancos a ajustar su oferta a las decisiones de los tribunales, recortando el interés medio aplicado a este tipo de crédito del 21,07% al 20,1% actual en solo seis meses, según datos del Banco de España. «El movimiento acerca a la totalidad de sector a converger en precio con las tablas del supervisor, que pasan a situar los tipos medios de las tarjetas de crédito del 18,2% de diciembre al 18,49% de junio», indican desde la organización de usuarios financieros Asufin. Por otro lado, matizan que esta situación «mitiga la posibilidad de reclamación por tipos de interés desproporcionados, al no superar los seis puntos de diferencia que estableció el Supremo» en su día. Atribuyen el descenso de los volúmenes a «la presión contra este producto que tantos problemas acarrea al consumidor, que ha provocado que las propias entidades retiren de sus portafolios o alteren sustancialmente las estrategias de captación de los clientes». Por ejemplo, algunas de estas tarjetas, como las de Wizink —sancionada por malas prácticas pasadas—, ya no usan como reclamo para su contratación los pagos pequeños. «Por otro lado, también observamos una contención lógica en tanto que hemos asistido a una corrección a la baja de los tipos de interés, que impactan en el precio de la financiación», añaden.

En todo caso, la caída del saldo vivo en revolving no ha tenido impacto sobre las cifras del total del crédito al consumo, que sigue creciendo al ritmo más rápido en casi dos décadas. En total, las familias acumulan más de 189.700 millones de euros en este tipo de préstamos, un dato que no se observaba en las estadísticas desde septiembre del 2006, antes del estallido de la Gran Crisis. Entre todos los bienes, son los duraderos (automóviles, electrodomésticos o textil) los que han impulsado los préstamos. El tirón también se observa en los créditos al consumo de más corto plazo, donde la demanda suele ser más compulsiva y se destina a productos como viajes. El saldo vivo se situó en junio en los 46.571 millones de euros, máximo histórico. Y eso que este tipo de préstamos son más caros.


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