El mutismo preside la cita entre Bush y Aznar, que salió por la puerta de atrás
España
La Casa Blanca se limitó a decir que fue una visita de «un buen amigo» del presidente En el PP creen que la boda real minimizará la repercusión de la gira estadounidense
18 May 2004. Actualizado a las 07:00 h.
«José María Aznar es un buen amigo del presidente». Ésta fue la única declaración oficial que hizo la Casa Blanca respecto a la visita entre el ex presidente del Gobierno español y George W. Bush. El portavoz de la Presidencia, Scott McClellan, no quiso entrar en más detalles tras la reunión. «Aznar es un buen amigo del presidente, pero ahora es un ciudadano privado, es el ex presidente de España y no haré más comentarios», se limitó a decir. Aznar cerró así su gira por Estados Unidos, con una reunión privada con Bush a la que también asistió el secretario de Estado, Colin Powell, y que estuvo marcada por el mutismo absoluto de todas las partes. El ex presidente tampoco hizo declaraciones, y entró y salió a la sede presidencial estadounidense por una puerta de atrás, en una zona fuera del alcance de los informadores. En el Departamento de Estado, un portavoz consideró como «algo normal» que Powell y Bush se reúnan con un antiguo gobernante, pero evitó ir más allá sobre el contenido de la reunión. El mutismo del paso de Aznar por Washington se extendió también a la reunión que celebró el lunes en el Pentágono con el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Ni la delegación que acompaña a Aznar ni el Pentágono hablaron sobre la entrevista, que se produjo en los momentos más bajos para Rumsfeld, tras el escándalo de malos tratos y torturas a prisioneros iraquíes. Mientras el ex presidente del Gobierno era recibido en la Casa Blanca, los dirigentes de su partido en España hacían esfuerzos por llevar al debate preelectoral a otro terreno y se defendían de las acusaciones de los socialistas, que endosaron al PP responsabilidad política en las torturas de los soldados norteamericanos en Irak. Quejas de Michavila El secretario de Comunicación del partido, José María Michavila, se quejó de que Borrell hizo «presuntamente cómplices» de las violaciones de los derechos humanos en Irak a los nueve millones de votantes del PP. El ex ministro de Justicia, en declaraciones en el Congreso de los Diputados, replicó que su partido estará encantado de afrontar el debate de las torturas con el PSOE pero también el de la corrupción y la ética en la vida pública. Resignados ante una decisión adoptada unilateralmente por el ex presidente del Gobierno, los populares se lamentan, siempre en privado, de que se haya dado publicidad a unos encuentros que consideran que podrían haberse mantenido en un ámbito reservado. Conscientes del daño que significa para su estrategia electoral la visita del presidente del partido a EE.UU., los dirigentes populares desean que la boda real eclipse la repercusión de la misma.