La Voz de Galicia

Zapatero sale a pescar votos

España

Manuel Campo Vidal

El presidente volvió feliz de su intervención en la Cumbre Iberoamericana y cuando entró en casa su hija mayor le espetó: «¿Por qué no te callas?»

18 Nov 2007. Actualizado a las 02:00 h.

Está por ver que con su arrebato de simpatía y sus paseos mediáticos el presidente Zapatero logre suplir en tres meses lo que su Gobierno no ha comunicado bien en tres años. Pero en ello está. Volvió feliz de la Cumbre Iberoamericana y cuando entró en casa su hija mayor le espetó: «¿Por qué no te callas?». Solo entonces y cuando vio en el resumen de prensa recortes de Australia, Afganistán y cien países más, comprendió la dimensión del incidente con Hugo Chávez. Lo contó él mismo en la presentación en Madrid del libro Madera de Zapatero, escrito por un entusiasta Suso de Toro que en el acto desesperó con su interminable intervención a los periodistas que llegaban tarde a los telediarios esperando una frase de Zapatero.

En general, al Rey le vino bien lo sucedido en la Cumbre y hasta le ayudó a tapar la noticia de la separación de la infanta Elena, pero a Zapatero, mejor. Seguramente don Juan Carlos hubiera triunfado más con un «!Pero déjale hablar!», menos taxativo. En cambio, el presidente aplicó al comandante venezolano ese bálsamo de prudencia en las formas y firmeza en el fondo que cautiva a su público. Ese día estuvo tan acertado que se lo tuvo que reconocer incluso Aznar, con el que no hablaba desde la noche del 14-M del 2004.

Según Trinidad Jiménez, fue Daniel Ortega el que cargó más contra España, pero Zapatero le desmontó el discurso. «Se les acabaron los argumentos y por eso empezaron las descalificaciones», lamenta, porque le arruinó meses de preparativos en la trastienda.

Zapatero en los platós

Pero con la repercusión de lo sucedido en Chile, Zapatero, feliz, se ha tirado a los platós: Ana Rosa Quintana, Andreu Buenafuente y lo que llegará. Se le ve encantado de haberse conocido, arriesgando hasta el punto de bromear con lo del fiasco de los trenes de cercanías en Barcelona, lo que por poco le cuesta un disgusto. Entretanto, los suyos van pisando charcos -Magdalena Álvarez y Moratinos en cabeza-, pero el PSOE cuenta con la inestimable ayuda del PP. Primero se pelearon con Al Gore a cuenta del cambio climático que inquieta a cualquiera que no ve llover desde hace meses, ni en Galicia. Después se metieron con Zapatero hasta el día que mereció el elogio de su antecesor, que, ciertamente no se prodiga en amabilidades, lo que resta credibilidad a las críticas.

Pero todo ese caudal de simpatía del presidente, no le va a servir para explicar lo que su equipo de comunicación no supo contar: «A partir de ahora ya no me pasará, como autónoma, que tenga que contratar obligatoriamente a alguien que me supla en mi baja maternal para no quedar sin cobertura de la Seguridad Social», explicaba la emprendedora María José Hernández, elogiando la aportación de este Gobierno, en el congreso de Redepyme que organiza la EOI- Escuela de Negocios. Probablemente centenares de miles de personas se beneficiarán de estas y otras decisiones gubernamentales, pero apenas se sabe.

La política comunicativa de este Gobierno ha conseguido, sin embargo, con un río de mensajes que terminan diciendo «Gobierno de España» recuperar imagen, aunque se abuse de la receta. «Que me digan que desayune bien desde el Gobierno de España, me parece excesivo», se lee en las críticas de Internet. Pero sin duda están mejor que hace dos años, cuando la palabra España apenas se oía.

La carrera del PP hacia la Moncloa va por otro camino. Salen de una conferencia política a dos voces, la que trata de hablar de futuro con Rajoy, Juan Costa, Núñez Feijoo, Ana Pastor, Arenas y Ruiz Gallardón, y la que se le paró el reloj el 11-M con Zaplana, Acebes y Mayor Oreja. Con todo, tienen serias posibilidades de gobernar. Tienen una máquina electoral de respuesta garantizada que se enfrenta a una asamblea de sensibilidades y generaciones, que a saber si el domingo 9 de marzo tendrá el cuerpo para votar.


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