Zapatero, con el agua al cuello
España
En estos cien días de emoción y de tensión, por encima de la campaña electoral de cada partido, la clave estará en movilizar a los ciudadanos para que vayan a votar
25 Nov 2007. Actualizado a las 02:00 h.
En cien días se vota y no hay gris posible: o blanco o negro. O Zapatero o Rajoy, ambos con cirineos parlamentarios nacionalistas -muy bien recompensados- que les ayuden a llevar su cruz. A menos que gane, Rajoy no repetirá como candidato. Si Zapatero pierde, ya veremos porque, según su biógrafo Suso de Toro, «no lo saca nadie del cartel de su partido».
Pero en estos cien días de emoción y de tensión, por encima de la campaña de cada partido, la clave estará en movilizar a los ciudadanos para que vayan a votar. El dato nuevo es que, si de los catalanes depende, la participación será muy baja.
Según el Centre d'Estudis d'Opinió, la insatisfacción política se ha disparado y más de la mitad de los catalanes no está conforme con lo que ve a su alrededor. La intención de participación ha caído diez puntos, del 74 al 64%. Si eso se confirma, Zapatero se va a encontrar con el agua al cuello. Son demasiadas cosas: el túnel del Carmel primero, los apagones eléctricos en verano y el caos de cercanías como consecuencia de las obras del AVE que no llegarán hasta dentro de cinco meses por lo menos.
Hay otra interpretación del estudio que señala que los electores más desmovilizados de momento, ante el 9-M, son en Cataluña convergentes y populares. Los convergentes quizás porque contemplan alarmados la deriva soberanista del sucesor de Pujol, Artur Mas, mientras su socio Duran insiste en que con él «no habrá ruptura de Cataluña con España». Pero es dudoso que los populares se queden en casa y, aunque así fuera, resultaría casi irrelevante habida cuenta que el PP solo obtuvo seis diputados en Cataluña. Seis sobre casi cincuenta.
«Una máquina de votar»
Si algo tiene el PP es que su electorado vota como una máquina y la engrasa cada quince días como, por ejemplo, ayer por la tarde en Madrid con la manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. «Ellos tienen una máquina de votar y nosotros más bien una trituradora», afirma preocupado Joan Lerma, ex ministro y actual presidente de la gestora socialista valenciana. La capacidad movilizadora de los socialistas la ponen en duda algunos ministros y dirigentes del partido. Ahí puede estar la sorpresa, porque ir delante en las encuestas -el PSOE ya solo le saca al PP tres puntos escasos- no significa nada si no se va a votar. El propio Zapatero ya lo advirtió en el último comité federal: «No podemos distraernos ni un minuto».
Pero la cesta de la compra se ha disparado y las hipotecas también. El PP asegura que «con Rajoy será posible llegar a fin de mes». Lo que viene huele a «rebajas» a fin de motivar al electorado. Rajoy se centrará en lo económico porque ya le han advertido las encuestas que la peor inversión fue la de utilizar la política antiterrorista rompiendo el pacto no escrito de respeto a esa cuestión.
No podía permitirse asistir a la manifestación de ayer y se excusó «por problemas de agenda». Ruiz Gallardón, por cierto, tenía «compromisos personales contraídos anteriormente» que también le impidieron asistir.
Fortaleciendo su candidatura, Zapatero ya ha anunciado que Solbes y Fernández de la Vega seguirán en su Gobierno, si gana claro, ofreciendo esa continuidad como garantía de buena gestión. A Pérez Rubalcaba lo han enviado a Cádiz como candidato para ver si gana un diputado o al menos mantiene resultados después del castigo laboral en la provincia por la crisis de Delfi. A la vicepresidenta le han encomendado la resistencia en Valencia ante el avance popular.
El único que aspira a mejorar resultados es el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, empeñado en trasladar a las generales su impresionante éxito electoral en las autonómicas después de sustituir al león Rodríguez Ybarra.
Por cierto, que Fernández Vara entró en la Generalitat el otro día y saludó así a Carod Rovira: «Encantado de conocerte, José Luis». Y acto seguido se arrancó a hablar en catalán con lo aprendido en TV-3 con los partidos del Barça. Atención a este personaje político, porque es de lo poco interesante que nos han descubierto las últimas elecciones.