La Voz de Galicia

Aguirre trata de atraer a Zaplana

España

Gonzalo Bareño

La dirección del PP teme que, tras su abrupta salida, el ex portavoz se una al grupo de oposición para intentar un asalto al poder en el 2011 ayudado por hombres de Rato

01 May 2008. Actualizado a las 02:00 h.

El sonoro portazo de Eduardo Zaplana ha acrecentado la sensación de división en el PP y también la situación de desgobierno en un partido en el que Rajoy parece no controlar los movimientos internos. Las formas empleadas por el ex portavoz parlamentario, que avisó a cierta prensa antes que a Rajoy, al que comunicó su deserción cinco minutos antes de que se anunciaran los cargos en el Congreso, ha sentado muy mal en la actual dirección. A pesar de que Zaplana asegure que su marcha es «lo mejor para el partido», lo cierto es que ha querido irse haciendo el mayor daño posible a Rajoy, con el que está muy disgustado. Zaplana entiende que el líder del PP le ha cargado con la culpa de la derrota y no acepta que se haya depurado a todos los que colaboraron con él en el grupo parlamentario.

El público disgusto de Zaplana ha sido aprovechado sin embargo por los partidarios de Esperanza Aguirre para intentar acercar al ex presidente valenciano a sus tesis críticas con la nueva dirección. Mientras los fieles a Rajoy, incluido un enemigo declarado de Zaplana como es Camps, le han dado una despedida tan correcta como fría, Esperanza Aguirre y sus colaboradores se han deshecho en elogios al ex portavoz. Pero no se han quedado ahí. A pesar de que Zaplana proviene de la UCD, los colaboradores de Aguirre no han dudado en describirlo como «un liberal», acentuando así la sintonía con la presidenta madrileña con vistas a una futura colaboración. Ayer, el número dos de Aguirre en la Comunidad de Madrid, Ignacio González, se mostró convencido de que Zaplana «seguirá vinculado» en el futuro al PP y «contribuirá a sus éxitos».

La nueva dirección impuesta por Rajoy es consciente de esos movimientos de Aguirre, que pretende aglutinar el máximo número de dirigentes populares enfrentados a Rajoy para crear así un grupo de poder sólido capaz de afrontar con garantías el asalto al poder del PP en el congreso del 2011. El mayor temor de Rajoy es que en ese sindicato de agraviados acaben integrándose los hombres de Rato, con Juan Costa a la cabeza, que con la excepción de Montoro han sido marginados en el Congreso. Tampoco descartan que Pizarro, que renunció a sueldos multimillonarios en Telefónica y en otros consejos a cambio de los poco más de 3.000 euros que cobrará en el Congreso, acabe por aliarse con Aguirre, con la que mantiene excelentes relaciones, para fortalecer ese grupo que pretende ser la alternativa en el PP. Y si Rato preocupa, todavía más asusta Aznar. A falta de pronunciamientos públicos a favor de Rajoy, se da por hecho que el ex presidente comparte más las tesis defendidas por Zaplana, incluida la teoría de la conspiración sobre el 11-M, que la política de consenso impulsada por Sáenz de Santamaría.

Relaciones rotas

Las relaciones entre Rajoy y Zaplana estaban prácticamente rotas antes incluso de la derrota electoral. En el apoteósico mitin que los populares celebraron en Valencia ni siquiera fue invitado para no molestar a Camps, principal aliado, de momento, del presidente del PP. Lo que más dolió a Zaplana y a su entorno fueron las declaraciones, previas a las elecciones, en las que Rajoy se desmarcaba de la actuación del PP sobre el 11-M. «Yo no he llevado este tema al Parlamento nunca. Nunca. Nunca he participado en ningún debate sobre el 11-M ni he formulado ninguna pregunta sobre el 11-M», dijo Rajoy en una entrevista el 6 de marzo. «A mí se me pueden reprochar muchas cosas, pero haber enredado en este tema me temo que no. Oiga, pregunte usted en otro lado», añadió Rajoy en unas declaraciones tachadas de miserables por el entorno de Zaplana.


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