La Voz de Galicia

Los asesinos de Buesa reconocen que prepararon el atentado durante la tregua del 98

España

EFE

Uno de los testigos identificó a «Txapote» como jefe del comando y reconoce que les ordenó que debían preparar acciones para cometer tras la ruptura.

20 Oct 2011. Actualizado a las 20:10 h.

Los tres etarras condenados por el asesinato del dirigente socialista Fernando Buesa y su escolta en 2000 en Vitoria han reconocido que durante la tregua decretada por ETA en 1998 y rota en diciembre de 1999 recopilaron informaciones sobre posibles objetivos «por si se rompía en un futuro».

Así lo han manifestado Diego Ugarte, Asier Carrera y Luis Mariñelarena, miembros del «comando Ituren» de ETA que han declarado como testigos en el juicio celebrado en la Audiencia Nacional contra el exjefe militar de ETA Francisco Javier García Gaztelu, «Txapote», que se ha negado a declarar porque, según ha afirmado, «todo lo que hay decir está dicho».

Según el fiscal, Daniel Campos, «Txapote», como responsable de los comandos ilegales de la banda, ordenó asesinar a Buesa y su escolta Jorge Díez dentro de la campaña que ETA inició tras romper la tregua en diciembre de 1999 contra los miembros del Partido Socialista en Euskadi, por lo que ha pedido para él 105 años de cárcel y que indemnice a los hijos del político con 500.000 euros y con la misma cantidad a los del escolta.

Los tres testigos han admitido que durante el alto el fuego elaboraron informaciones sobre objetivos contra los que atentar y, en concreto, Ugarte ha asegurado que, pese a que tenían «la obligación de parar cualquier acción ofensiva», no dejaron de recabar datos «por si se rompía en un futuro», aunque no ha sabido decir si se lo ordenó la banda.

«Había una tregua y no pensábamos en actuar ni nada», ha declarado Mariñelarena, que ha añadido que en el comando no hacían las cosas por su cuenta, sino «a las órdenes de alguien de ETA» y ha admitido que «de alguna manera» García Gaztelu era el responsable del «Ituren».

Ha explicado que «Txapote» no les dijo que se iba a romper la tregua y que debían preparar acciones para cometer tras la ruptura, si bien, preguntado por el fiscal Daniel Campos si recibían órdenes del acusado, ha respondido: «Sí, e incluso las de otros».

Sin embargo, los otros dos terroristas no han reconocido al exjefe militar de ETA y han señalado que lo conocen de la cárcel -según Carrera- y de verlo por la televisión -según Ugarte-.

Los testigos tampoco han dicho que fuera el exdirigente etarra quien les entregó los explosivos para atentar contra el portavoz del PSE en la Cámara vasca y Mariñelarena ha indicado que se reunieron con él varia veces en el sur de Francia, pero no recuerda sobre qué hablaron.

En ese momento, la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, le ha preguntado si «se juntaba con García Gaztelu en Francia para hablar del tiempo», a lo que el testigo ha contestado: «Habré hablado de cosas sobre ETA con él, pero también del tiempo».

Esa no ha sido la única intervención de la magistrada, que al comienzo de la declaración de Carrera le ha mandado callarse porque al entrar en la sala ha sonreído y saludado al acusado y se ha puesto a hablar con él, por lo que Murillo le ha ordenado guardar silencio porque «no estamos en un restaurante».

Según el fiscal, el comando intentó acabar con la vida de Buesa hasta en tres ocasiones, aunque no pudieron ejecutar la acción «por diversas circunstancias ajenas a su voluntad» hasta que el 22 de febrero de 2000 hicieron estallar un coche-bomba por donde pasaba el político habitualmente, lo que causó su muerte, la de su escolta e hirió a otras dos personas.

Para el fiscal, ha quedado acreditado que la «macabra elección de qué familias iban a vestir de luto» le correspondió a «Txapote», y ha subrayado que existe prueba suficiente de que el exjefe de ETA fue el que pidió, y aquí Campos parafraseó al poeta Miguel Hernández, que «ese hachazo invisible y homicida golpeara aquel 22 de febrero de 2000».

«Poco le importa una condena más», ha concluido el fiscal antes de añadir que al Ministerio Público sí que le importa, al igual que a las familias de los fallecidos, que se merecen una reparación.


Comentar