«Las primarias solo son accesibles a las élites del PSOE»
España
Apoya a Madina y pide a Rubalcaba que se vaya «para que no salga mal»
02 May 2014. Actualizado a las 07:00 h.
Juan Carlos Rodríguez Ibarra (Mérida, 1948) disfruta de su jubilación voluntaria sin perder de ojo la actualidad política. «A mí no me echó Zapatero, me fui yo cuando me dio el infarto y decidí que había llegado la hora de retirarme», cuenta atento a lo que ocurre en la vida interna del PSOE y de paso por A Coruña para participar en una charla sobre la transición junto al exalcalde de A Coruña Francisco Vázquez y el exrector de la UDC José Luis Meilán, que organiza hoy Unión Coruñesa, en las dependencias de la Fundación NCG de la ciudad herculina, a partir de las 19.45 horas.
-Habla usted de que el PSOE tiene que recuperar sus certezas para conquistar de nuevo al electorado que le dio la espalda.
-Claro. Tenemos que dar la imagen de partido con unos objetivos definidos, que no se tambalea ni recula y que tiene claro el proyecto que quiere ofrecer a la sociedad, basado en la igualdad. Lo de socialista y obrero puede ser más o menos discutible en función de los tiempos. Porque un trabajador de Facebook, ¿es o no un obrero?. Lo que no puede dejar de serlo bajo ningún concepto es lo de partido español, con un proyecto común para todos, atento a las especificidades de catalanes, murcianos, extremeños, gallegos o de cualquier otro sitio, pero, insisto con un proyecto común basado en la igualdad de todos, que es lo que nos distingue del PP.
-¿Quién tiene la responsabilidad o la culpa de que el PSOE haya perdido esas certezas?
-Es una clara consecuencia del cambio de modelo del partido, de la forma de elegir a los dirigentes. Antes, el secretario general, y yo lo fui de mi federación veinte años, tenía mucho poder, pero sabía que en cualquier momento los miembros de su dirección le podían cesar. Ahora, con el cambio para las primarias, nadie se mueve porque se elige un hiperliderazgo y nadie se atreve a discutirlo por miedo a perder el puesto. Si no hubiera habido ese hiperliderazgo como el de Zapatero, ningún secretario general se hubiera atrevido a cambiar la Constitución en una tarde y por teléfono porque lo manda Europa.
-Le disgustan las primarias.
-Es que eso fue un invento de Joaquín Almunia para legitimarse y librarse de la sombra de que había sido elegido por el dedo de Felipe González. Y perdió y aquello acabó como acabó. Muchos de los males actuales del partido vienen de aquella época. Además, las primarias solo son accesibles a las élites del PSOE, a los que están liberados o que ocupan algún cargo público, porque a ver qué militante puede llegar a su trabajo y decir que se coge tres meses libres para ir a dar mítines o reunirse por toda España.
-En todo caso, apoya a Eduardo Madina en ese proceso.
-Sí, ya lo he dicho varias veces. Me parece que tiene una buena cabeza política, respeto a la cultura de partido, visión de futuro y, además, es una bellísima persona.
-¿Qué papel le espera a Alfredo Pérez Rubalcaba?
-Yo le tengo mucho respeto y cariño a Alfredo y le he aconsejado que no se presente para que no salga mal de la secretaría general, como le pasó a Zapatero, porque eso es una mala noticia para el partido. Yo le diría que convoque un congreso extraordinario tras las elecciones europeas y diga que cogió el PSOE en una situación muy difícil en el 2011, que lo ha traído hasta aquí sin que se rompa y que dé paso a otra dirección.
-¿Qué papel deben jugar los veteranos como usted en ese proceso de renovación?
-Yo no me prodigo mucho en intervenciones públicas o entrevistas a nivel nacional. Y no creo que Paco Vázquez, José Bono o yo estemos molestando cuando hablamos. Nos gustaría constituirnos en una cierta voz de experiencia dentro del partido. Claro que hay que renovar, pero para eso hay que quitar las ramas viejas, pero no destruir las raíces. Y Paco Vázquez es un ejemplo en el socialismo gallego y una de sus raíces, claro.