La Voz de Galicia

La dramática declaración de la joven violada por La Manada

España

Juan M. Arribas Redacción

Así es el grave trauma que sufre

05 Dec 2017. Actualizado a las 13:41 h.

«Me vi rodeada por aquellos cuatro, noté que me quitaban la riñonera, el sujetador y me desabrochaban el jersey atado a la cintura. Empecé a sentir más miedo cuando me agarraron de la mandíbula y me acercaron para hacer una felación, y otro me agarraba de la cadera y me bajaba los leggins. En ese momento estaba totalmente en shock, no sabía qué hacer, quería que todo pasara rápido y cerré los ojos para no enterarme de nada y que pasara rápido».

La dramática declaración de la víctima de la violación de los Sanfermines, publicada por Noticias de Navarra, describe la brutalidad de la agresión y el miedo atroz que sintió durante la violación. «Me daba igual lo que pasaba. Me sometí para que acabara». La mujer relata también las graves consecuencias psicológicas que padece desde entonces (pesadillas, insomnio, problemas de concentración) y que la defensa de La Manada ha querido cuestionar.

La joven, a preguntas de la fiscal del caso, Elena Sarasate, relata paso a paso las horas previas a la agresión, cómo conoció a los jóvenes sevillanos, cómo caminó con ellos por la calle y el momento en que La Manada la introdujeron en el portal. «Estuve todo el rato de rodillas o semiagachada. Recuerdo la presión en la mandíbula y que me tiraban del pelo, de la coleta». La agredida asegura que reaccionó sometiéndose porque «cuando me vi rodeada sentí miedo» y que durante la violación perdió la noción del tiempo. «Solo veía tatuajes en la tripa y en la zona alta de la pelvis. Escuchaba alguna que otra risa. Recuerdo a uno que decía «quillo, quillo, me toca a mí». Y añade que ninguno de los agresores usó preservativo.

La mujer agredida narra también cómo La Manada abandonó el portal escalonadamente, pero muy rápido. «Yo estaba desnuda, con camiseta, me vestí, me puse el jersey y busqué la riñonera. Ahí me di cuenta de que habían robado el teléfono. La riñonera la tenía hacia el final del rellano, al lado de unos vasos de cubata». A preguntas de la fiscal y del abogado de la acusación, la joven niega haber hablado de sexo con los sevillanos y haber mantenido en otras ocasiones relaciones en grupo. También reconoce que había bebido «pero era consciente de la situación. No iba con tal tasa de alcohol para que no pudiera hablar ni andar con normalidad».

Las consecuencias psicológicas de la agresión sexual de La Manada también ocupa un espacio preponderante en el interrogatorio. La joven asegura en su declaración que se sentía culpable y lo describe pormenorizadamente. «Se me quitaron las ganas de hacer cualquier cosa y necesitaba respirar. En mi cabeza estaba todo el rato pensando en esto, e incluso cuando estaba de fiesta me ponía a llorar y no podía parar. No hablaba del tema y a la vez buscaba noticias para encontrar una explicación lógica. Tenía pesadillas, insomnio, problemas de concentración. He sido buena estudiante y no me presenté a los exámenes. porque no era capaz de centrarme».

«Me fui de vacaciones con mi amigo y su familia, y a mi pueblo. Estuve una semana en la playa con la madre de mi amigo, que es psicóloga, y me dijo que me podía venir muy bien. Decidí irme con ellos porque era una cosa que siempre lo he hecho y no quería cambiarla», manifiesta. ¿Colgaba en las redes sociales fotos si estaba de fiesta o con amigos?, cuestiona la fiscal. «No iba a colgar fotos llorando», responde la víctima de La Manada. «Mi normalidad era colgar fotos de fiesta y seguí haciendo eso. Había muchos conocidos que sabían que había ido a los Sanfermines y por eso puse también una foto con mi amigo. Quería evitar que se me relacionara con esto, yo nunca dije que era esa chica». Y añade que los psicólogos le recomendaron que no se quedase en casa, que siguiese adelante.

La joven fue consciente de haber sido seguida por detectives privados. «Me afectó, no solo por los síntomas que suele tener una víctima de este tipo de agresiones, sino que hay que sumar un sentimiento de supervigilancia. Salía a la calle pensando que me iban a secuestrar, sentía que todo el mundo me observaba y necesitaba sobreprotegerme», explica la supuesta víctima de La Manada.


Comentar