Las claves del acuerdo con ERC: Sánchez se abre a crear para Cataluña una consulta no prevista en la actual legislación
España
El acuerdo con ERC exige que en 15 días a partir de la formación del Gobierno se ponga en marcha una mesa de diálogo con la Generalitat
03 Jan 2020. Actualizado a las 18:22 h.
Sánchez está dispuesto a crear un mecanismo de consulta a la ciudadanía catalana no contemplado en el actual ordenamiento jurídico. Es una de las principales claves del acuerdo que le garantizará la abstención determinante de Esquerra Republicana de Catalunya en su investidura. El texto, que fue dado a conocer el jueves, después de que el Consell Nacional de la formación secesionista le diera luz verde, apenas tiene página y media y está plagado de ambigüedades, lo que permite a ambas partes interpretarlo de la manera más acorde a sus propios intereses. En todo caso, contempla, como exigían los republicanos, la creación de una mesa entre el Ejecutivo y la Generalitat para discutir sobre el estatus político de Cataluña.
Ese foro, de nueva creación, será paritario -es decir, en él habrá dos delegaciones elegidas libremente por las partes y de idéntico número- y deberá empezar a funcionar, según lo pactado, quince días después de que se haya constituido el Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos, lo que podría tener lugar entre la semana que viene y la próxima. Los socialistas no se oponen en esta ocasión a que la Generalitat ponga encima de la mesa una propuesta para un referendo de autodeterminación, algo que sí se presentó como un escollo en febrero del pasado año cuando trataban de negociar el apoyo de los secesionistas a sus Presupuestos, pero en ningún caso se comprometen a aceptarlo.
El documento establece expresamente que en ese espacio, del que se desvinculó el presidente de la Generalitat, Quim Torra, deberán buscarse «acuerdos que cuenten con un apoyo amplio de la sociedad catalana». Y a continuación llegaría la parte clave: «Ambas partes se comprometen a impulsar la efectividad de los acuerdos que se adopten a través de los procedimientos oportunos». Para materializar esos eventuales acuerdos, el PSOE ha aceptado someterlos «en su caso» a una «validación democrática» a través de consulta a la ciudadanía catalana.
En principio, cabría pensar que los socialistas apelan en este párrafo a algo que siempre han planteado, una nueva reforma del Estatuto que exigiría el correspondiente referendo. Pero el texto abre una posibilidad que va más allá. No en vano, habla de una consulta «de acuerdo con los mecanismos previstos o -y aquí vendría el matiz importante- que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político». Es decir, que no se descarta una modificación legislativa ad hoc.
Los socialistas han logrado introducir como ligera salvaguarda que no solo lo que pacten los Gobiernos tendrá trascendencia. Y en el texto se matiza que la mesa deberá trabajar en coordinación con otros espacios de diálogo institucionales como la Comisión Bilateral Generalitat-Estado recogida en el Estatuto de Autonomía y la mesa de partidos que se creó en el Parlamento catalán pero que no ha llegado a funcionar nunca.
Estabilidad precaria
Con su pacto con el partido de Oriol Junqueras, Sánchez se garantiza, salvo sorpresa, que el próximo martes 7 será investido presidente del Gobierno, pero no necesariamente dispondrá de estabilidad para gobernar porque con los republicanos no se ha acordado, por ejemplo, el apoyo a las cuentas públicas u otras iniciativas legislativas. Es más, Esquerra estará en condiciones de supeditar su apoyo, cada vez que sea necesario, a avances en la mesa de negociación. El punto cuarto del acuerdo dice que se establecerán «mecanismos para garantizar el inicio y mantenimiento de su actividad (de la mesa) y el cumplimiento de los acuerdos».
A cambio, sin embargo, la formación independentista no ha fijado ningún plazo temporal para alcanzar un acuerdo, lo que da a los socialistas cierto margen de maniobra. Sobre todo si, como desde hace tiempo señala un sector del secesionismo, lo que busca ERC es una «pista de aterrizaje» para volver al autonomismo hasta conseguir ampliar la base social necesaria a favor de la creación de un Estado catalán.
Ya hace tiempo que Esquerra trata de desmarcarse de sus socios en Cataluña. Lo hizo en la votación de julio pasado y lo hará en esta nueva ocasión. El vicepresidente de la Generalitat y coordinador del partido, Pere Aragonès, que sale reforzado tras el Consell Nacional de ayer, trasladó a la militancia que «vale la pena» intentar una negociación con el Gobierno aunque «no será fácil, ni de un día para otro». «No somos ingenuos y no vamos a vender magia», dijo. Su propuesta obtuvo el apoyo del 96% de los consejeros del partido, sin apenas oposición. ERC cree que ha conseguido aquello que pedía al inicio de la negociación con los socialistas: a su juicio ha logrado sentar al Gobierno a la mesa, no para discutir sobre «transferencias autonómicas» como en los «últimos 40 años», sino para resolver un «conflicto político».
Además, ven reconocida la «bilateralidad», la «libertad de contenidos», de tal manera que podrán defender la autodeterminación y la amnistía, un calendario transparente y una «consulta legal y acordada». «Este es el inicio, no el final», defendió Aragonès.
Brecha gubernamental
La estrategia de los republicanos de «abrir un camino de diálogo» está recibiendo duras críticas por parte del secesionismo más irredento, que los acusa de dejarse engañar y de permitir la investidura de quienes avalaron el 155. Ellos se defienden con el argumento de que nadie puede darles lecciones de nada, cuando su líder está en prisión condenado a trece años, y esgrimen además que no puede ser que se les critique haber conseguido sentar al Gobierno central en una mesa para abordar el «conflicto», cuando esto es precisamente lo que se viene pidiendo desde hace años. Fuentes republicanas creen que JxCat acabará aceptando la negociación con Madrid y que el propio Torra, aunque recela del acuerdo, será el primero en querer ir a la primera reunión.
ERC es consciente de los «riesgos» que corre facilitando la investidura de Sánchez, ya que las elecciones en Cataluña están a la vuelta de la esquina y la campaña de JxCat se antoja feroz en este sentido. Pero Aragonès trató de lanzar un mensaje tranquilizador. «No tengamos miedo, aprovechemos la oportunidad», pidió. Está por ver cómo responde el electorado independentista a la apuesta de los republicanos por tratar de rebajar la tensión.