Entre la tila y la bronca, todos están pendientes del martes
España
Batet niega a Cayetana Álvarez de Toledo su demanda de leer el el acuerdo PSOE-ERC; Becerril indignada y la Conferencia Episcopal, inquieta
04 Jan 2020. Actualizado a las 22:58 h.
Fue un debate bronco, un juego a varias bandas que acabó convertido en un cara a cara en el que las concesiones de Sánchez a ERC para lograr su apoyo fueron la espada de Damocles usada por los partidos de derechas para intentar cortar de raíz las bases del acuerdo para ponerlo al frente de la Moncloa. Uno de los momentos más tensos fue cuando el presidente en funciones defendió que fueron José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba quienes acabaron con ETA.
Bastó que esas palabras resonaran en el hemiciclo para que la popular Teresa Jiménez Becerril, hermana de Alberto Jiménez Becerril, concejal del PP de Sevilla asesinado junto a su esposa en 1998 por la banda terrorista, saltara de su escaño para reprocharle sus palabras: «Están ahí», le dijo mientras señalaba a los escaños de EH Bildu.
No fue el único desencuentro más allá del generado dentro de un debate seguido desde la desangelada tribuna de invitados por la presidenta del Senado, Pilar Llop; su predecesor, Manuel Cruz; el vicepresidente segundo de la Cámara Alta, Pío García Escudero; la secretaria general del PSOE de Andalucía y expresidenta de esta comunidad, Susana Díaz; la líder del PSE-EE, Idoia Mendia; el fundador de Podemos Juan Carlos Monedero; el secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo, y el presidente de Mensajeros de la Paz, el padre Ángel.
Antes de empezar la jornada, Cayetana Álvarez de Toledo, pidió que el debate arrancara con la lectura del pacto PSOE-ERC. Pero su petición chocó con la negativa de la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet. Más allá de eso fueron varias las veces en las que la presidenta de la Cámara tuvo que calmar a sus señorías. Una de las más sonadas fue cuando la corrupción se coló en el debate y desde las filas populares comenzaron a corear «¡Ere! ¡Ere!». Fue entonces cuando Batet invitó a los diputados a «dejar la plaza del pueblo» para calmar los ánimos. También tuvo que pedir silencio cuando el diputado de Vox Víctor Sánchez del Real llamó «analfabeto» a Pedro Sánchez, después de que este conectara en la misma frase a Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, del siglo XI, con la toma de Granada por los Reyes Católicos, en el siglo XV. Pero hubo quien también llevó tila al hemiciclo. Fue el portavoz de Compromís, Joan Baldoví, quien blandiendo una bolsa aconsejó a los diputados «de la derecha y ultraderecha» que dejen el «napalm y la gasolina» y opten por la tila: «No hay nada más castizo y español, y hace verdaderos milagros».
El ambiente que se respiró en el Congreso también sobrevoló fuera de la Cámara. La Conferencia Episcopal, por ejemplo, manifestó su inquietud sobre un acuerdo PSOE-Unidas Podemos.