La Voz de Galicia

Ruido de sables sin sables

España

Fernando Ónega Fernando Ónega
Margarita Robles, en la Comisión de Defensa del CongresoMargarita Robles, en la Comisión de Defensa del Congreso

05 Dec 2020. Actualizado a las 05:00 h.

Que nadie se engañe: el chat del desahogo de un militar al que le gustaría fusilar a unos cuantos españoles —unos 26 millones, todavía quedarían vivos otros 20— no es más que aquello que decía Tip llenando un vaso de agua: «Regardez la gilipolluá». Que nadie se engañe tampoco ante la carta o las cartas que otros supuestos militares le escribieron al rey y parece que a alguna institución europea: es otro desahogo de personas que ni siquiera son nostálgicas del franquismo, como los golpistas del 23-F. Son simplemente unos venados que quizá bajo la inspiración de unas copas decidieron prolongar la juerga por escrito. A Su Majestad el Rey, qué menos: que se entere cómo anda de cabreado el personal.

Los redactores y los firmantes no son nadie numéricamente, por mucha gresca que monten. Como dijo José Bono en una emisora de radio, son menos de los que acuden a las procesiones en su pequeño pueblo manchego. Tampoco son nadie militarmente: son unos ociosos ya retirados que no tienen nada mejor que hacer para pasar el tiempo. Tampoco representan a nadie: son rescoldos de los viejos espadones, clases pasivas que van por el mundo presumiendo de patriotas y creyendo tener la solución a los problemas de la nación: una fórmula pacífica, democrática y de general aceptación, un golpe de Estado, que la cosa está mu mal. Y seguramente les gusta o tienen nostalgia de los tiempos aquellos del ruido de sables, pero vaya por Dios: tampoco tienen sables porque no están en activo.

A pesar de todo, están siendo noticia porque eso de los militares en conspiración suena a novelesco y porque tenemos la tradición de golpistas que creíamos cerrada y conjurada para siempre con el 23-F. Ahora ocurre que esas veleidades se instalan en el alma de la vieja generación. Parece un homenaje a la nostalgia, que, como dice Simone Signoret en el título de sus memorias, ya no es lo que era.

Y están siendo noticia también porque la ministra de Defensa, Margarita Robles, montó en cólera, mandó los chats al fiscal, el fiscal le pidió la identificación de los levantiscos y eso mantiene la pequeña tensión informativa. Y porque el vicepresidente del Gobierno lanzó la insidia de que los franquistas pretenden rodear al rey con su cariño, lo cual encierra una maldad muy propia del señor Iglesias. Y porque el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el JEMAD, también se sintió en la obligación de hacerles frente como si fuese un levantamiento serio y lanzó un comunicado de condena de los díscolos y elogio a unas Fuerzas Armadas ejemplares. Tengo dudas de si esa respuesta es acertada, porque les da eco, pero estoy dispuesto a aceptarla: no sea que a alguien se le ocurra titular que a España vuelve el golpismo. Lo único seguro es lo que dicen Margarita Robles y el general Miguel Ángel Villarroya: que los aprendices de sediciosos no son, ni mucho menos, el Ejército de verdad.


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