Felipe VI, factor clave de la estabilidad institucional en tiempos de crispación
España
Ejemplaridad, transparencia y renovación, señas de identidad de su reinado
17 Jun 2024. Actualizado a las 12:10 h.
«Una monarquía renovada para un tiempo nuevo». Esa fue la frase clave del discurso de proclamación de Felipe VI como rey de España el 19 de junio del 2014 ante las Cortes Generales. «La Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente», señalaba. «Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y la ética inspiren —y la ejemplaridad presida— nuestra vida pública», añadía. El rey marcaba distancias con su padre, que había abdicado tras una serie de escándalos, aunque alababa su «reinado excepcional», y que «nos convocó a un gran proyecto de concordia nacional que ha dado lugar a los mejores años de nuestra historia contemporánea». Felipe VI quería que las nuevas señas de identidad de la monarquía que encarnaba fueran ejemplaridad, transparencia y renovación. Su principal mérito ha sido salvar una institución en horas muy bajas, hacerle un lavado de cara y devolverle gran parte del prestigio perdido.
El discurso contra el «procés»
El momento más crítico de su reinado fue su trascendental alocución televisada del 3 de octubre del 2017, esperada con máxima expectación (tuvo un 77 % de audiencia), ante los «momentos muy graves para nuestra vida democrática» que se estaban viviendo por el desafío independentista al Estado. Felipe VI expresó su «compromiso como rey con la unidad y la permanencia» de España, que establece el artículo 56.1 de la Constitución. Algunos analistas dicen que fue su 23F. Pero también recibió críticas que le echaron en cara que se extralimitara en sus funciones y rompiera su «neutralidad política». Pero la situación era excepcional tras el referendo ilegal de independencia.
Cortar con su padre
Ha debido tomar decisiones muy costosas personalmente. La más dramática, la que atañe a su padre, con el que ha puesto toda la distancia posible. Si quería hacer realidad su autoexigencia de ejemplaridad debía romper puentes con un rey que había manchado la Corona. Por eso, dio el visto bueno para que saliera de España, tras lo que se expatrió en Abu Dabi en agosto del 2020. También aplicó el cortafuegos a su hermana la infanta Cristina, a la que apartó de la institución y retiró el ducado de Palma, tras su imputación por el caso Nóos.
Transparencia
Felipe VI ha dado pasos importantes en cuanto a la transparencia. Días después de acceder al trono, el 28 de julio, aprobó los llamados criterios de actuación. En primer lugar se diferenciaba a los miembros de la Casa Real (los reyes en ejercicio, Juan Carlos y Sofía, la princesa de Asturias, Leonor, y la infanta Sofía) de los demás familiares, que se denominará familia del rey, cuyas actividades se regulaban. Esos criterios se fueron desarrollando y fueron recogidos en el Real Decreto de 26 de abril del 2022, que, entre otras medidas, abrió las puertas al control externo de la Casa del Rey por el Tribunal de Cuentas. Asimismo, el 22 de abril del 2022, en una decisión sin precedentes, hizo público su patrimonio personal por decisión propia, que era de 2.573.392 euros. Ahora se publican los presupuestos y la asignación de los miembros de la familia real y los regalos recibidos. En otro gesto para separarse de los negocios turbios de su padre, Felipe VI renunció a la herencia del rey emérito tras las investigaciones judiciales que se llevaron a cabo y que fueron archivadas por diferentes motivos, pero que no despejaron las dudas.
Prudencia y sensatez
Durante su reinado, Felipe VI ha demostrado prudencia, moderación y sensatez. Al contrario que su padre, no ha tenido que lidiar con la Transición, porque la democracia estaba consolidada cuando llegó al trono, ni con una amenaza cierta de retroceso que representó el golpe del 23F. Entonces muchos españoles que no eran monárquicos se hicieron juancarlistas. Pero durante el reinado de Juan Carlos en España había un régimen bipartidista con dos fuerzas que se turnaban en el poder. El mundo político en el que se mueve su sucesor es muy distinto, porque el multipartidismo se ha consolidado y resulta muy difícil que haya gobiernos en solitario. Además, las fuerzas nacionalistas e independentistas son más decisivas que nunca en la gobernabilidad del Estado del que se quieren separar.
Durante sus diez años como rey ha habido cinco elecciones generales en nueve años (2015-2023) y ha tenido que gestionar las presiones cuando tuvo que decidir a quién elegía para presentarse a la investidura. A Felipe VI le ha tocado consolidar la monarquía como símbolo de la estabilidad institucional, en unos tiempos en los que predomina la polarización y la crispación.
El papel de Letizia
La reina Letizia ha jugado un papel muy importante en este decenio. Implicada en causas sociales, tiene una gran capacidad de conectar y comunicar con las personas, haciendo valer su pasado como la destacada periodista que fue hasta que se casó con el entonces Príncipe de Asturias. Su carácter abierto y extrovertido es un plus, que ha servido para a acercar la Corona al pueblo y complementa la figura más sobria del rey. La reina ha padecido campañas denigratorias basadas en bulos que, sin embargo, no han socavado ni un ápice su popularidad, como reflejan las encuestas.
Leonor, una figura esencial para conectar con los jóvenes y relanzar la monarquía
La princesa Leonor ha desatado una «sorprendente leonormanía», según José Apezarena, experto en la Casa Real, que puede relanzar y revitalizar la monarquía. «Leonor ofrece la tranquilidad de que la heredera muestra, al menos por ahora, cualidades dignas del futuro que le espera, y de que se está preparando de una forma muy cualificada», señala. Más aún, «se ha convertido en el ‘enganche' entre la monarquía y las nuevas generaciones, con la juventud, que la sigue atentamente en redes sociales y ve en ella alguien que les resulta especialmente cercano». «Las encuestas sobre la monarquía revelan que quienes se muestran más ajenos, más lejanos, son los jóvenes. La figura de Leonor puede contribuir notablemente a modificar esa visión», concluye.
Juan María Bilbao, catedrático de Derecho Constitucional, señala que «el juramento de Leonor es un signo de normalidad institucional en un contexto de profunda crisis constitucional y un clima de crispación y confrontación». Y destaca la importancia de que «entre en contacto con todos los sectores de la sociedad española y conozca de primera mano su pluralidad en su doble dimensión política y territorial».
Borrón y cuenta nueva
¿Qué puede aportar Leonor? «Conectar con las nuevas generaciones, que es una de las grandes asignaturas pendientes de la monarquía», apunta Ana Polo. Además, «y esto creo que es esencial, Leonor está ‘limpia' en el sentido de que nadie la puede acusar de nada relacionada con los problemas de su abuelo Juan Carlos o de miembros de su familia». «Así como el padre ha tenido que hacer esfuerzos para alejarse del pasado de la Casa Real, ella lo tiene fácil, puede representar ese ‘borrón y cuenta nueva' que tanto necesita la monarquía», concluye. Esta experta en la Casa Real británica cuenta que «tras la muerte de la princesa Diana, Isabel II estaba tan preocupada por la reacción del pueblo que entendió que había que adoptar cambios drásticos». Para ello, «contrató a un joven spin doctor que le recomendó conectar como fuera con los jóvenes, de ahí que se rebajara la formalidad y se empezaran acciones de comunicación más modernas». «Leonor podría cumplir esta función de conexión con los jóvenes», concluye.