¿Quién es Maje, la viuda negra de Patraix?: el asesinato entre amantes que acabó con una maternidad entre rejas
España
Netflix prepara ya de la mano del gallego Ramón Campos una película sobre este crimen. La enfermera valenciana y el celador con el que tenía una relación acabaron con la vida del marido de ella. Durante la investigación se descubrió una larga historia de vidas paralelas y un plan para que ella quedase liberada de su matrimonio. Condenada a 22 años, la joven ha tenido un bebé en prisión con otro recluso
04 Dec 2024. Actualizado a las 14:07 h.
Fueron condenados por unanimidad. El 30 de octubre del 2020 un jurado popular comunicaba su veredicto. Una decisión que además era unánime y que se decidió en tiempo récord: solo cinco horas. María Jesús Moreno, Maje, conocida como la viudad negra de Patraix, y su examante Salvador Rodrigo Lapiedra eran condenados a 22 y 17 años de prisión respectivamente por el asesinato del marido de ella. Antonio Navarro Cerdán había aparecido cosido a puñaladas en en el garaje de su casa en Valencia en agosto del 2017.
El llamado caso de la viuda negra de Patraix llega ahora a la pantalla. Netflix anunciaba hace unos días durante el Festival de Cine de San Sebastián que convertirá esta historia en película de la mano del gallego Ramón Campos, de Bambú producciones. Para ello le ha confiado la dirección a otro gallego, Carlos Sedes, reeditando un tándem que ya funcionó en ficciones como Gran Hotel, El caso Asunta, Las chicas del cable o Fariña.
¿Qué sucedió?
Para hablar del caso Maje hay que remontarse al 16 de agosto del 2017. Eran las 7.40 horas y Antonio Navarro fue como cada mañana a coger su coche en su garaje del barrio valenciano de Patraix para dirigirse al trabajo. Nunca llegó porque su cuerpo apareció tendido en el suelo de párking. El joven había muerto en pocos minutos debido a las numerosas cuchilladas, una de ellas en el corazón, que le había propinado Salvador Rodrigo.
El autor de los hechos era amante de Maje y su compañero en el hospital en el que ambos trabajaban. Aquella mañana Salva se escondió para atacar a Antonio de forma sorpresiva. La propia Maje le había dado unas llaves y toda la información necesaria para que pudiese agazaparse en la oscuridad del subterráneo esperando a su objetivo: desde el número de plaza del párking al el modelo y matrícula de su vehículo.
Según recoge la sentencia, tras matar a Antonio, Salvador se cambió de ropa, se deshizo de los guantes y salió del garaje. En torno a las 13.30 horas se reunió con Maje en casa de la hermana de ella para confirmar que todo había salido bien. El autor material del asesinato no había dejado cabos sueltos porque incluso se deshizo del arma homicida, un cuchillo, en una fosa séptica de su propiedad.
Su relación
¿Cómo se ponen de acuerdo dos mentes para acabar con la vida de un tercero? Esta es una de las cuestiones clásicas que se repiten en el universo del crimen.
María Jesús Moreno, Maje (Novelda, 1990) estaba casada con la víctima, pero tenía a su vez una relación con Salva. Ella, de entonces 27 años, y la segunda más pequeña de cinco hermanos, había nacido en una familia muy religiosa.
Fue en el bachillerato cuando empezó a usar Maje en lugar de María Jesús como nombre y todo su entorno apuntaba a que era una joven muy alegre y afable. Su objetivo en la vida era, eso sí, liberarse de la opresión familiar y de sus conservadoras convicciones.
Tras estudiar en Barcelona, la condenada conoció a su futuro marido, Antonio, a través de uno de sus hermanos. Ambos se hicieron amigos en la universidad y la víctima era un habitual en casa de Maje.
En el 2011, y aunque se llevaban nueve años de diferencia, empezaron a salir. Cuando se casaron, se trasladaron a Valencia y fueron muy pocas las ocasiones en las que ella volvió a su pueblo. Lejos de Novelda se sentía liberada. Una persona diferente.
En lo profesional, la conocida como viuda negra de Patraix, trabajaba como enfermera del turno de noche en el Hospital Casa de la Salud, en la capital del Turia.
Fue precisamente en su puesto de trabajo donde conoció a Salva, el autor material del crimen. Él era celador en el mismo centro y estaba casado con Inma, que también era sanitaria en el mismo hospital, con quien tiene una hija.
«Es la historia de amor más auténtica y apasionante que he vivido y la gente pueda escuchar. Esta carta es una declaración de amor hacia ti, te quiero por encima de cualquier obstáculo, de cualquier inconveniente, te quiero porque me llenas de vida y me haces sentir la mujer más importante del mundo», expresaba ella en una carta que intervino la policía.
Dicen los que les rodeaban que estaban completamente hipnotizados el uno con el otro y Salva no dudó en «liberar» a Maje de su vida matrimonial. Son muchos los que aseguraron que Maje manipuló a Salva haciéndole creer que le amaba para terminar con la vida de Antonio, a quien ella definía como su maltratador.
¿Qué pasó después del crimen?
Tras la aparición del cadáver de Antonio en su garaje, arranca una frenética investigación, que no apartó en ningún momento el foco de la viuda. Antonio, la víctima, no tenía en su expediente nada sospechoso ni turbio y la fría reacción de ella ante la muerte de su marido hizo saltar las alarmas. La inspectora jefa de Homicidios de Valencia explicó en el juicio que le sorprendió un detalle desde los primeros minutos tras los hechos. Mientras la policía le tomó declaración a Maje, esta no paró de usar su teléfono para enviar mensajes. Era una actitud extraña en una mujer cuyo esposo había sido asesinado. El móvil quedó inmediatamente pinchado y al poco tiempo arrojó un dato fundamental: la joven tenía varias vidas paralelas.
Maje tampoco fue discreta en su comportamiento. Veinte días después del asesinato, fue vista disfrutando de la noche en Alicante con otro hombre con quien mantenía una relación.
¿Qué dijo su teléfono?
Según probó la investigación y testificaron sus parejas, la viuda de Patraix tenía cuatro amantes. Ninguno sabía la existencia de los demás. Alguno no sabía ni que estaba casada. Además de con Salva, el celador, la joven estaba con un fisioterapeuta, con un publicista -con quien estuvo la noche anterior a la muerte de su esposo- y con un guardia urbano.
A Tomás, el fisioterapeuta, fue el primero al que le transmitió su animadversión por su marido. «Quiero que se muera, le deseo un mal, esto lo va a pagar caro», escribió sobre la víctima en varios mensajes enviados dos meses antes del crimen.
Esta estresante vida emocional no le causaba grandes quebrantos. Como trabajaba de noche, Maje le decía a Antonio que estaba de turno para así dormir con alguno de sus amantes.
Durante esos pinchazos telefónicos, los investigadores vieron confirmadas sus sospechas sobre el comportamiento de la viuda: cuando la llamaban familiares o personas con menos relación se mostraba afectada. Cuando charlaba con personas de su confianza aseguraba que la muerte de su marido había supuesto para ella una «liberación».
Además, la policía ya se había quedado antes con otro detalle. En la multitudinaria despedida a Antonio en Novelda tras su asesinato, su esposa subió al altar del templo, rota de dolor, donde leyó una sentida carga de amor hacia su marido.
Tras la muerte de Antonio, Maje y Salva no cortaron su relación y cayeron en una trampa que les tendió la policía. El hermano de la víctima le actualizó a la víctima cómo estaban los asuntos de la herencia y que ya había pistas sobre el asesino. Maje se lo dijo a Salva y este en un momento de la conversación se autoinculpó.
En ese momento, la policía sabe también que Salva había comprado un cuchillo cebollero con una hoja de 15 centímetros antes de irse de vacaciones con su mujer y su hija por lo que el día del crimen, el 16 de agosto, estaba ya preparado.
La confesión
El 10 de enero del 2018 la policía detiene a los dos amantes por el asesinato de Antonio. Al principio, Salvador confiesa y la exculpa a ella. Pero, una vez encarcelados y tras descubrir que Maje tiene relaciones con otro recluso de la cárcel de Picassent, Salva pide declarar ante el juez y desvela la estrategia de María Jesús para librarse de su marido sin pasar por un divorcio que le dejaría sin herencia, sin las pólizas de los seguros de vida y sin la pensión de viudedad.
Y es que en este caso el dinero era muy importante. Por una parte, Antonio era titular de tres seguros; Maje se quedó con una pensión de más de 1.000 euros y había emprendido una disputa con su familia política por el dinero que había invertido en el piso de ambos.
El juicio
Durante el juicio, que se celebró en Valencia en octubre del 2020, ambas defensas siguieron la misma estrategia. Exculpar a sus clientes y echarle la culpa al otro. Para todo ello, se presentaron medio centenar de pruebas documentales y declararon otros tantos testigos y expertos de diferentes campos.
Los peritos aseguraron que ninguno de los dos tenía ningún problema psiquiátrico, pero sí se demostró que Salva tenía una enorme dependencia de ella y que la existencia de Antonio era el único obstáculo para que estuviesen juntos.
La defensa del celador mantuvo que ella planificó el crimen y que él fue el brazo ejecutor. Quería salvarla de los malos tratos que supuestamente sufría.
Con todo, Salva fue a por Maje en el juicio asegurando que, aunque en un principio la encubrió, ella era el cerebro de la trama. «Mi hija me pidió que dijera la verdad», dijo en la sala.
La defensa de Maje, por su parte, aseguró que su clienta estaba siendo juzgada por una vida supuestamente díscola y por sus relaciones paralelas -sus amantes también testificaron en el juicio-. Que ella no había planificado ningún crimen con Salva y que tampoco estaba enamorada de él. Según su testimonio, la secuencia en la que tuvo lugar el crimen fue muy diferente. «Maje, he estado en el garaje esta mañana con Antonio y hemos hablado...nos hemos peleado. Él ha empezado a hablar mal de ti. Yo le he dicho que tú no merecías esto y he cogido y le he dado un mal golpe», le habría explicado el celador tras matar al ingeniero. Ella explicó que se quedó en shock, que se vio de inmediato en la cárcel y que por eso no acudió a la policía. Su primera decisión fue, por lo tanto, encubrirle.
Nada de esto les sirvió y ambos fueron condenados. Ella a 22 años de cárcel, con el agravante de parentesco, y él a 17.
Complicada vida en prisión
Si como la mayoría de los crímenes, esta historia podría haber terminado aquí, otro nuevo capítulo estaba por llegar.
María Jesús se adaptó rápido a prisión, era una rea famosa y empezó a tener relaciones dentro de la prisión de Picassent. Primero fueron las cartas con otros presos, pero después estableció relaciones con algunos hombres con los que coincidía en algunas zonas comunes de las instalaciones.
Según informaba El Mundo, en el 2019 la descubrieron manteniendo relaciones sexuales en la piscina con otro preso, condenado por abusos a menores.
Otro interno, David, se convirtió en su novio e pronto les permitieron los vis a vis Él estaba en prisión desde el 2008 cuando fue condenado por asesinar a un joven por un conflicto de drogas. Maje se quedó embarazada y en junio del 2023 daba a luz a su primera hija, cuando aún le quedaban 17 años en prisión.
El embarazo provocó el alejamiento de la pareja porque ella fue trasladada a la prisión de Foncalent, que cuenta con una unidad de madres. Allí podrá vivir con su bebé hasta que el menor cumpla tres años. Después, el pequeño tendrá que quedarse al cuidado de su familia. El padre, David, que ya tenía el tercer grado y saldrá pronto de prisión, no parece que pueda ser el responsable de la menor. Hace un año renunciaba a un permiso para conocer a su bebé lo que indica que la relación está rota.
Apenas unos meses después del nacimiento del niño, la madre de la condenada aseguraba en Vamos a Ver, en Telecinco, que en la familia se encuentran «destrozados». «A nadie le deseo tener un hijo en la cárcel. Yo voy a ver a mi hija todas las semanas», expresó.
Abuela por primera vez, aseguró que la prisión de Fontcalent está bien dotada para atender a las presas con hijos, pero manifestó su preocupación por el futuro del niño. «Con el tiempo ya veremos cómo lo hacemos». Sobre lo que no tuvo dudas fue sobre mantener de nuevo la inocencia de su hija. «Lo que ella hizo mal fue callarse y no decir nada». Para ellos sigue siendo una encubridora.