Un ciclo que empezó suspendiendo unas elecciones y se cerró con nuevo Gobierno
Aniversario pandemia
Feijoo se refuerza durante la pandemia frente a un BNG al alza que aglutina el espacio de las mareas
07 Mar 2021. Actualizado a las 14:10 h.
El 2020 es un año que echó a andar sin libro de instrucciones, al menos en el plano político. El hachazo provocado por la pandemia y el confinamiento obligó a reinventarlo casi todo. Así nacieron las campañas electorales sin mítines, fue posible ver a candidatos en cuarentena pidiendo el voto por streaming o al presidente de la Xunta sorteando lagunas jurídicas para suspender por primera vez en la historia unas elecciones ya convocadas, lo que obligó a prorrogar de manera atípica la disolución del Parlamento gallego.
Fue en el año 2009 cuando Galicia y el País Vasco sincronizaron sus relojes para acudir juntos a las urnas y renovar sus cámaras autonómicas. Volvieron a hacerlo en el 2012 y el 2016, así que el 2020 no fue una excepción. El lendakari Íñigo Urkullu fue el primero en mover ficha al adelantar al 5 de abril unos comicios que tocaban en septiembre. Y Feijoo siguió el mismo camino disolviendo el Parlamento a principios de febrero. Italia ya había declarado el estado de emergencia por el coronavirus, y España decretaría el estado de alarma al mes siguiente.
Un parón de tres meses
Los partidos gallegos ya estaban inmersos en campaña cuando, justo antes de que entrara en vigor el estado de alarma, Feijoo cerró un acuerdo con la oposición para sortear la inexistencia de base legal y aplazar las elecciones a una nueva fecha, el 12 de julio, para que los ciudadanos pudieran votar con seguridad. Esa demora de tres meses reforzó aún más la posición de Feijoo, al que todas las encuestas situaban desde enero con opciones claras de obtener su cuarta mayoría absoluta, como así ocurrió.
El BNG engulle las mareas
Junto con la victoria del PP, que amplió su mayoría a los 42 escaños, Ana Pontón se convirtió en la otra protagonista de la noche del 12J, al convertir al BNG en la principal fuerza de la oposición, mediante un sorpasso al PSdeG, relegado a ser tercera fuerza, y sobre todo engullendo el espacio que ocupaban las mareas. La llamada nueva política, capitaneada por Podemos, fue la gran derrotada del 12J, pues pasó de tener 14 escaños a quedar fuera del Parlamento gallego.
Un dique contra Vox
En pleno ascenso de la extrema derecha en España, Galicia logró levantar el 12J un dique de contención contra Vox. Meses atrás, el partido de Abascal se convirtió en tercera fuerza del Congreso después de lograr representantes en Cámaras como las de Andalucía, Madrid, Cortes Valencianas, Aragón, Baleares o Murcia. Se alzó incluso con un representante en el Parlamento vasco la misma noche que el gallego le cerró las puertas.
Política hecha sin público
El 7 de agosto, el Parlamento gallego ofrecía una imagen atípica, con la grada de invitados vacía durante su constitución debido a las restricciones del covid-19. Así arrancaba la nueva legislatura con la que Galicia recuperaba el tripartidismo parlamentario, el juego político entre PP, BNG y PSOE, que marcó las dos décadas comprendidas entre 1993 y el 2012. El distanciamiento, las mascarillas y las sesiones telemáticas marcan la nueva forma de hacer política, a la que no escapó tampoco la cuarta investidura de Feijoo, también celebrada sin público.
Cesan los más expuestos
El 6 de septiembre, dos meses después de las elecciones, Feijoo anunció la formación de su nuevo Gobierno, del que fueron cesados por sorpresa dos de los conselleiros más expuestos en la pandemia: el de Sanidade, Vázquez Almuíña, y la de Educación, Carmen Pomar. Con este relevo, Feijoo admitía errores de gestión, hasta el punto de pedir disculpas por el retraso en la preparación del inicio del curso escolar, y se disponía a recobrar un nuevo impulso en las dos áreas que, en conjunto, mueven el 65 % del gasto de la Xunta.
Feijoo, aún más referente
En un contexto de debilidad del PP a nivel nacional, debido a la fractura del espacio del centroderecha, las elecciones gallegas reforzaron más a Feijoo dentro de su partido, no solo por lograr su cuarta mayoría consecutiva, sino también por ampliarla justo cuando en el País Vasco se testaba, y con fracaso, la apuesta personal de Pablo Casado de fusionar la candidatura del PP con la de Ciudadanos. La figura de Feijoo cotiza al alza de cara al futuro de su partido, mientras desde la Xunta actúa ya como el principal activo de la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez.