La Voz de Galicia

La pandemia lejos de casa

Aniversario pandemia

sara pérez redacción / la voz

A muchos gallegos les tocó vivir la irrupción del coronavirus a miles de kilómetros de Galicia. Entre bodas canceladas y proyectos nuevos, desafiaron la crisis sanitaria desde el extranjero

07 Mar 2021. Actualizado a las 14:11 h.

Miles de gallegos escucharon por primera vez la palabra coronavirus lejos de su tierra. Hace 365 días que comenzaron a vivir a otro ritmo, bajo otras reglas y sin la capacidad de hacer planes a largo plazo. Doce meses después, y con un virus que todavía continúa limitando su día a día, estos seis gallegos cuentan cómo han vivido un año de pandemia desde el extranjero.

 Jorge Carrera

En Prangins (Suiza)

«Lo más complicado fue la mediatización del covid»

Las ganas de trabajar y de continuar formándose llevaron a Jorge Carrera hasta Suiza. Este pontevedrés de 27 años llegó en el año 2017 al hotel La Barcarolle, en Prangins, con un contrato indefinido bajo el brazo. Y allí continúa desde entonces, ahora liderando el departamento de eventos. Recuerda que en marzo, cuando toda España vivía confinada, en Suiza se podía salir a pasear, a hacer deporte o a ver a una o dos personas al aire libre. «Fue más llevadero», dice. El hotel en el que trabaja decidió cerrar su servicio de cocina el 30 de marzo, como hicieron los establecimientos de la zona. Sobre la posibilidad de volver a Galicia, explica que «tenía tanto trabajo que no me lo había planteado». Días después ya no se podía viajar. Sí pudo regresar a casa en octubre, tres meses que aprovechó para recuperar fuerzas. Para Carrera, lo más difícil de este año ha sido la mediatización del covid: «Encendías la tele, covid; la radio, covid...». Ahora, cuenta, en Suiza todo está más tranquilo. Vuelven poco a poco a la normalidad.

 

cedida

Cote Iglesias

En Yokohama

«Se toman todas las precauciones, pero a modo de recomendación»

A Cote Iglesias la vida le ha regalado 8 horas de ventaja. Hace seis años que hizo las maletas para mudarse a China y dirigir una escuela de fútbol en Chengdu. Fue allí donde escuchó por primera la vez la palabra coronavirus, en el mes de enero. Las restricciones ya habían comenzado en su ciudad y no se lo pensó; el 28 de enero estaba volando a casa, a Ourense. «Decidí que quería pasarlo con mi familia, ellos estaban preocupados», recuerda. Cuando llegó, todavía no existía ninguna pauta, recomendación u obligación sobre cómo proceder después de llegar de un lugar de riesgo. Pasó todo el confinamiento y la posterior desescalada en España, hasta el mes de octubre, que cambió de proyecto y de ciudad y se instaló en Yokohama, al sur de Tokio. Allí, el virus ya está controlado: «Se toman todas las precauciones, pero a modo de recomendación. La gente es muy responsable y respetuosa y lo cumple». Con proyecto nuevo y ciudad nueva, Cote Iglesias pretende recuperar la rutina que dejó en marzo y, en cuanto pueda, volver a viajar.

 

cedida

Elisabeth Martínez

En Bremen

Se mudó a Alemania en plena pandemia: «Este es otro mundo... Conseguir una estabilidad y que te valoren»

ana abelenda

Pese a la pandemia, la ourensana Elisabeth Martínez acaba de instalarse en Bremen, con su pareja, Víctor Estévez. Él lleva en Bremen cinco años, trabajando en el sector de la mecatrónica. Ella es educadora infantil, y tras dos años y medio en las listas de las Galiñas Azuis cubriendo bajas, vio el verano del año pasado, a través de Internet, una oportunidad en Sevilla, una oferta para formarse de cara a una oportunidad de empleo fijo en Alemania. «Era para formarme durante cuatro meses, en Sevilla, en un B1 de alemán, de octubre a finales de enero del 2021, e irme a Alemania. Con el covid, la cosa se pospuso hasta finales de febrero», cuenta. Esta pareja estrena marzo con buenas expectativas. Él, muy asentado. Ella, con seis meses por delante para conseguir el B2. «Este es otro mundo -concluye Elisabeth-. Lo que más me llama la atención es poder conseguir una estabilidad, que te valoren de otra manera en la que cuenta tanto lo personal como lo profesional», informa Ana Abelenda.

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 carlos comendador

Dublín

«Me asombra la capacidad que hemos tenido de normalizar en solo un año una situación tan loca»

Bien de salud y bien de trabajo, Carlos Comendador hace cuentas de todo lo que ha vivido este año de pandemia: «Al principio se llevaban mejor, porque era algo nuevo. Pero las cosas se pusieron mal aquí en Dublín». Actualmente, la ciudad continúa bajo estrictas restricciones: la hostelería está cerrada y solo funciona el servicio a domicilio; no pueden salir de un radio de 5 kilómetros y solo pueden reunirse con dos unidades familiares y en el exterior. «La ciudad y el país están sufriendo», dice. Comendador lleva un año teletrabajando, y como su empresa le permitió hacerlo desde España, decidió venir a pasar el verano a Vilagarcía de Arousa. Una escapada que le sirvió para afrontar lo que había pasado en Irlanda y para prepararse para lo que venía. «Me asombra la capacidad que hemos tenido de normalizar en solo un año una situación tan loca», resume.

 

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pablo puime

Melbourne

«La sensación ahora es de vida normal»

En Australia casi viven en el futuro. Lo cuenta Pablo Puime, que hace seis años se fue a Melbourne a la aventura con la intención de quedarse tan solo unos meses. Ahora entrena a un equipo y tiene una escuela de fútbol. Después de un año de pandemia, la mascarilla ya no es obligatoria, tan solo en espacios cerrados, y el virus está controlado. Sin embargo, hace un par de semanas volvieron a revivir las restricciones más estrictas tras detectarse 15 casos. «Venimos de un confinamiento de 5 días, para darle tiempo a los rastreadores a que se asegurasen de que no había más casos», explica. Una situación que ya se ha solucionado, y que excepto por normas como la reducción de los aforos en los establecimientos, «la sensación ahora es de vida normal».

 juan carlos gonzález

Monterrey

«Aquí no hay ni ERTE, ni paro ni seguridad social. Si enfermas tienes que pagar»

Aunque Juan Carlos González nació en México, sus padres son de Avión y de O Carballiño y él se siente muy gallego. Como todos los veranos, y este en especial, Juan Carlos viajó a Galicia con su pareja con la intención de casarse. Pero las cosas se complicaron y tuvieron que cancelar. Ahora, esperan que la situación mejore para poder convertirse en marido y mujer. En Monterrey, donde residen, la gente se cuida mucho porque un contagio implicaría un desembolso de dinero importante. El principal problema es el transporte público, donde «la gente se aperra». «Aquí no hay ni ERTE, ni paro ni seguridad social. Si enfermas tienes que pagar mucho», cuenta. En cuanto a las restricciones, explica: «Hoy cierran cines, mañana abren casinos... No hay plan».

 


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