«En toda Europa no encontramos un magnolio tan antiguo como el de Xuvia»
Ferrol
Tomás Casal investiga sobre este ejemplar, el naranjo obsceno de Ortigueira y las semillas de la Luna en «Árboles con historia»
31 Mar 2023. Actualizado a las 16:38 h.
En una maceta desde Francia llegó el magnolio a Xuvia hace ya 230 años. Lo trajo Eugenio Izquierdo, fundador de la fábrica textil de Neda que sería embajador plenipotenciaro de España ante Napoleón. Sus vínculos con el país vecino llegaron hasta tal punto que «firmó la entrada de las tropas francesas en España, ejerció de secretario particular de Carlos IV en el exilio y murió en Francia», narra el escritor Tomás Casal. Pero en Galicia dejaría su huella en forma de majestuoso magnolio: «Es el más antiguo de España y puede que el más antiguo de toda Europa, en las investigaciones no hemos encontrado un ejemplar de más antigüedad que este de Narón».
El graduado social naronés Tomás Casal Pita desarrolló su carrera en los astilleros y acaba de lanzar su libro Árboles con historia: 101 historias de árboles (Editorial Aliar), «con historias extraordinarias como la de este magnolio o también llamada magnolia de Xuvia, o la del naranjo obsceno de Ortigueira, ambos en el Catálogo de Árbores Senlleiras». El primero «es el más viejo y de mayor grosor de España, y en Europa no hay otro de finales del siglo XVIII... no hay otro tan antiguo en el continente que siga vivo». Izquierdo, que acabó dando clases en Francia, trajo ese ejemplar de regalo «y no queda ninguna de esa época».
¿Por qué creció con semejante resistencia en Narón? «Ahora se encuentra en una plazoleta pero antes a esa zona llegaba el mar, tiene las raíces en la ría y no sabemos cuánto durará porque no hay antecedentes de una magnolio tan antiguo en España... es extraordinario en una elipse de 20 por 25 metros», indica. En su libro, Tomás Casal también relata las peculiaridades del naranjo obsceno de Ortigueira: «Sus frutas imitan los órganos sexuales de las personas, la Iglesia lo cortó en su día por su atrevimiento pero como nació otro igual lo aceptó porque ya lo consideró voluntad de Dios». De los tejos de Pontedeume queda uno en el paseo marítimo, «que dejó de ser Árbore Senlleira, en el pasado tenía una escalera interior y tres pisos donde se reunieron políticos». También el asilo de Pontedeume «tuvo un tejo con escalera de hormigón lateral para subir al tercer piso, pero se secó... era el único pueblo del mundo con dos tejos con escaleras». La tradición de árboles con pisos se encuentra más asentada «en los Países Bajos o Alemania, donde se usan como ornamento o plataforma para baile».
Del resto del mundo, Tomás Casal destaca «el más antiguo de la Grecia clásica llamado árbol de Zeus, un plátano oriental de hoja perenne donde se aparearon Zeus y Europa». O el roble en el que se escondió Carlos II en las revueltas inglesas. «En cada historia vinculo el árbol con circunstancias de la humanidad, aparece la secuoya de Mark Twain de la que se conserva un pedazo en el Museo de Ciencias Naturales de Londres y otro en Nueva York», explica el autor.
Otra narración sorprendente vive en los árboles de la Luna, de la misión Apolo 14 en 1971: «Los pilotos del módulo espacial dieron 60 vueltas alrededor de la Luna con esas semillas, al regreso se plantaron y se emplearon como regalo institucional de Estados Unidos por todo el mundo». También hay árboles como en Francia o en Grecia, «con iglesias en el interior de plátanos y robles». Casal Pita considera a los árboles «catedrales vivas». E incluye en su anecdotario a «Otero Pedrayo que consideraba hermano a un árbol e incluso le hicieron el ataúd con él, o la Perona de la Alameda de Santiago que es un abeto del Cáucaso regalado por Evita Perón en los años 40»
Pero ninguno con el valor sentimental del magnolio que incluso conserva huellas de herraduras de un antiguo cuartel de Xuvia.