La Voz de Galicia

Moncho, un héroe de Narón asesinado por la Gestapo: «El ratón de la escalera»

Ferrol

Patricia Hermida Narón / La Voz gente extraordinaria
Moncho López Espiño, a la izquierda ya en Francia; a la derecha con sus compañeros antes de subir al barco en el que huyeron de la ría de Ferrol.

El anarquista Ramón López Espiño se escondió tres años en casa de sus padres en A Faísca, huyó en un barco a Francia y se enroló en la Resistencia

13 Sep 2024. Actualizado a las 11:33 h.

A Faísca, primavera de 1941. El pequeño Eduardo tiene ocho años y recibe una postal del corazón de Europa. Hace diez meses que los nazis tomaron Francia, y desde allí le escribe un amigo muy especial. «Espero que seas un gran músico y un alumno aplicado, tu hermano te quiere de veras. Para Dardo, del ratón de la escalera», concluye la misiva. Aquel ratón de la escalera era Ramón López Espiño, conocido como Moncho el Escapado: trabajador del naval y anarquista, encerrado tres años en un zulo en casa de sus padres, huido al final a Francia en un buque desde la ría de Ferrol junto a otros perseguidos por el franquismo, enrolado en la Resistencia... asesinado por la Gestapo en 1944. «Lo recordamos con mucho orgullo, mi abuela no superó su muerte», asegura su sobrino Eduardo 80 años después de su desaparición.

La postal enviada por "el ratón de la escalera".Cedida por Eduardo López

Eduardo López Vergara tiene 57 años, es el hijo de Dardo y sobrino de aquel «ratón de la escalera». Guarda las fotos de su tío como oro en paño, con sus compañeros antes de escapar en el pesquero hacia la libertad, con la novia que se echó en Francia, su entierro en un pueblecito de Allons bajo los Alpes. «Mi padre no me contó toda su historia hasta que cumplí 13 años, eran seis hermanos (Elisa, Moncho, Mero, Carmucha, Seruca y Eduardo) y todos murieron», asegura el sobrino, que preserva el anillo de aquel joven héroe que murió tiroteado cuando tenía 27 años.

Ramón López Espiño, a la derecha en un batallón de trabajo en FranciaCedida por Eduardo López

La fecha exacta de nacimiento se desconoce, fue entre 1916 y 1917. Conocido también como Moncho das Viñas, trabajaba en los astilleros de Ferrol y vivía con su familia en A Faísca. «Era anarquista militante, mi padre me contaba que toda la familia lo acompañaba a los mítines por la comarca», asegura Eduardo. En la Guerra Civil, el bando nacional de Franco quiso reclutarlo «pero él se negó a servir a los fascistas». Y se escondió en un zulo bajo las escaleras de la casa de sus padres, entre 1936 y 1939. Allí se convirtió en «el ratón de la escalera».

 

Ramón López Espiño, el más alto de la foto (tercero por la izquierda) con su novia y sus compañeros ya en Francia.Cedida por Eduardo López

Tres años en un zulo

Su sobrino Eduardo recuerda ahora perfectamente el hueco de la escalera en el que vivía su tío: «Durante el día hacía vida por la casa, en el zulo se escondía cuando lo avisaban de la presencia de milicianos de la Falange, que era constante porque dejaban las colillas». También se escondió en viviendas como la de la familia Díaz Corral. «Cuando estaba en A Faísca, mi padre era muy pequeño (nació en el 33) y le mandaban que llevase el periódico al ratón de la escalera para que no delatase a Moncho, donde había una puerta para el zulo; nunca le veía la cara pero una vez la puerta estaba abierta, Moncho le arañó para que no lo viese y mi padre dijo que no volvería a hablar con el ratón de la escalera».

Entierro del naronés Ramón López Espiño en el pueblo de Allons, en los Alpes francesesCedida

Al final, Ramón huyó en un pesquero con otros republicanos perseguidos, «quería llegar a Cuba pero se quedó en Francia». Fue internado en un campo de refugiados, el primer año escribía desde allí: «Es el país del piojo y la mentira». Cuando estalló la II Guerra Mundial entró en una brigada de trabajo y después en la Resistencia. Murió dos días después de ser tiroteado por la Gestapo, enamorado de Francia y enterrado con honores. Hombres como Moncho ayudaron a librar al mundo de los nazis. Su historia recuerda a la novela de Juan Marsé llamada Un día volveré.

 


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