La Voz de Galicia

Toda una vida subido a las dos ruedas

As Pontes

María Meizoso As Pontes Pontés que regenta un establecimiento de motos clásicas

Gabeiras repara y transforma motos clásicas sin dejar de lado su propia colección de piezas antiguas. A las diez que muestra en su tienda, hay que sumar otras cuatro

23 Nov 2017. Actualizado a las 22:41 h.

La suya puede parecer una historia más. La de una de las miles de personas que tras un fracaso laboral tuvo que reinventarse. Pero la de este pontés -Javier Gabeiras- que supera la barrera de los cincuenta presenta una diferencia notable. La crisis le obligó a reciclarse, pero le abrió la puerta a dedicarse a lo que desde niño había sido su gran pasión. «Siempre tuve ganas de hacerlo, pero al tener trabajo no me decidía». Y ahora «quise arriesgarme. Me gusta el proyecto y la aventura de meterme de cabeza en este negocio». Así nacía hace unos meses en As Pontes Clásicas Javier Gabeiras, una iniciativa que, tal y como describe su responsable, «se sustenta en una tienda online donde puedes comprar repuestos, pero tengo un local físico para restaurar y asesorar». Y también para transformar motos, en auge en los últimos tiempos porque «a la gente le gusta tener algo diferente». Al igual que a él ya que, además de dedicarse al negocio, cuida con mimo su propia colección de motos clásicas. A las diez que tiene en la tienda pronto sumará «cuatro o cinco que estoy preparando». Una cifra que no ha dejado de crecer desde que, con 20 años, comprara su primera moto para restaurar. «Fue una Montesa Impala, me costó 15.000 pesetas y ahora supera los 3.000 euros».

 

Esfuerzo y dinero

A la cantidad de horas que Gabeiras dedica a reparar una moto -más de 300- hay que sumar el desembolso económico porque «este mundo es bastante caro y, si hablamos de este tipo, todavía más, pero vale la pena» asegura. En los últimos meses, Clásicas Javier Gabeiras ha elaborado unos ocho presupuesto de los que «he conseguido la mitad. Y tengo tres o cuatro en proyecto, así que puedo decir que tengo lista de espera». Poco a poco, se abre un hueco en un mundo que le atrapó desde bien pequeño: «La gasolina me entró por las venas desde que me monté en mi primera moto. Tendría 8 años, era una Mini Montesa, y a partir de ese momento, siempre tuve alguna».

Ahora, más de cuatro décadas después, se afana para «ganarme la vida» con un mundo con gran tradición en la comarca. Quién le iba a decir al nieto de Germán e hijo de Elías que más de 40 años después recogería el testigo iniciado por ellos. Una vuelta al pasado que él ya evoca con cada una de las piezas que recupera y que, subraya, «ayuda a recordar una parte de la historia de España».


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