Con menos de 30 años reflotaron el negocio que fundaron sus abuelos: «Queríamos convertir el Argentina en el mejor chiringuito de Cabanas»
Cabanas
Carlos y Miguel Rico dirigen el grupo Oaxis, con dos restaurantes en el arenal de A Madalena, quioscos de helados y actividades acuáticas en esta y en otras playas
11 Sep 2023. Actualizado a las 20:15 h.
Hace más de medio siglo que M.ª Argentina Corral, vecina de Cabanas de 90 años, y su marido, Senén López, que falleció en 2015, montaron una churrería en la playa de A Madalena. Abrió en los 70 y en los 80 se convirtió en un chiringuito, con el mismo nombre, Argentina. En 1996 cogió el relevo José Manuel Rico, yerno de los fundadores, con apoyo de su mujer, Nieves, enfermera, que sigue ayudando a sus hijos. Así hasta 2006. Tras unos años alquilado, en 2017 retomaron el negocio familiar Carlos, que hoy tiene 29 años, y su hermano Miguel, de 22, nietos de Argentina y Senén.
El mayor de estos dos jóvenes emprendedores iba para ingeniero industrial. «Me gustan mucho las matemáticas y la física, pero a finales de 2011, con 17 años, mi padre enfermó de ELA [esclerosis lateral amiotrófica], y el siguiente verano me hice cargo de la empresa familiar», relata. En aquel momento, su padre, que había dejado el Argentina en 2006, gestionaba los quioscos de helados y las populares pedaletas de la playa de A Madalena y de otros arenales de la zona. Carlos y Miguel lograron cerrar el círculo en 2017, cuando recuperaron el local que habían levantado sus abuelos. «Me crie aquí y le tengo mucho cariño. Cuando lo cogimos lo rehabilitamos y lo adaptamos a los nuevos tiempos, queríamos convertirlo en el mejor chiringuito de la playa [de Cabanas] y de la comarca», confiesa.
«Ahora ya es más que un chiringuito —subraya Carlos—, es el Argentina Sunset Club, somos un restaurante en la arena, con el ambiente de un chiringuito y la calidad de un restaurante, en servicio, producto e instalaciones». Los clientes casi pueden comer con los pies en la arena —«tenemos tarima de madera porque todo el local está adaptado para personas con discapacidad»— y el establecimiento atiende a unas 400 personas al día, «mucho más que un chiringuito normal», apunta el mayor de los hermanos, que comparten gerencia, Carlos más dedicado «a la logística y las ideas», y Miguel, «en el trabajo operativo».
El tercer eslabón de esta saga de empresarios de Cabanas amplió el negocio en 2021, con la apertura del Koa Beach Club: «Era un local de playa que estaba en muy malas condiciones, lo cogimos y lo convertimos en restaurante, pero más enfocado a coctelería y fiestas». Carlos toma como referencia las áreas turísticas del sur, donde tienen clara la diferencia entre un sunset club, «donde merendar o cenar viendo la puesta de sol», y un beach club, «más de copas».
El Argentina —«el local más pequeño de la playa, en cuanto a barra y cocina; la terraza sí es grande»— ofrece «cocina tradicional española y raciones típicas de chiringuito, como el pulpo o el raxo». Pero también sirve, por ejemplo, tostas de pulpo con salsa de queso de Arzúa-Ulloa. Mientras el Koa propone «platos un poco más modernos e incluso hamburguesas», sin dejar de lado el entrecot, el pulpo a la plancha (con salsa de queso de Arzúa-Ulloa) o el salmón (elaborado en salsa de cítricos). Hay recetas comunes y otras exclusivas de cada uno «para que atraigan a público diferente y no se hagan la competencia en todo».
El principal cambio llegará este mes. El Argentina cierra este domingo, día 10, —desde su nacimiento siempre ha sido un local de verano— y el Koa seguirá abierto, por primera vez, el resto del año, con servicio los fines de semana, salvo en enero, el mes de vacaciones que Carlos y Miguel no perdonan. Ambos negocios, los puestos de helados y las actividades acuáticas, que van mucho más allá de las clásicas pedaletas —alquilan kayaks, tablas de pádel surf, bicicletas acuáticas, etcétera—, conforman el grupo Oaxis, la marca comercial creada por los hermanos Rico.
Más de 40 trabajadores
Durante la temporada estival cuentan con más de 40 trabajadores. «Ni a mí ni a mi hermano se nos caen los anillos por trabajar cara al público, pero estamos más en la gestión, detrás, y tenemos encargados que nos ayudan mucho y están muy implicados. Estamos muy orgullosos de nuestro equipo», remarca Carlos. Reconoce la dificultad de conformar una plantilla estacional cada año: «Es gente joven que estudia en invierno y trabaja en verano. Nos valen con y sin experiencia, con tal de que tengan ganas de aprender, les enseñamos. Tenemos todos los procesos protocolizados para que les resulte fácil aprender, y muchos salen de aquí siendo grandes profesionales. De un verano para otro solemos conservar el 60 %, el resto es gente nueva».
La actividad se paraliza (salvo en el Koa) hasta Semana Santa. A partir de ahí el Argentina también funciona los fines de semana, y de junio a septiembre, a diario. Aún hay clientes de sus abuelos que acuden al local: «Me encanta, ven los cambios y alucinan. Mi padre llegó a verlo, mi abuelo no, y siempre quiso que lo lleváramos nosotros».
El invierno, para Carlos y Miguel, es intenso: «Trabajamos en nuevas ideas y proyectos, y en el mantenimiento, casi como en verano pero a otro ritmo, sin esa presión. Lo que más me llena es traer cosas que le gusten a la gente, que cada año descubran novedades que le llamen la atención y se hagan fotos en los locales».