¿Sabían quiénes eran los bucaneros y los filibusteros?
Ferrol ciudad

Marinos cuya historia no siempre es bien conocida
03 Sep 2017. Actualizado a las 05:00 h.
En un artículo anterior tratamos la diferencia entre piratas y corsarios no incluyendo entre ellos a los bucaneros o filibusteros y por esta razón lo comentaremos en esta ocasión, pues no debemos caer en el error de confundirlos o de pensar que todos eran lo mismo. Debemos recordar que los piratas en general atacaban indiferentemente a cualquier barco que les pudiera reportar beneficios. Los corsarios, sin embargo, luchaban bajo la protección de una patente de corso, por el cual un soberano les daba autorización para atacar buques y posesiones de potencias enemigas, en su propio beneficio (entregando una parte del botín al rey) y también para entorpecer las actividades comerciales de esas otras naciones.
Los bucaneros, por su parte, actuaron principalmente en el Caribe, y fueron más piratas que corsarios. No se preocuparon nunca de obtener una patente de corso. Su procedencia era muy variada, es decir, aventureros, desertores, ladrones, delincuentes, esclavos fugados, malhechores de toda clase y gente de malvivir, es decir lo peor de cada familia, en este caso lo peor de cada dotación de cada barco y por esta razón era fácil entender que fueran abandonados indistintamente por españoles, ingleses, holandeses y franceses durante las guerras del siglo XVI en las islas del Atlántico occidental.
Lógicamente esta gente tenía que sobrevivir y para ello encontraron una actividad muy práctica consistente en cazar en las zonas montañosas de las islas, donde habían sido abandonados y en las que abundaba el ganado cimarron, especialmente vacas, toros, caballos y jabalíes. Armados con escopetas de cañón largo y cuchillos, prolongaban sus incursiones durante meses, viviendo sobre el terreno, durmiendo al raso y con la única compañía de sus perros de caza; vestían camisas y pantalones de tela basta, calzado de piel de cerdo, una gorra y cinturón de cuero. Descuartizaban sus presas, cortaban las carnes en tiras y las asaban en unas parrillas formadas con troncos verdes; el resultado era el bucan (boucan), es decir, forma de asar y ahumar la carne. Este término ha sido tratado de forma confusa por mucha gente que entendía que bucanero procedía de buque. Este producto lo vendían o intercambiaban por otros a los barcos que necesitaban aprovisionarse. Al principio se limitaron a practicar su oficio de manera pacífica, sin ser molestados ni plantear conflictos. Su número fue aumentado debido a los nuevos desertores y aventureros que se unían a ellos atraídos por la libertad de su forma de vida.
El contrabando bucanero era rentable. Pero la venta del bucan no satisfacía el espíritu aventurero que animaba a estos individuos y hasta cabe suponer que no les bastaría para atender a su subsistencia, por lo que los bucaneros se las ingeniaron para construir unas embarcaciones especiales que fueron llamadas filibustes, que da el nombre de filibusteros. Con estas pequeñas embarcaciones abordaban los barcos próximos a las islas del mar Caribe. Pero de navegar a adquirir presas no hay más que un paso, por ello estas gentes se convirtieron en una especie de piratas con unas características muy especiales, llegando a formar una Hermandad de la Costa, que fue una sociedad filibustera en las costas de Santo Domingo y la Tortuga. Llegaron a convertir la piratería en algo más que una forma de vivir y con el paso de tiempo, algunos gobiernos encontraron utilidad a los filibusteros, acogiéndolos para que centraran sus ataques sobre los territorios enemigos, convirtiéndose en una categoría intermedia entre el pirata y el corsario.
Se dice que formaron una especie de república sin leyes escritas pero con unas reglas muy férreas que básicamente consistían en no tener nada de su propiedad, ni estar ligados por vínculos familiares. Pero por otra parte cada cual tenía un voto en la asamblea general. También establecieron unos pactos especiales entre los que parece interesante comentar los siguientes: el almirante tenía derecho al uno por ciento del botín; el médico y el carpintero de a bordo tendría una recompensa especial sin cuantificar; la perdida de una pierna valía 1.500 doblones o 15 esclavos; la pérdida de una mano 1.800 doblones o 18 esclavos una sola pierna daba derecho a 600 doblones. Como podemos ver eran una sociedad muy peculiar.
Aunque debemos concluir que estas cuatro formas o estilos de hacer piratería nunca fueron realmente compartimentos estancos, es decir, que era habitual que los piratas pasaran a ser corsarios, o viceversa; como también que muchos bucaneros terminaran siendo filibusteros e incluso corsarios. Está claro que estos diferentes grupos de bandoleros marinos (piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros), cuyo común denominador era robar -e incluso matar si era necesario-, tuvieron su época de gloria en los siglos XVII y XVIII, si bien fueron los piratas los que han quedado en el imaginario popular. Y ya en nuestros tiempos, gracias al cine y la televisión, muchos piratas incluso han pasado de ser considerados rufianes y delincuentes a ser vistos como héroes románticos, que si bien pueden cometer fechorías y crímenes, lo hacen para defender su vida en libertad y para proteger a los débiles de los injustos poderosos y de las grandes potencias. Ven al Museo Naval de Ferrol y te contamos más cosas.