Querido «Petit», alcalde Ignacio, doctor Cabezón

El pasado 8 de diciembre, a primera hora de la mañana, recibimos la luctuosa noticia del fallecimiento de nuestro amigo Ignacio Cabezón. Disfrutaba de su reciente jubilación cuando la enfermedad, siempre traicionera, le asestó un duro golpe. Hombre vitalista, aplicó todo su optimismo a combatirla, sabiendo, como buen galeno, que esa era una poderosa defensa, siempre unida a la medicina. Lo conocí en el año 2007, cuando accedió a la Alcaldía del Ayuntamiento de Neda, municipio en el que, por aquel entonces, ejercía también como médico en el centro de salud. Químicamente bueno, su paso por el concello y por el consultorio es recordado con general afecto y cariño. Fue un alcalde preocupado y un médico humanista. Recuerdo muchas conversaciones en las que apelaba con nostalgia a la antigua medicina de trato directo, intenso y humano con el paciente. Me consta que así entendió él su profesión y de ese modo la ejerció, con honda preocupación por la persona que siempre hay detrás del atribulado enfermo. Como alcalde, dejó su generosa impronta en una villa («Real Vila», como gustaba de calificarla) a la que también quería como propia, no en vano, algunos de sus ancestros se asentaron aquí en otros tiempos, probablemente al abrigo de la actividad naval de la ría de Ferrol, lo cual, también posiblemente, y siguiendo una arraigada tradición de otras épocas, les haya llevado a adaptar el apellido toponímico de sus pagos de origen. Descanse en paz nuestro querido amigo «Petit», el alcalde Ignacio, el doctor Cabezón.