«Mi madre tiene 90 años y nos dice que no se muere hasta tener un panteón»
Firmas
Teresa Landín espera desde 1996 por un terreno en el cementerio de A Raña, en Marín
18 Mar 2012. Actualizado a las 07:00 h.
Quince años de espera son muchos y más cuando se trata de personas mayores. Teresa Landín, una vecina de Cantodarea, lo sabe perfectamente. Lleva desde 1996 esperando a que el Ayuntamiento amplíe el cementerio municipal de A Raña y conseguir, de esta forma, una parcela donde levantar un panteón. Es la ilusión de su madre, Teresa Carragal, y de una de sus tías, Isolina Landín. Un deseo que les crea ansiedad a estas dos ancianas y que hasta ahora ha caído en saco roto. Un objetivo compartido por varios cientos de familias de Marín, que ven cómo pasa el tiempo, algunas incluso desde 1992, sin que se resuelva su problema.
Teresa Carragal enviudó con 42 años en 1975 y desde entonces se marcó como meta tener un panteón propio. «Peseta a peseta fue ahorrando hasta llegar a la actualidad y con esa ilusión de tener un panteón propio», recalca su hija. España entró en la UE y en la OTAN, la peseta desapareció, el euro tomó su lugar, y Teresa Carragal sigue aún hoy ahorrando para el día en que su sueño sea realidad. No ha perdido las esperanzas, o casi. «Mi madre tiene noventa años y nos dice que no se muere hasta tener un panteón en A Raña», recalca Teresa Landín.
Está por ver si ese sueño se convierte en realidad, pero para muchos vecinos ya será tarde. Por ejemplo, Teresa Landín recuerda que a una de sus tías, que murió hace un tiempo con 94 años, tuvieron que incinerarla por expreso deseo de la difunta. No quería ni oír hablar de que la enterrasen en otro cementerio municipal como O Campo o Ardán, alejada de las tumbas de sus parientes. «Cogió pánico a que la enterrasen en otro cementerio». Si no podía reposar con sus ancestros, esta tía eligió un método más expeditivo: Que la incinerasen y esparciesen sus restos. Una decisión tan drástica sorprendió a todos.
El tiempo corre en contra
Con otra concepción de la muerte, Landín no considera una prioridad el panteón, pero es comprensiva con el íntimo deseo materno. Cuando se amplió por última vez el camposanto marinense no logró los terrenos y desde entonces sus familiares siguen sepultándose en los nichos libres que poseen otras dos tías suyas. Pero resalta que para su madre le ha mandado ir a hablar con cada alcalde cada vez que uno nuevo asume el bastón de mando. «Mi madre me manda ir a preguntar al Ayuntamiento cada vez que se siente mal. Para ella además es un agravio porque todas sus amigas tienen uno propio, es la mentalidad de la gente de antes», señala. Teresa Landín y su tía Isolina están entre los cien primeros solicitantes en la abultada lista de espera. Aún así, el dilema de su madre sigue sin solución.