Enganchada a Berlín
Firmas
Marta Martínez Gestoso trabaja como profesora de español e inglés en un instituto de la capital alemana después de una estancia en Ghana
29 Sep 2012. Actualizado a las 07:00 h.
Levantarse tarde, sentarse en una terraza de Friedrichshain para disfrutar de un brunch y dar una vuelta por alguno de los mercadillos de la ciudad, «donde siempre es posible hacerse con una ganga o reliquia con la que volver a casa». Es el ritual que Marta Martínez Gestoso cumple cada domingo en Berlín y uno de los mayores encantos que le ve a vivir en la capital alemana. Ciudad en la que esta pontevedresa trabaja actualmente como profesora de español e inglés del instituto concertado Petershagen-Eggersdorf.
Su andadura en la ciudad del Ring comenzó hace siete años, en el 2005, cuando el programa Erasmus le concedió la posibilidad de estudiar un año en las aulas de la universidad de Potsdam. «Nunca antes había estado sola en el extranjero por un período de tiempo prolongado y la capital alemana se convirtió en una parte fundamental de mi primera experiencia fuera de casa», comenta Marta. De ahí que haya desarrollado un gran afecto por la ciudad a la que se siente unida desde entonces.
Por ello, con el título en mano y después de trabajar tres años en una pequeña ciudad del noroeste alemán, Marta quiso darle un vuelco a su vida y se fue a Ghana para dar clases como profesora voluntaria. «La experiencia me enriqueció enormemente desde el punto de vista personal y cuando finalizó, intenté volver a Berlín hasta que conseguí mi objetivo».
Y es que a través de EURES, una red de búsqueda de empleo a nivel europeo, encontró una oferta de trabajo y no dudó en presentarse. Antes de darse cuenta, volvía a vivir en la ciudad que la acogió por primera vez en el extranjero. Ahora trabaja en una Gesamtschule de la capital alemana. Un instituto donde los más pequeños están en 1º de la ESO y los mayores se presentan a las pruebas para acceder a la universidad, aunque en este tipo de centros menos de la mitad estudiará una carrera.
Evidentemente, el cambio de país implicó para ella la adaptación a pequeños cambios culturales y alguna que otra desventaja social. «En Alemania no existen las recetas médicas y hay que pagar 10 euros por consultar a un especialista. En cambio, no existen las listas de espera, por lo que todo va más rápido», cuenta la pontevedresa.
A pesar de que el alquiler del piso se haya duplicado desde el 2005, el coste de la vida en Berlín no es todavía muy elevado comparado con otras capitales europeas. Por eso, hacer la compra tiene el mismo coste que en España, pero hay que saber cómo. «La fruta y la verdura tienen costes prohibitivos en las grandes cadenas, así que es mejor comprarla en mercados semanales; y comer fuera puede llegar a ser muy barato pero tiene truco, ya que un agua puede valer lo mismo que un kebab».
A la hora de consumir su tiempo libre, Marta adora la oferta inigualable que tiene la capital alemana. «Aquí hay museos de todos tipos, desde arte clásico hasta históricos, o incluso museos más excéntricos como el que rinde homenaje a las famosas salchichas alemanas». De ahí que no se plantee regresar en un futuro próximo. «Es duro estar lejos, pero también lo sería en Madrid o Barcelona».