Desde el respeto

Los negros son unos enfermos. Algo no les funciona bien ahí dentro a los judíos. Es contranatura ser vigués. A ver si encuentran pronto la cura para los hombres. Y digo todo ello desde el respeto. Porque ya se sabe que el respeto lo ampara todo. «Eres un hijo de...», te espeta el vecino, «¡y te lo digo desde el respeto, que conste!»; y tienes que agachar la cabeza. Si eres un demócrata de verdad, no te queda más remedio que asentir y entenderlo, porque, aunque duela, te lo está diciendo desde el respeto. Además, para eso está la libertad de expresión.

¿Pero se pueden escribir tres tonterías como las que arrancan este artículo y escudarse en la libertad de expresión? ¡Venga ya!

Hay cosas que no son opinables.

Cuando la joven del PP Andrea Hermida escribió que se debe «curar» la homosexualidad, que es «contranatura», que «algo no les funciona bien ahí dentro» a los gais, y que todo ello lo decía con respeto, no poca gente salió en su defensa: para eso está la libertad de expresión, decían. Pero en realidad no opinaba, demostraba a un tiempo su intolerancia y su ignorancia.

Se puede discutir si el matrimonio gay debe llamarse matrimonio, si las parejas del mismo sexo deben tener derecho a adoptar, si una legislación debe reconocer el aborto o si los homicidios deben castigarse con dos años de cárcel, con 50 o con cadena perpetua. Se puede discutir casi todo. Casi. Pero ni los gais son enfermos ni «las leyes, como las mujeres, están para violarlas», como dijo Castelao Bragaña. No es discutible. Por cierto, el DSM, el manual de referencia internacional en psiquiatría, excluyó la homosexualidad como enfermedad en 1973, basándose en criterios científicos y no en lemas de camisetas, en pancartas de manifas ni en tonterías de Twitter.

Dicho sea, claro, con todo el respeto.