La Voz de Galicia

Dos vilagarcianos son testigos clave en el juicio del «Prestige»

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serxio gonzález vilagarcía / la voz

Fueron los primeros en advertir el problema en el centro de control de Fisterra

16 Nov 2012. Actualizado a las 07:00 h.

La fecha que la Audiencia Provincial de A Coruña establece para que presten declaración es el 13 de diciembre, diez años y un mes después de que ambos, controladores del Centro de Salvamento Marítimo de Fisterra, fuesen los primeros en conocer, el 13 de noviembre del 2002, los problemas que arrastraba el Prestige. El número de testigos en este proceso se eleva a 131 personas, pero Luis Rodríguez Fungueiriño y Ramón Miguel López Cabido tienen al menos dos aspectos en común: ambos estaban trabajando en Fisterra en el momento en que el petrolero lanzó su primer mensaje de socorro y los dos nacieron en la misma ciudad: Vilagarcía.

Las palabras de los dos vilagarcianos, citados para la tercera jornada de las declaraciones de los testigos, que se prolongarán hasta enero, serán, por razones obvias, fundamentales para la resolución del juicio. En particular, en lo que respecta a dilucidar si el capitán del buque, Apostolos Mangouras, su primer oficial, Ireneo Maloto, y el jefe de máquinas, Nikolaos Agryopoulos, principales imputados junto al entonces director de la Marina Mercante, José Luis López Sors, incurrieron en un delito de desobediencia.

De sus testimonios, recabados por el Juzgado de Instrucción número 1 de Corcubión a lo largo de sus diligencias previas, hace ya diez años, se desprende que, en el momento en que recibieron la primera señal de socorro, hacia las 15.40 horas de la tarde del fatídico 13-N, el Prestige se encontraba «casi parado en la salida sur del corredor» de tráfico marítimo que discurre frente a las costas gallegas.

Rodríguez Fungueiriño afirmó que sobre las ocho de la tarde recibió la orden de comunicarle a Mangouras «que debía colaborar y aceptar el remolque del Ría de Vigo», desplazado a la zona para auxiliarle. Sin embargo, aquel «respondió con evasivas». Es más, según su versión, en la primera comunicación que lograron establecer, el capitán del petrolero le dijo que «de momento no daba remolque porque tenía la situación controlada». Durante aquellas primeras horas, añade el controlador, nadie desde el buque mencionó que existiesen problemas en la máquina.

La conversación se desarrolló en inglés sin que, en opinión del técnico vilagarciano, se produjese ningún problema a la hora de entenderse. Rodríguez Fungueiriño admite no saber «si el capitán era consciente de que desobedecía una orden». Hasta tres veces le manifestó la instrucción de poner su barco en manos del remolcador, la última de ellas dejándole «muy claro que era una orden de las autoridades marítimas españolas». Su participación, a partir de aquel primer día, concluye el controlador arousano, fue indirecta.

Al margen de la actitud que los controladores afirman haber encontrado en Mangouras -«llegó a decir que solo aceptaba órdenes de su armador y que pedía tiempo para que le contestase», asegura Rodríguez Fungueiriño- uno de los interrogantes que abren sus declaraciones es la idoneidad del sistema empleado desde el «Prestige» para dar la señal de alarma. Según Ramón Miguel López, la llamada selectiva digital, que utilizó el petrolero, «no es un sistema fiable cien por cien». Se trata, explica, de un número que no define la situación de peligro. «No pudo ser evaluado porque no se sabe cuál y por tanto no se activaron los dispositivos», algo que sí hubiese permitido una señal a través del canal 16 de UHF.


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