La Voz de Galicia

1852-2012: Del derribo de la muralla a su recuperación

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María Conde Pontevedra / La Voz

La defensa medieval de Pontevedra recobra su perfil 160 años después del inicio de su demolición

30 Dec 2012. Actualizado a las 07:00 h.

El 1 de abril de 1852 la corporación municipal, dirigida por José Urrutia Caballero, publicó el pliego de condiciones para derribar la Puerta de Trabancas o de la Peregrina, una de las cinco principales con que contaba la muralla medieval pontevedresa. Fue la primera que se demolió en aras del progreso y la expansión urbanística de la ciudad que, como explica el historiador Xosé Fortes, suponía «un borrón y cuenta nueva», alentado por una nueva mentalidad ciudadana que quería borrar las huellas del feudalismo.

La muralla había perdido su utilidad defensiva después de la guerra de la Independencia y sus puertas habían dejado de cerrarse diez años antes. La vorágine de la piqueta empezó por Trabancas, y ese año continuó por el tramo comprendido entre esta puerta y las Casas del Ayuntamiento, que finalizó en 1862. Como cuenta Fortes en Historia de la ciudad de Pontevedra, parte de este terreno liberado sirvió para abrir una nueva calle en la Poza das Rans (hoy Michelena) y la urbanización corrió a cargo de Francisco A. Riestra, «que en pocos años solicitó licencia para siete edificios».

De acuerdo a la cronología descrita en la obra, el mismo año que se derribó Trabancas también cayó la Puerta de Santa María y su escalinata, «que impedía ensanchar la carretera entre Santo Domingo y el puente del Burgo». Al año siguiente, 1853, le tocó el turno a la Puerta de Galera (la piedra sirvió para enlosar la plaza del pescado y del correo, y la de Santa Clara) y en 1854, se desmontó la de Santo Domingo, que fue vendida a Hacienda Pública y colocada en lo que era la Delegación de Hacienda, en San Francisco. Y en 1855 se rebajó el tramo entre el Puente y la Huerta de la Compañía (el tramo del Borrón), porque los vecinos pidieron que no se demoliese por completo por miedo a las inundaciones.

El tramo entre Trabancas y San Francisco se tiró en 1868 para abrir el paso desde la Herrería a la nueva carretera de Ourense y por esos años también se derribó el tramo del Rouco, hoy la calle Cobián Roffignac.

Del siglo XIX... Al XXI. Desde hace más de una década, las distintas excavaciones y la reforma urbana hicieron aflorar distintos restos de la muralla para ponerla de nuevo en valor. Hay tramos que se han dejado a la vista y en otros fue imposible, como en Trabancas, porque como dice el arqueólogo municipal, Xoán Carlos Castro, «no puedes imposibilitar la vida en el centro histórico; aquí vive gente e interesa que vive».

Castro destaca que el volumen de trabajo ha sido tan grande durante estos años «que no ha dado tiempo a llevar a cabo otras intervenciones que no fueran ad hoc. Y ahora estamos profundizando con la información y los primeros resultados de la investigación están el CITA». ¿Qué nos queda por saber de la muralla? «Falta concretar algunos temas que tienen que ver con el foso, y también a la barbacana que habría por delante del foso, de la que no apareció nada. Tampoco apareció ninguno de los torreones adosados, son temas que estarían por ver todavía. Pero con las excavaciones relativas a la reforma urbana hay bastante información». Xosé Fortes, por su parte, lamenta «que no quedara ningún paño de la muralla, porque le hubieran dado a la ciudad su empaque».


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