La locomotora Sarita y el primer maquinista galaico
Firmas
Francisco Porto Codesido aprendió en Londres el manejo de la propulsora regalada a John Trulock
20 Oct 2013. Actualizado a las 06:56 h.
Las crónicas de la llegada del tren a Vilagarcía tienen sus mitos, alimentados convenientemente por el entregado trabajo de historiadores, entusiastas estudiosos y entidades como Arousa en Tren, Amigos del Ferrocarril o la Asociación pola Defensa do Patrimonio de Vilagarcía.
Uno de esos mitos es una locomotora humanizada con el nombre de Sarita. Fue construida en Inglaterra, y después pasó a formar parte de la compañía ferroviaria portuguesa Beira Alta. Su gerente, José María Abalo Souça, que además de estar casado con una vilagarciana era muy amigo de John Trulock, se la regaló al abuelo de Camilo José Cela, que la puso al servicio de la línea ferroviaria, con base en la estación de Carril y funciones de logística y maniobras. Fue bautizada de nuevo como Sar, en honor al río, pero fue tal el cariño que trabajadores y vecinos le cogieron, que empezaron a llamarla Sarita, y así pasó a la historia.
Como nadie conocía bien el funcionamiento de la maquinaria, Trulock envió a Inglaterra a su buen amigo Francisco Porto Codesido, para que aprendiese a manejarla. Según recoge en sus crónicas su bisnieto Juan Carlos Porto, Francisco pasó en las islas británicas dos años, «enredado en lo que seguro sería la aventura de su vida». A la vuelta, en efecto, se puso al mando de la Sarita, que pasó a formar parte del paisaje ferroviario de Carril y Vilagarcía.
En el año 1935 fue trasladada a Vigo para mover las locomotoras de los talleres generales, y aquel fue su último destino.
La Sarita, con todo, volvería a las tierras en las que vivió su juventud. El último viaje que hizo por sus propios medios fue en el año 1968, cuando partió de Vigo para regresar a Vilagarcía como estrella de la feria de muestra de Fexdega, donde fue expuesta al público.
Luego viajó a Madrid, para formar parte del fondo del Museo Ferroviario, aunque finalmente fue donada a la fundación Camilo José Cela, y hoy se expone al público en su sede, en Iria Flavia, en la casa en la que vivía su primer propietario.
Por su parte, su inseparable maquinista acabó regentando, junto con su mujer Carmen Rey, la Fonda Porto, un establecimiento también mítico cerca de la estación en el que, entre otros personajes ilustres, estuvo hospedado Charles Lessner, ahijado de Carlos Marx que se casó con Josefina, una de los 16 hijos que tuvo el matrimonio Porto Rey.
Varela y el tren de las siete y veinte
Además de la Sarita y de Francisco Porto, la leyenda ferroviaria se nutre de un tercer personaje, José Ramón Varela. Porque si Porto Codesido fue maquinista pionero dentro de la estación, Varela fue el primero y el más duradero conductor del tren que llevaba a los pasajeros a Santiago todos y cada uno de los días a las 7,20 horas y los devolvía de nuevo a sus casas por la tarde, con salida de la estación de Cornes. Le llamaban el tren de Varela, siempre puntual a su cita después de una parada en O Salgueiral para recoger el bocadillo que le llevaba su hijo. Varela dejaba a sus pasajeros allí donde se lo pedían, hubiese o no estación. Y si la pendiente del trazado le impedía subir, hacía sonar tres veces el silbato y llegaba la Sarita para remolcarlo.