La Voz de Galicia

Zhivago, 50 años después

Fugas

Luís Pousa

23 Oct 2015. Actualizado a las 05:00 h.

«Paseo ahora por la calle Silvano, a la altura del cementerio de Canillas, en la provincia de Madrid. Aquí estuvo Moscú, por aquí pasaban los tranvías. De uno de ellos bajó Zhivago para correr hasta Lara». Escribe César Antonio Molina, que para rendir tributo al medio siglo de la monumental película Doctor Zhivago -en la que el director David Lean y el guionista Robert Bolt trataron de comprimir en algo más de tres horas la novela de Borís Pasternak- publica en el sello coruñés Trifolium su Zhivago, un delicioso paseo por los entresijos de la narración del nobel ruso y del filme que se construyó sobre la mirada de Omar Sharif.

La cinta, como bien recuerda Molina, se rodó en las afueras de Madrid, donde se recrearon los paisajes de Moscú gracias al equipo de Gil Parrondo y Paco Prósper y a la labor del inigualable Perico Vidal, que en su día confesó a Marcos Ordóñez que lo más complicado del aquel rodaje que duró un año «no fue levantar Moscú en Canillas, ni las secuencias de masas, ni las escenas con los trenes, ni conseguir el reparto estelar». «Lo verdaderamente difícil era conseguir nieve», evocaba. 

Entre la novela y el filme 

Molina rastrea, anota y compara las dos formas de relatar Doctor Zhivago que siguen Pasternak y Lean. En la novela, como es lógico, abundan los detalles y matices que son ya imposibles de trasladar a una película donde los personajes pierden ciertas aristas y claroscuros. Pero lo cierto es que Lean, mano a mano con Robert Bolt, logra un memorable equilibrio entre épica e intimidad, un rasgo que subrayaba también Perico Vidal a Marcos Ordóñez:

?Es su película más lujosa y al mismo tiempo la más contenida, la más desnuda. Es, creo yo, la que más cerca está del cine mudo y de sus maestros americanos: Griffith, Ford, Vidor.

Palabras mayores. Con César Antonio Molina de guía, atravesando estas páginas iluminadoras sobre ese misterio llamado Yuri Zhivago, hay que volver a la película, al libro, a ese Moscú levantado de la nada en Canillas, Madrid.


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