En Brión, por tierra de cruceiros
Fugas
24 Mar 2017. Actualizado a las 06:00 h.
En estos días de vientos gélidos, el paseo pide tierras bajas y caminos abrigados. Por eso hoy toca Brión, en el valle de A Mahía. La fama de Brión se la llevan Bastavales, con sus ecos rosalianos; Os Ánxeles, con su viga de oro enterrada, que llega, dice la leyenda, hasta la catedral de Santiago, allá lejos pero aún a la vista; o la parroquia capital, con su célebre carballeira de santa Minia. Todo esto cae al este; nuestra excursión es por el norte, en la parroquia de Ons, siguiendo un amplio meandro del Tambre; la ruta señalizada para el senderismo lleva el nombre del río, que aquí ya se ensancha y amansa por causa del embalse Barrié de la Maza, unos kilómetros aguas abajo.
Para llegar a este territorio rico en cruceiros, en bosques de ribera y carballeiras, no hay más que ir hasta Negreira y en lugar de coger la dirección oeste que toman los peregrinos, ir al sur, cruzar el río y ya estamos. Al pasar el puente (ponte Insua), junto al club municipal de piragüismo, vamos a la izquierda por un camino de tierra. Abedules, avellanos, alisos y otros árboles amigos del agua están renovando la vegetación, y todo aparece tierno y comestible. Se andan casi tres kilómetros por la orilla y aún se ven los restos de las pesqueiras, de cuando por el Tambre remontaban lampreas y salmones. Si subimos al monte, se llega a Salaño Grande, con su hermosa fuente al pie de un cruceiro. En Salaño Pequeno está el precioso pazo de Armesto. Diez minutos más y llegamos a Fonte Paredes, también con fuente y cruceiro. De allí en un par de kilómetros ya estamos otra vez en el puente, al pie de Negreira. Tan cerca de Santiago y de sus satélites, como Bertamiráns, Ons conserva todo el sabor de la vieja y apacible Galicia agraria.