Ángel y demonio paseando juntos
Fugas
Mucho dará que hablar. Con 23 años, esta coruñesa ha creado un universo personal que trasciende a su virtuosismo y al concepto de math o post rock. Hoy actúa, sí, pero en Los Ángeles (EE.UU.)
25 Jan 2019. Actualizado a las 12:03 h.
Le han bastado 23 años y cuatro canciones -las que conforman su primer epé- para liquidar de un guitarrazo posibles debates acerca del cuestionado relevo generacional en el rock. El relevo está ahí, delante de nuestras narices, para quien quiera verlo. Y se expone con una contundencia y un aplomo que abruman. Sin echar la vista atrás. Sin recrearse en el manido recurso del revival.
Más allá de su formación multiinstrumental, Cristina Pena hace acopio de contemporáneas influencias que para nada esconde. «De The Fall of Troy tomó la vertiente del post rock. Y de Chon el math rock. Aunque yo no soy tan happy», comenta. Y sobre esa base sonora conforma lo que denomina «universo Lost Minnow», en el que tienen cabida sus composiciones, los textos creados a partir de sus relatos y también sus ilustraciones. «No entiendo Lost Minnow simplemente como un grupo que hace canciones y las toca, sino que detrás de todo ello hay una trascendencia mayor».
Una trascendencia que ahonda, hiriente, en lo emocional. Medios especializados han ensalzado su virtuosismo a la hora de recorrer el mástil. Ella lo tiene claro, prima la emoción sobre los alardes técnicos. «Aunque a veces mis manos quieren imponerse a mi cerebro, si lo que me sale es algo que no me transmite, lo descarto. No tengo compasión». Y es que no conviene dejarse engañar por la dulzura de su imagen. «Todos tenemos un ángel y un demonio. Y yo saco a pasear a los dos», dice. Para comprobarlo basta con escuchar Minnow o Bittersweet en su bandcamp. Sobre unas poderosísimas bases rítmicas trenzadas con el áspero sonido de su guitarra, Cristina teje primero abruptas melodías vocales para culminar con un éxtasis gutural. Y ahí es cuando asoma la bestia hasta entonces imposible de imaginar.
Le comento que en sus vídeos da la sensación de que la guitarra no es sino una proyección de su cuerpo. «Eso lo siento más con la voz», me corrige. «La guitarra la puedo tocar estando triste o feliz y no se nota. La voz sí que es capaz de reflejar y expresar eso».
A sus 23 años confiesa que quiere vivir de esto. «Siento que he encontrado mi camino. No solo en la música sino en la vida. Con eso ya soy feliz». ¿Y el éxito?, le pregunto. «Me he esforzado tanto en montar este proyecto que creo que lo merezco». De momento hoy actúa en Los Ángeles invitada por una reconocida marca de amplificadores que ya ha puesto sus ojos en ella. No serán los últimos, desde luego.
VIERNES 8, 21.30 (con NOAH HISTERIA)
CULLEREDO. FÓRUM. 8 EUROS