La Voz de Galicia

Omar Montes: «Si no hubiera sido rebelde, no habría llegado al número uno»

Fugas

Carlos Crespo
Omar Montes fue en el 2020 el artista español más escuchado en Spotify

Hace cinco años publicó su primer videoclip. Le costó 50 euros. En el 2020 fue el artista español más escuchado en Spotify. Y va a por más

17 Mar 2021. Actualizado a las 18:31 h.

No resulta fácil discernir entre realidad y ensoñación en lo que concierne a Omar Montes. Con igual naturalidad te cuenta que fue un chaval de familia humilde, acosado por «gordito», que llegó a robar para comer, que fue campeón de España de boxeo, guardaespaldas de famosos o carne de realities, que te dice que vendió su Ferrari porque a su abuela le costaba entrar o que compró el reloj de 300.000 euros que luce en su muñeca porque era el que más «cositas» tenía. Hay en su vida infinidad de episodios que rayan la inverosimilitud. Pero por si no bastaran, de vez en cuando también le gusta jugar al despiste, inventando libros inexistentes, viajes imposibles o ritos o aficiones que solo forman parte de su ironía y su prolífica imaginación.

—¿En qué estás trabajando ahora?

—Lo próximo que voy a sacar es un secreto, pero va a ser fuerte. Cuando lo saque la gente se va a quedar flipando. No se lo puede esperar. Va a decir: «Este tío... ¿cómo ha conseguido hacer esta canción con esta gente?».

—De tu última canción, «Rebelde», dijiste que te iba a cambiar la vida. ¿Por que?

—Yo ya estoy acostumbrado a que mis canciones sean número uno en España, pero estoy seguro de que cuando esa canción pegue el estallido, que lo tiene que pegar, lo va a hacer a nivel mundial. La gente tiene que ver la bomba que hemos hecho ahí. Es unas de las canciones con la que más contento estoy.

—¿Eres rebelde?

—Pues sí, yo soy muy rebelde. La verdad es que sí. Porque como el mundo me ha hecho así, pues ya sabes...

—¿En qué adviertes tu rebeldía?

—En que siempre he hecho lo que me ha dado la gana para buscarme la vida y siempre he seguido mis propios instintos. Por ejemplo, cuando dije que iba a ser cantante, la gente me decía: «¿Pero como vas a ser tú cantante? ¿Tú has visto lo bien que cantan Alejandro Sanz o David Bisbal?». Pues mira, si me llego a dejar influenciar por aquella gente, hoy no estaría aquí. Al revés, seguiría en el kebab. Haciendo kebabs, que era donde estaba antes de pegarla en la música.

«Desde Travis Scott hasta Rosalía o Daddy Yankee, todo los números uno de la música, todos utilizan autotune y nadie les dice nada. Todo cristo utiliza autotune. Cada uno toca lo que le da la gana»

—Hay quien dice que hoy no hace falta saber cantar para ser cantante, que para eso está el autotune. Tú defiendes su utilización como cualquier otro instrumento. ¿Que le dirías a quienes dicen que usarlo es hacer trampas?

—Yo no les digo nada. Al final, que digan lo que les dé la gana. Yo sé quien soy, sé lo que hago y, efectivamente, para mí el autotune es un instrumento que creo que hace más comercial la música. Yo no necesitaría usarlo porque tengo buena voz desde pequeño. Pero desde Travis Scott hasta Rosalía o Daddy Yankee, todo los números uno de la música, todos utilizan autotune y nadie les dice nada. Todo cristo utiliza autotune. Eso que la gente lo sepa. Lo que pasa que yo lo digo abiertamente porque no creo que utilizarlo sea un desprestigio. No. Con uno que toca la guitarra no se mete nadie por tocarla. Pues yo toco el autotune. Cada uno toca lo que le da la gana.

—Que tienes buena voz lo dejaste claro en «El Hormiguero» cantando a capela. Más de uno se quedó con la boca abierta.

—Ya te digo. Es que la gente se piensa que uno es el número uno así, por la cara. Y no, ni mucho menos.

—¿En qué es en lo que más te has tenido que esforzar para ser el número uno?

—En componer. Componer es lo que menos me gusta porque me aburre un montón. Hay que echarle muchas horas. Y al final no me gusta la canción, rompo la hoja y volver a empezar. Es un coñazo.

«Yo soy cantante urbano, hablo de la calle. Ni soy machista ni soy homófobo. Amo a las mujeres. Mi madre y mi abuela son mis mayores debilidades. Y mi publicista es gay»

—En «La Rubia» cantas: «Con la rubia yo me fui y le rompí el toto / Tu novia mueve el culo mientras yo la azoto». ¿Qué le dirías a quienes te critican por utilizar letras tan directas y tan explícitas?

—Yo soy cantante urbano, hablo de la calle. Ni soy machista ni soy homófobo. Amo a las mujeres. Mi madre y mi abuela son mis mayores debilidades. Y mi publicista es gay. Así que quien me critique por esas cosas es que verdaderamente no me conoce.

—Con todos los millones de visualizaciones que tienes nunca has pensado «¿Por qué no me habrá pasado esto a mí cuando aún se vendían discos?»

—Ya te digo... Lo he pensado mil veces. Pero Dios te da las cosas cuando te las da y pasan cuando tienen que pasar. Al final, el tiempo de Dios es perfecto.

—Eres muy fiel a tus amigos. ¿Qué es lo que más les agradeces, qué les debes?

—Yo les debo todo. Yo por mis amigos mato. A todos los que tenía desde pequeño los tengo contratados. Había muchos que estaban en el paro y me los he echado a la furgoneta. Venga, tú a conducir, tú y tú de seguridad... Es una forma de ayudarles para que puedan sobrevivir a esta pandemia que ha dejado a tanta gente sin curro. Y es que si no nos ayudamos entre nosotros, ¿quién nos va a ayudar?

«Falete me impresionó mucho. Y me decepcionó Richard Gere, una vez entré en el baño después que él y no había tirado de la cadena»

—Has tenido oportunidad de conocer a muchísima gente famosa. ¿Quién te ha impresionado?

—Falete me impresionó mucho. A Falete un día le vi comiéndose una napolitana en el centro cuando era yo niño y le pedí una foto. Yo me quedé mirando para su napolitana porque, claro, yo entonces pasaba hambre y él me la dio. Es un gesto que no he olvidado en mi vida.

—Has tenido ocasión después de conocerlo y recordárselo?

—No, no he tenido la suerte de volver a cruzármelo. Cuando lo vea, se lo diré.

—¿Y quién te ha decepcionado?

—Richard Gere me decepcionó muchísimo.

—¿Y eso?

—En una premiere, yo entré en el baño después de que él saliera y no había tirado de la cadena. Y a mí la verdad es que no... No. Creo que eso dice mucho de una persona. Y luego hablamos dos palabras y me pareció muy seco. Era muy estirado. Y a mí me gustan las personas más cariñosas, más buena gente.

—¿Cuál es la persona más inesperada que te ha felicitado?

—Sergio Ramos. Me encanta que escuche mi música.

—Que queda en el Omar Montes de hoy de aquel chaval de Panbendito que le pedía la napolitana a Falete?

—Pues todo. Me sigo viendo igualito a aquel chaval del barrio. Total. Igual de humilde que cuando iba con un coche que no tenía puerta.

—Ya, pero ahora llevas relojes de 300.000 euros.

—Nadie me los regala. Me los compro yo. No me fijo en el dinero. Compro el que me guste. Si me hubiera gustado uno que valiese mil euros, me habría comprado ese. Pero dio la casualidad de que me gustó más el otro porque se veía más grande y con más cositas.

«El mundo Twitter es tremendo. Es un patio de vecinas, como Montepinar, pero peor»

—¿Donde es más difícil sobrevivir, en un «reality», en las redes sociales o en la industria musical?

—En las redes. El mundo Twitter es tremendo. Es un patio de vecinas. Es como Montepinar, pero peor.

—¿Te interesa la política?

—Sí, sí que me interesa. Conozco a muchos políticos de las altas esferas por mi amigo El Pequeño Nicolás. Pero de eso prefiero no hablar.

—¿Cuál es ese capricho que te apetecía y que por fin has podido cumplir?

—Montar a caballo. Era algo que me gustaba desde pequeño pero, claro, ninguno de mis amigos tenía caballo ni yo podía pagarme las clases. Ahora, cada vez que puedo me escapo y monto a caballo.

—¿Y el que aún te queda aún pendiente de conseguir?

—Soy una persona muy ambiciosa así que tengo miles de sueños por cumplir. Aún no he podido llevar a mi hijo a Disneyland París. A ver si pasa esto pronto y puedo hacerlo.

—De todos tus lujos, ¿cuál sería el primero del que prescindirías, llegado el caso?

—Mi mayor lujo es estar con mi familia, y de eso jamás prescindiría.

—De niño tenías complejo de...

—De pequeño era gordito. Y mira... Hoy en día quienes se reían de mí, me piden fotos. Las vueltas que da la vida.


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