La Voz de Galicia

«Usted» está en peligro de extinción

Fugas

Mercedes Corbillón
Fotografía de un mural con la imagen del poeta uruguayo Mario Benedetti.

01 Dec 2023. Actualizado a las 05:00 h.

A veces me quedo dormida en horario infantil, con la luz encendida, la de la mesita y la de arriba, la luz toda que necesito para leer, ahora que veo poco, que me hago mayor, tan mayor que me gustaría que en algún lugar alguien me tratara de usted, pero nadie lo hace. Usted es una palabra en peligro de extinción, hay personas que nunca la han oído, que no la conocen, que no imaginan que se puede usar. De usted pronto solo quedarán huellas geológicas, extrañas como fósiles de dinosaurio o armaduras de caballero, inútiles como bacinillas o almadreñas, absurdas como los duelos al amanecer o los suicidios por amor.

Qué pena, usted, una palabra tan bonita que ya solo se usa como una manifestación de hostilidad, de distancia, de amago de guerra, de posición en una batalla. Usted siempre es el enemigo. En un teatro de enemistad, usted sigue siendo un personaje. Usted sale de las bocas de los clientes repentinamente enfadados como lo hace un pájaro negro de una gruta, usted se parapeta como un escudo en la mano de un funcionario imprecado, pero nunca se abre con la gracia de un abanico, como algo alegre y amable, no se despliega con la ligereza de las pestañas de los príncipes en los cuentos de hadas.

Vuelan los usted en los juzgados, en las comisarías de policía, en los parlamentos y en los despachos de los dictadores, los usted se aparecen en las conferencias de paz donde siempre triunfa la guerra, la guerra no muere nunca, es eterna, como los versos de Homero, como la ambición, como el miedo, como el hambre. Usted alerta los fusiles, aunque en aquel poema de Benedetti, un poco pueril y extemporáneo, era lindo saber que usted existía, saber que usted puede contar conmigo.

Que me hago mayor lo proclama mi pelo blanco, aunque escondido, mis arrugas tan obvias y la nostalgia de la prosodia desaparecida de algunas palabras que hasta hace no mucho eran guirnaldas en el saludo a los mayores, reverencias sin importancia, habitantes de los parques y de las colas en la panadería, pase usted primero y, luego, una sonrisa.


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