La Voz de Galicia

Mujeres artistas de Galicia: rompiendo barreras y creando futuro

Fugas

Marisa Sobrino Manzanares

A propósito de la actual exposición «Outras historias posibles», que podemos ver en la Cidade da Cultura todo el año, se actualiza el recuerdo de la ausencia impuesta a la mujer en el arte

10 Jul 2024. Actualizado a las 15:39 h.

En 1979 Judy Chicago exhibió su conocida pieza The Dinner Party, una gran mesa triangular, con manteles bordados y platos pintados que reproducían diversas partes íntimas del cuerpo de la mujer. Una instalación que se considera el icono artístico del feminismo militante, ejemplo que siguieron otras muchas experiencias no solo de artistas creadoras sino de activistas feministas en la historia del arte. Pero ¿cómo afectaron estas actuaciones al panorama artístico gallego? A propósito de la actual exposición Outras historias posibles, que podemos ver en la Cidade da Cultura, comisariada por Susana Cendán, se actualiza el recuerdo de una ausencia impuesta a la mujer en el mundo del arte. Tendremos que esperar hasta la década de los noventa para asistir a su progresiva incorporación a la esfera artística; una presencia cada vez más normalizada paralela al creciente expansionismo histórico-social del feminismo, y que en la esfera de la producción artística se nos presenta hoy como una realidad inevitable y casi masiva, con una visibilidad y una repercusión mediática semejante a la de los hombres artistas.

 

La demostración más evidente ocurre cuando, en 1995, se hace la primera revisión del arte del siglo XX hecha por mujeres en Galicia con el significativo título de Un arte inexistente, comisariada por Rosario Sarmiento. Hasta entonces, solo Maruja Mallo, Menchu Lamas y algunas creadoras más como M.ª Antonia Dans o Mercedes Ruibal, habían logrado ser medianamente reconocidas, mientras el resto de autoras apenas despuntaron o su memoria quedó silenciada. Del mismo modo, parte de las artistas participantes en Outras historias posibles, nacidas en la década de los 50 (Ana García Pan, Emilia Guimeráns, Anne Heyvaert, Tusi Sandoval, Blanca Silva, Blanca Terre) fue resultado de una investigación y recuperación de autoras prácticamente olvidadas. Es evidente que, al margen de algunas figuras ya conocidas, otras muchas vieron cómo su trayectoria quedaba por el camino. Una frustrante situación, acentuada por la realidad cotidiana de la mujer que demuestra que su vocación artística, además de una cuestión de talento, es una ardua carrera de fondo.

Desde esta perspectiva, mencionar la celebración de las pioneras Bienales de Artistas Galegas patrocinadas por asociaciones feministas de Vigo, que desde finales de la década de los ochenta empezaron a sacar a la luz el trabajo de artistas emergentes, intentando plantear un carácter de género. A ellas se suman otras exposiciones, programadas bajo tesis feministas, como A voz en grito (1998), Mulleres (2004) o la que tuvo por tema la violencia y el maltrato doméstico Fisuras no cotián (2006).

Desde los inicios del siglo XXI, se refleja una nueva realidad en el mapa artístico gallego. Las mujeres empiezan a ganar protagonismo en terrenos como la teoría, la crítica, el comisariado, o la dirección de galerías. Por otro lado, emerge una mayor aspiración de igualdad en las expectativas profesionales de las nuevas generaciones de mujeres artistas, que se materializa en el creciente número de autoras. Algunas han ampliado su vocación hacia otras áreas creativas —la arquitectura, la ilustración, el diseño o el cómic—, pero buena parte se encuentra aún abriéndose camino en los difíciles vericuetos de un sistema patriarcal. Sin duda, la irrupción de la mujer en todos los ámbitos sociales constituye el fenómeno más relevante de los últimos veinte años, y uno de los hechos más significativos es su creciente presencia en la historia del arte. Prueba de ello, con el objetivo de aumentar la relación de mujeres en su colección, el Reina Sofía ha adquirido este año obra de 17 mujeres, de un total de 22 artistas.

EXPOSICIONES ACTUALES

No solo podría afirmarse que gran parte de las narrativas de la creación contemporánea están hechas por mujeres, se debe añadir que la reclamación de una política de la diferencia, de la identidad y de una nueva subjetividad se constituyen en objetivos prioritarios del enfoque feminista en el arte gallego actual. Este quehacer artístico traza en la actualidad una perspectiva que demuestra su presencia en distintos puntos de nuestra geografía. Menchu Lamas expone en la Galería Luisa Pita de Santiago sus últimas obras, piezas en las que retoma esa carga de expresividad y de intenso cromatismo de sus obras tempranas; en el Museo de Pontevedra, nos encontramos con la pintura de silencios y sutiles veladuras de Berta Cáccamo y, próxima a estas salas y bajo el título de Infiltraciones. A pel do Museo, el contraste de las ligeras las instalaciones de Mónica Alonso en diálogo con obras de la colección. Recientemente en el CGAC, Pisando Charcos daba nombre a la exposición de Almudena Fernández Fariña, en la que formulaba su permanente definición de la pintura y sus posibilidades como disciplina permeable que se extiende más allá del marco e inunda las paredes del museo. Mientras, Carmen Nogueira expone en Betanzos Legado coidado reinterpretando y dándoles un nuevo uso a piezas abandonadas del parque del Pasatempo.

 

Por supuesto, existen otras muchas artistas que, estando en plena producción, no han podido ser citadas aquí. Este relato no pretende ser más que un reflejo del trabajo creativo de mujeres de distintas generaciones, una tímida aproximación de la pluralidad de preocupaciones, planteamientos e hilos argumentativos, que tan solo recientemente han comenzado a ser apreciados en su justa medida.

 


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