J. D. Barker: «Mis libros son como comerse un enorme bol de palomitas»
Fugas
Barker regresa con «A puerta cerrada» en el que una aplicación para salvar una crisis matrimonial se convierte en una pesadilla
02 Aug 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Un aparentemente inocente juego sexual acaba convirtiéndose en una auténtica pesadilla para Brendan y Abby, una pareja que vive inmersa en una crisis matrimonial que acabará siendo el menor de sus problemas. Esa es la primera capa que conforma la nueva novela del exitoso autor de thriller J. D. Barker. Pero, como acostumbra a hacer el escritor norteamericano, una vez pasada esa primera capa, la historia tiene mucho más. Quienes se atrevan a navegar por las páginas de A puerta cerrada llegarán incluso a sentir cierto terror. No por la historia de los personajes en sí misma, sino por la moraleja que queda patente entre líneas: ceder todos nuestros datos a la tecnología puede tener muy serias consecuencias. Habrá quien, tras este vertiginoso viaje por las letras de Barker (con los tradicionales giros del escritor y con un toque picante como principal novedad) tenga la tentación de eliminar cualquier rastro de WhatsApp o de Instagram de su teléfono.
—El libro surgió después de una experiencia que tuvieron usted y su mujer con la compra de una propiedad a través del teléfono móvil.
—Nos hemos acostumbrado tanto a lo práctico que resulta el móvil que no nos planteamos sus riesgos. Cuando me puse a escribir este libro, tenía en la cabeza varios fragmentos, ideas sueltas y los personajes de Brendan y Abby. Desde hacía tiempo quería hablar sobre un matrimonio con problemas, pero no sabía cómo acometerlo. Un día, estaba hablando con mi mujer, que tiene un negocio inmobiliario, sobre una casa muy grande que había comprado en Georgia y en la que quería hacer alguna reforma. Y, hablando por la noche mientras cenábamos, le pregunté por las reformas y comenté que había escuchado hablar de una empresa, Bathfitters, y le expliqué que ellos eran capaces de dar una renovación en muy poco tiempo. Esa misma noche empezaron a aparecernos anuncios de Bathfitters por todas partes. Es entonces cuando me doy cuenta de que los teléfonos escuchan constantemente. Cuando todo esto cuajó en mi mente se me ocurrió este libro. Los protagonistas, Brendan y Abby, se descargan una aplicación basada en el juego Verdad o Atrevimiento para reconducir su matrimonio y luego la cosa se acaba yendo un poquito de madre.
—Después de detallar con tanto realismo la crisis matrimonial de los protagonistas, ha tenido que aclarar al final del libro que usted y su mujer disfrutan de un matrimonio fantástico...
—Yo quería que fuera lo más realista posible. Tengo 53 años, he tenido parejas de amigos que se casaron nada más terminar el instituto y años después se divorcian... Mi mujer actual es mi segunda esposa. Así que sé de lo que hablo y he tirado un poco de experiencias de mi entorno que permiten a muchos lectores sentirse identificados con lo que cuento.
—¿Hubo algún personaje que le resultó difícil escribir?
—Difícil no es la palabra. Me lo pasé genial escribiendo sobre Romeo y Juliet, los dos antagonistas de esta historia. Y lo curioso es que son horrorosos. Como personas son lo peor, todo lo que hacen es terrible pero me lo pasé genial.
—Tras leer el libro, ¿cree que alguien se replanteará los peligros que tienen las aplicaciones de nuestros móviles?
—Yo no quiero mandar ningún mensaje con mis libros, solo quiero entretener. Pero claro, cierras el libro y te pones a analizar los móviles que hay por casa o los aparatos que tenemos tipo Alexa, que nos están escuchando todo el rato y la pregunta que nos planteamos es: ¿cuánto de todo esto necesitamos de verdad? ¿Estamos dispuestos a asumir esta intrusión en nuestra vida?
—De hecho, una de las frases que más repite es que no pretende enviar mensajes con sus libros, que lo que hace son «palomitas literarias».
—Sí, eso surge de una conversación que tengo con el escritor Dean Koontz. A mí me gusta que esto sea como comprarse un bol de esos enormes de palomitas de los que no puedes parar de comer. Yo quiero que mis historias sean así, que uno pase páginas, igual que come palomitas, sin poder parar. No quiero moralizar ni dirigir la vida de nadie. Solo quiero contar una buena historia.
—¿No le da miedo entrar en las mentes más complicadas, más truculentas como son las de los asesinos en serie?
—¡Claro que me da miedo! Cuando escribí la trilogía de El cuarto mono fui a cárceles y me entrevisté con asesinos. Los conocí. Y asusta. Porque hablan de crímenes que cometieron y no les ves ninguna emoción. Algo que me planteo mucho es si se pueden crear asesinos en serie o esto es algo innato. Hay gente que tiene todo lo que puede desear en la vida y, sin embargo, acaban siendo personas horribles. Y al revés. Todavía no tengo la respuesta a esto.