Mari Trini no es esa que tú te imaginas
Fugas
Miguel Fernández, que navega por la vida y obra de la famosa cantante, desvela episodios sorprendentes y desconocidos para muchos. Su enfermedad, cómo compuso sus éxitos, su sensibilidad y, a la vez, su mal carácter. Todo responde a un por qué: las ansias de libertad de la primera cantautora de este país
27 Dec 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Mari Trini vivió su niñez postrada en una cama durante casi seis años. Una inflación de los filtros pequeños de los riñones le obligó a guardar reposo absoluto. «Es como si a una golondrina, de repente, le cortaran las alas. Y yo solo tenía 7 años», explica ella sobre su propia enfermedad en el libro Yo no soy esa que tú te imaginas, de Miguel Fernández, que hace un repaso por su vida a través de sus grandes éxitos. El origen de esta dolencia la descubrió un afamado otorrinolaringólogo en una muela atravesada en el paladar. Pero el daño en el riñón ya era crónico y acabaron por desahuciarla, hasta el punto de que el cura le llegó a dar la extremaunción. La enfermedad marcó su personalidad durante su adolescencia y su madre se entregó en cuerpo y alma a su salud. «Cualquier cosa que se le hiciera a Mari Trini, por insignificante que fuera, suponía un castigo seguro. No se le podía rechistar. Sí, estaba muy mimada, muy consentida. Yo sentía tantos celos que un día mi madre me dijo: ‘Mañana te vienes con nosotros al hospital para que veas lo que sufre tu hermana y por qué se le cuida'», reconoce Myriam. «Cada semana le pinchaban directamente en el riñón, sin anestesia ni nada, para seguir la evolución de la nefritis. La oí gritar y llorar tanto en el quirófano que desde aquel día cambié por completo. Si me decía: ‘Arrodíllate', yo obedecía. Si decía: ‘Vamos a pinchar a tus muñecas', también. ¡Lo que ella quisiera!», continúa.
«Recuerdo la tremenda ilusión y, a la vez, el tremendo miedo a incorporarme, a ser como los demás», dice la cantante, que se acostumbró desde entonces a escribir, a componer y a leer por las noches, postrada en su lecho. Desde entonces siempre se mostró retraída y distante. «Mari Trini era la reina de la casa y eso marcó mucho su carácter durante toda su vida. Luego, ya de adulta, cuando le tocó pelear duro, de repente sacaba un pronto muy fuerte, de niña mimada, pero a la vez era tremendamente sensible. A la gente le chocaba esa forma de ser. Por un lado, la sensibilidad, y por otro, el genio que la empujaba a decir barbaridades, aunque después se arrepintiera», añade su hermana. «Desde chiquilla estoy acostumbrada a hablar sola, y lo que es peor, me contesto a mí misma. No es una locura, se trata de crear un mundo al margen de aquel en el que tengo que vivir», decía ella.
Miguel Fernández explica con detalle este episodio que marcó indudablemente la personalidad de la que llegó a vender más de diez millones de discos, pero también navega por sus inicios en París y cómo conoció en Madrid a su primer representante. Era Nicholas Ray, director de la famosa película Rebelde sin causa, cuando era prácticamente una niña. Él le brindó la oportunidad de debutar en el Nicca's, el local de gente bien de la noche madrileña de la época. También relata cómo terminó aquella relación profesional en «acoso». «Este hombre se había enamorado de mí, que es lo clásico, lo que sucede siempre, aunque yo no me había dado cuenta, porque él tenía 50 y pico años y yo solo 17. Lo comprendí el día en que no solo se insinuó, sino que pretendió acostarse conmigo. A partir de ahí le dije que aquello no era así, y desapareció nuestra relación y nuestro contrato», dice la cantante. Mari Trini sufrió las consecuencias de esa negativa y se evaporaron las comodidades de las que gozaba en París. Tuvo e que aprender a ganarse la vida con otros empleos. «Desde trabajar en una casa, haciendo la comida y limpiando, a vender porcelanas de una tienda. O desde hacer de botones a cantar con mi guitarra en la calle», cuenta ella cuando ya es una artista reconocida en nuestro país.
Un episodio fallido
El libro relata con todo lujo de detalle cómo sus temas llegaron a ser un éxito de ventas. Pero a la vez, también habla de sus relaciones y de que en 1985 tuvo que aclarar durante una entrevista en TVE si había perdido la virginidad en París. Pero si algo aprendió de los años que estuvo postrada en una cama es que siempre sería libre, y lo resolvió al más puro estilo de Mari Trini.
—Vamos a ver. Fue en París. Tenías 17 años cuando perdiste aquello...
—Estás mal informado.
—Pero en París pasó algo...
—¡Acabáramos! Era eso... Pues resulta que yo, con 17 años y monísima, tenía una novio. Me invitó a su piso a cenar, como se hace en esos caso. Todo lo había preparado, todo precioso con sus velas, su camita... Bueno, en realidad era una especie de chaise-longue. Cenamos. Allí empezó todo, las caricias, los besos..., en fin, esas cosas.
—La cosa estaba bien...
—Bastante bien, yo estaba muy a gusto y él también, no sentíamos ninguna vergüenza, pero en un momento dado seguíamos con... ¿sabes? Pues de repente hace plas y se quita los zapatos. Entonces sube un olor a pies... Un mal olor tan grande que me quedé congelada. Solo pude decirle: «Por favor, llévame a casa». Él me respondió: «No me puedes dejar en este estado». Pero hay que comprender también lo mío. Me llevó a casa a 120 por hora y de muy mal... café.
Así es cómo cuenta ella este episodio. Según dice su hermana Myriam al autor de este libro, el hombre con el que estaba era el pintor Robert Fonta, más de 20 años mayor que ella: «Era un tío estupendo y la quería muchísimo. Y ella también estaba enamorada. Debió de ser una historia importante en su vida, aunque la viviera con un poquito de confusión».
También Fernández habla de su relación con Patxi Andión, que no llegó a más por «el carácter fuerte» de los dos. Pero si hubo una persona que la marcó para el resto de su vida fue Claudette Lanza, la propietaria francesa del Le Bistrot, con la que tuvo una gran complicidad desde el mismo instante en que se conocieron. «Me di cuenta desde el primer día, pero no hicimos el menor comentario», dice su hermana. Desde ese momento, Mari Trini y Claudette no se separarían jamás.
Estos son algunos de los muchos episodios que cuenta este libro y que te sorprenden. Como que ella fue uno de los grandes apoyos de Julio Iglesias cuando estaba empezando. Así era Mari Trini, una golondrina a la que nadie le pudo cortar las alas y que nada tiene que ver con esa mujer que tú te imaginas.