La Voz de Galicia

Francisco Lorenzo: «No sé qué es peor: enfrentarse a un asesino o a uno mismo»

Fugas

Belén Araujo

El santiagués Francisco Lorenzo viaja a A Coruña en su segunda novela, «Amnesia», donde la salud mental juega un papel vital

07 Mar 2025. Actualizado a las 05:00 h.

De vez en cuando todos olvidamos pequeños detalles del día a día. Apuntar el papel de cocina en la lista de la compra, aquel correo que tenía que enviarle a un compañero o darle al botón de la lavadora. Pero a Arturo, protagonista de esta historia, parecen habérsele olvidado detalles no tan pequeños: que el día anterior cometió un robo o que hace unas horas se encontró con su hermana por la calle. Puede que el estrés y la ansiedad, que lo acompañan desde hace años, estén detrás de estos despistes. O puede que haya algo más.

Así arranca Amnesia, la segunda novela del escritor Francisco Lorenzo (Santiago, 1986) que ya con su debut, El manipulador, planteaba un thriller muy psicológico basado en la lucha entre un asesino vengativo y un agente de policía nada ortodoxo. El duelo no es ahora entre dos grandes mentes, sino entre Arturo y su propia cabeza, que parece estarle jugando malas pasadas.

­—Cambiamos su Santiago natal por A Coruña. ¿Qué le hizo querer viajar al norte con esta segunda novela?

—En parte, el propio hecho de cambiar. No quería volver a ubicar otra historia en Santiago habiendo tantas otras ciudades de Galicia por explorar. Pero A Coruña en concreto, además de ser una ciudad que me encanta, donde tengo familia y que he visitado por ocio y por trabajo, tiene ciertos lugares que ayudaban también a la trama que tenía en mente.

­—¿Cree que es un buen escenario de novela negra?

—Creo que cualquier sitio puede ser un buen escenario de novela negra si sabes cómo utilizarlo.

—Siendo el protagonista de esta historia, Arturo, hijo de un multimillonario, no habrá sido casualidad que uno de los escenarios sea Oleiros, el municipio con renta más alta de toda Galicia, ¿no?

—No es casualidad, creo que tiene todo el sentido del mundo, pero tampoco hay ninguna otra intención más detrás. Creo que encaja más con la realidad que una familia así viva en una gran urbanización a las afueras de la ciudad que en otro lugar. Pero también es cierto que Arturo, pese a ser hijo de quien es, ha elegido un camino más a su aire. Él prefiere vivir un poco más al margen de la fortuna familiar, buscarse la vida, que su padre no le pague las cosas... Tiene ese vínculo familiar estrecho, pero también define al personaje que quiera seguir otro estilo de vida.

­—¿Y de dónde nace ese sentimiento? ¿Rechazo al ambiente opulento de las altas esferas?

—No lo ideé como rechazo, pero sí como la voluntad de poder decidir cómo quiere vivir.

­—Ahora que hablamos de la familia, que es una pieza muy importante en todo el puzle de esta novela, creo que también su hija tuvo un papel importante en la redacción de «Amnesia», ¿no?

—Sí, también con mi primera novela. Ella y otros familiares y amigos cercanos siempre son mis lectores beta, los que me ayudan a pulir la historia. Sobre todo ciertos diálogos.

­—Además de dedicarle el libro a ellos, también se lo dedica a la salud mental.

—Es un tema muy importante y al que creo que no se le presta toda la atención necesaria. Para mí, de hecho, es igual de importante que la salud física, pese a que no se le destinan tantos recursos dentro de nuestro sistema de salud. Al dedicarle este libro a la salud mental tampoco intentaba aleccionar a nadie, ni imponer un pensamiento, pero sí hacer reflexionar al lector con un tema que, además, es importantísimo en el desarrollo de la novela.

—Hay un momento en el que Arturo, que va a una psicóloga cada dos semanas para gestionar su estrés, confiesa que su familia política no está al tanto de ello y que prefiere que se mantenga así. ¿Es algo que todavía nos da vergüenza contar?

—No sé si es vergüenza, miedo... cada persona tendrá sus propios motivos. Pero está claro que sigue habiendo prejuicios por parte de la sociedad y creo que es evidente que juegan su papel.

—En «El manipulador» planteabas la típica lucha entre asesino y policía, pero en «Amnesia» asistimos al enfrentamiento de Arturo consigo mismo y con su cabeza. ¿Qué es peor?

—Es cierto que en Amnesia asistimos a una lucha contra uno mismo que poco a poco se va desarrollando y nosotros vamos conociendo esa evolución a la vez que Arturo. ¿Es peor eso que enfrentarte a un asesino en serie? No sabría qué decir... Ninguna de las dos es buena [ríe].

—¿Es, en ese sentido, una novela más oscura?

—Yo no diría que es una novela oscura, pero sí es un thriller más psicológico, más introspectivo y también más inmersivo. Además, la forma que tiene Arturo de enfrentarse a los problemas que van surgiendo creo que lo hacen un personaje con el que mucha gente se puede llegar a identificar.


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