Manuel Arenas, el librero que recibió al Nobel en A Coruña: «Vargas Llosa entró inesperadamente y preguntó: '¿Tienen libros de Vargas Llosa?'»
Fugas

Dos veces pisó A Coruña el premio Nobel de Arequipa. Las dos, en 1982 y en el 2019, hizo firma exprés en una de las librerías más veteranas de la ciudad. Aquí la imagen de su huella
17 Apr 2025. Actualizado a las 16:56 h.
Ya había sorprendido con La ciudad y los perros, ladrido seco a una humillante disciplina militar, divertido haciendo lo que hoy podríamos llamar dramedia social con Pantaleón y las visitadoras, deslumbrado a los lectores iniciados y exquisitos con Conversación en La Catedral, pero aún no tocado su divertida cima erótica con Elogio de la madrastra, de la que luego nacerían, cual geniales bastardos, Los cuadernos de don Rigoberto, más sugerentes que cualquier película subida de tono. El humor era la guinda del talento de Vargas Llosa, pero su crudeza no apta para todos los públicos. Poco después de publicar La guerra del fin del mundo? (1981), su sexta novela, fue cuando llegó con toda la curiosidad a punto don Mario Vargas Llosa a A Coruña, en la primera visita que se le recuerda a la ciudad. Le recibió por sorpresa el fundador de la librería Arenas, en el Cantón, Fernando Arenas, según recuerda hoy su hijo, Manuel, conmovido por el fallecimiento del autor. «Fue el 17 de julio del 82, con motivo del Mundial de fútbol que se celebró en A Coruña», sitúa el librero, que recuerda su última entrada en el local de la veterana Arenas en marzo del 2019, nueve años después de ser distinguido el escritor con el Premio Nobel. «En el 82, ya era un autor consagrado. La obra que vino a firmar en la librería fue La guerra del fin del mundo».
(Según confirma a La Voz el escritor y catedrático de la Real Academia Galega Manuel Rivas, las visitas del Nobel a A Coruña en realidad fueron, al menos, tres. Vargas Llosa visitó la ciudad también, recuerda, en 1997, junto a su entonces editor Juan Cruz y su mujer Patricia. «Coido que foi un venres cara á final de xuño, porque o sábado estivo na Costa da Morte e ficou moi impresionado pola visión do océano en Traba, de Laxe», cuenta Rivas).
—¿Cómo fue esa primera visita de Mario Vargas Llosa a la librería?
—Entró en la librería y preguntó si había libros de Mario Vargas Llosa. Una de las empleadas se dio cuenta enseguida de que era él. Lo llevó a la zona donde estaban sus libros y allí él se quedó mirando un buen rato. Esta empleada, hoy jubilada, llamó a mi padre para decirle: «Don Fernando, está Vargas Llosa en la librería». Se vieron y le contó a mi padre que iba a pasar unos días en la ciudad por el Mundial de fútbol, sobre el que escribió una serie de crónicas para La Voz de Galicia cubriendo los encuentros de la selección peruana. Mi padre le pidió si podía firmar aprovechando la ocasión y Mario Vargas Llosa le dijo: «Mañana». Así que mi padre organizó la firma de un día para otro.
—¿Cómo preparó ese evento excepcional en tiempo récord?
—Mi padre contrató un anuncio en La Voz y otro en El Ideal, y el acto contó finalmente con una nutrida asistencia. «Numeroso público de mujeres presente en el acto», recogió la prensa. Entre esas mujeres estuvo mi tía Araceli, ya fallecida.
—En el 2019, ya premio Nobel, volvió a A Coruña, visitó su universidad e hizo un tramo del Camino de Santiago. No había olvidado la librería...
—Sí, quiso volver a la librería, por la que preguntó a una de las organizadoras de la jornada de la UDC [Universidade da Coruña] en las que participó ese año. Me llamaron el viernes y me propusieron organizar una firma para el día siguiente. En el año 82 estuvo dos horas firmando en la librería. Y en el 2019 estuvo desde las doce hasta las dos, hasta la hora de comer. Recuerdo que ese día firmó unos 12 o 13 libros, no más, pero se quedó en la tienda curioseando entre libros.
—¿Se llevó alguno?
—Se llevó algo de Stefan Zweig y algún libro más. Estuvo preguntando con gran curiosidad sobre la figura de María Pita, preguntó si había alguna biografía y yo le regalé el que edita Arenas sobre María Pita. También le regalé una guía de la ciudad. Recuerdo que le llamó mucho la atención el libro 31 días de mayo, una novela de Elena María Galván Vázquez. Se trata de una novela de corte biográfico sobre el actor Leslie Howard, el de Lo que el viento se llevó. Sobre el accidente que tuvo en los acantilados de Cedeira. Accidente no... Lo derribaron unos cazas alemanes de la Segunda Guerra Mundial. Se estrelló a unas 200 millas de la costa de Cedeira. A Mario Vargas Llosa esta historia le llamó mucho la atención.
—¿Aprovechó usted para que le firmase el Nobel algún libro?
—Tenía en casa sus obras completas y le pedí si me las podía firmar. Me las dedicó a mí y a mi hijo, y estuvo además preguntando por distintas obras. Revisó lo que había en la librería de punta a punta. Estuvo hasta las dos y diez en la librería, y pasó esas dos horas en la tienda a gusto entre libros.
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—¿No le recordaba de aquella visita por el Mundial de fútbol?
—No. Yo en el 82 tenía 12 años, pero solía estar mucho por la librería, en especial cuando venían grandes autores. Con Cela, que pudo estar unas 30 veces en la librería, tengo muchas fotos de joven... En el 2019, Vargas Llosa me preguntó un par de veces por mi padre, cuándo había dejado la librería y por su fallecimiento. Él se acordaba. Sé que mi padre fue muy atento con él, lo llevó a comer y después tuvieron la firma de libros esa tarde. En Arenas han entrado tres premios Nobel: Vargas Llosa, Camilo José Cela y Vicente Aleixandre. Intenté, en el 2023, que Vargas Llosa volviera, pero estaba en proceso de separación y me dijo que en otra fecha.
—¿Qué libros tiene del Nobel hoy la Librería Arenas?, ¿podría venderme ahora mismo «Los cuadernos de don Rigoberto»?
—Sí. La librería tiene todo su fondo literario. Fue algo que le prometí a Vargas Llosa en el 2019 y después a Pérez Reverte.
—¿Tiene un Vargas Llosa favorito?
—Las obras completas, editadas en los setenta en papel biblia. Unas obras completas que me regaló mi padre. Las tuve hasta el 2019 sin dedicar, y tener casi 40 años después la oportunidad de que nos las dedicara a mí y a mi hijo me hizo mucha ilusión.